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Los negocios de alquiler de autocaravanas tienen colgado el cartel de completo hasta fin de septiembre, muestra del auge de este tipo de turismo de carretera acrecentado en los dos últimos veranos por el efecto de la pandemia. Con ello, el incipiente problema que ya ... antes traían consigo en el maletero los autocaravanistas, que en muchos casos no encuentran espacios legales a su gusto donde echar el freno, no ha hecho más que incrementarse. Hasta unos niveles en los que ya se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza para los conductores y un desincentivo para este tipo de actividad. Y lo que está ocurriendo este mes en Oyambre, donde Guardia Civil y agentes del Medio Natural realizan exhaustivos controles para aplicar la norma que impide la pernocta en parques naturales protegidos, es sólo un síntoma más de esta cuestión que reclama una solución en gran parte de los puntos turísticos de la región.
Tanto ha aumentado la presencia de autocaravanas y furgonetas en Cantabria que el consejero de Desarrollo Rural y Medio Ambiente, Guillermo Blanco, lo cataloga de «invasión». No obstante, incide en que hay que buscar un «acomodo», puesto que este turismo «genera una actividad económica» que no se puede desdeñar. Pero eso no debe pasar por encima de la obligación de su departamento por «conservar los parques naturales». Así que Blanco aboga -aunque indica que no entra dentro de sus competencias- por sacar adelante un plan a nivel regional que ordene debidamente este sector para «crear una red de instalaciones de acogida y estancia para este tipo de vehículos».
Lo que sí está en manos del Medio Ambiente es modificar las normas vigentes que regulan los usos de los espacios naturales protegidos. «Actualmente hay instrumentos de gestión de estos espacios, pero no están sujetos a los cambios que ha habido con el incremento de autocaravanas, así que hay que adaptarlos a la nueva realidad», valora Blanco. Esta circunstancia, extrapolada al Parque Natural de Oyambre, implica la modificación de su Plan de Ordenación de los Recursos Naturales para autorizar zonas de estancia de autocaravanas en las que no generen afección ambiental y paisajística». Algo que esperan que «esté en vigor el año que viene».
AUGE DEL CARAVANISMO
CAMBIO EN LAS MEDIDAS
CONFLICTO
Mientras tanto, lo que prima es la norma que impide la pernocta en todo el parque, por lo que se están haciendo inspecciones para terminar con la lenidad que hasta la fecha giraba sobre este asunto. Así, hay una presión constante para que aquellos terrenos privados que tienen permiso para servir de estacionamiento durante el día queden liberados por la noche. «No entendemos las medidas que se están tomado este año, rompiendo lo que ha sido un funcionamiento que, legal o ilegalmente, se ha permitido hasta ahora y que no generaba ningún conflicto», traslada uno de los propietarios de terrenos, que prefiere preservar el anonimato.
A su entender, el extenuante control ha provocado «un caos» que está alejando a los autocaravanistas, llevándose con ellos el beneficio económico que dejan en la zona al «obligarles a acampar en aparcamientos públicos de pueblos, cementerios y sobrantes de carreteras». Así lo ve también el presidente de la Asociación Cántabra de Autocaravanas, Juan José Carvajal, que señala que ahora hay vehículos de este tipo en «los espacios más variopintos», por lo que aboga por impulsar la creación de áreas de autocaravanas en espacios atractivos y con todos los servicios: «Esto es como un hotel, nadie va a pagar por dormir en un pasillo, sino por dormir con una habitación con comodidades». Mientras se crean esos espacios, cree que lo más oportuno es seguir permitiendo la pernocta en estos terrenos, puesto que «es más seguro que dormir en una carretera y da más confianza que haya un grupo de caravanas concentradas».
Aunque en estos momentos el punto cero de la tensión está en San Vicente, estos vehículos están repartidos por toda la región. Así, hay municipios como Piélagos, Suances, Ribamontán al Mar, Noja y Penagos que están acostumbrados a lidiar con esta cuestión desde hace tiempo, también en Castro Urdiales, donde se ha optado por colocar controles de gálibo en las zonas más conflictivas. Por otro lado, los municipios que todavía no ven que exista un problema, sí que apuntan a que su incidencia ha aumentado los últimos veranos, como es el caso del valle del Asón, Liérganes y la comarca de Liébana.
El Parque Natural, este caso el de las Dunas de Liencres y Costa Quebrada, es otro de los puntos de conflicto. En Piélagos, las playas de Canallave y Valdearenas se convierten cada verano en un hervidero de vehículos y muchos de ellos, bien por desconocimiento o por tentar a la suerte, hacen caso omiso a la prohibición de pernoctar. Al igual que en Oyambre, la zona se cubre puntualmente por agentes de la Policía Local de Piélagos y de la Guardia Civil. Pese a todo ello, el mínimo diario de este tipo de vehículos alcanza la cuarentena.
En Comillas, los autocaravanistas suelen aparcar en «los lugares más insospechados», confirma la regidora, Teresa Noceda, como «frente al campo de fútbol de Rubárcena o en los sobrantes de la carretera de camino a la playa». A la par, Noceda se queja de que el camping local «está preparado para acoger a este tipo de turismos, pero los usuarios prefieren no pagar».
Desde hace más de una década, Penagos convive con el creciente conflicto que generan las más de 120 autocaravanas que todos los veranos acampan junto a los accesos del Parque de la Naturaleza de Cabárceno. Lo hacen en un aparcamiento del Lago Acebo que no cuenta con ningún tipo de servicio, ni tan siquiera luz o aseos, con el problema que ello acarrea tanto a los usuarios como a los vecinos. No obstante, es una cuestión que en principio ya está en vías de solución, puesto que este mismo mes desde Turismo se confirmó que se está trabajando en crear un área de autocaravanas que podría ser la primera de un total de tres.
La promesa de una futura área de autocaravanas también está sobre la mesa en otros municipios. Así ocurre en Suances, que registra conflictos en la zona del puerto y Turismo se ha comprometido a crear un espacio de estas características, algo que también se solicita desde Val de San Vicente. La situación es similar en la comarca de Liébana, donde este verano ha aumentado considerablemente la presencia de autocaravanistas, y el Ayuntamiento de Vega de Liébana ha presentado un proyecto para crear una área específica en el entorno de la Vega. Ese será el primer Consistorio de la zona en dar solución al gran aumento de este tipo de vehículos, que también afecta a Potes, Camaleño, Cabezón de Liébana y Pesaguero.
Por su parte, en Valdáliga, la Junta Vecinal de Labarces proyecta habilitar un aparcamiento de pernocta de autocaravanas en una finca ubicada detrás del cementerio, siempre que cuente con colaboración del Gobierno regional, que se uniría a uno recién creado como parte de una iniciativa privada. Por lo demás, estos turistas «aparcan donde pueden», explica el alcalde, Lorenzo González, para el que la solución pasa por «regular este tipo de aparcamientos, pero no podemos echarles antes de ofrecerles una alternativa».
En la hoja de ruta de Liérganes también está crear un área de autocaravanas. El regidor, Santiago Rego, confirma que «ya se han tanteado terrenos». Sin embargo, valora que este turismo no genera «grandes perjuicios, no suelen quedarse más de 24 horas en el aparcamiento de FEVE». Otros lugares en los que las acampadas no están causando grandes incidencias, pero en los que su presencia cada vez es más notable, son los municipios turísticos del Asón, como Soba, donde el alcalde, Julián Fuentecilla, habla de «unas ocho caravanas con estancias de no más de dos días y gente respetuosa». Situación similar a Ramales y Arredondo.
En casos como Ribamontán al Mar llevan más tiempo planteando soluciones. De hecho, cuando el Ayuntamiento impulsó el Plan de Competitividad Turística del Producto Surf previó que atraería caravanas, por lo que fueron pioneros al crear una área de acampada en Suesa. Pese a ello, es habitual encontrar vehículos acampados en los accesos a la playa de Somo, algo que según trasladan desde el Consistorio este año se ha atajado en gran medida gracias a la nueva OLA, que impide estacionar más de 24 horas en la misma plaza y un pago por horas. También Policía Local y Guardia Civil controlan que en los terrenos con permisos de aparcamiento en Langre, Loredo y Cucabrera no haya vehículos más allá de las 9 de la noche. Santillana del Mar y Reocíntambién han intentado atajar este problema a través de iniciativas o públicas o privadas.
(Reportaje realizado con la colaboración de Vicente Cortabitarte, Lucía Alcolea, Pedro Álvarez, Irene Bajo, Sara Torre y Sheila Izquierdo).
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