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Cantabria está hasta arriba de gente. Cierto. Sin embargo, los hosteleros hicieron un balance de julio alejado del que esperaban. Menos rentabilidad. ¿Qué pasa? Pues que este verano es el primero con un nuevo escenario, en el que se mezclan cuestiones 'clásicas' a la hora ... de radiografiar al sector con otras que han ganado protagonismo, sobre todo, tras la pandemia. Entre las primeras, el eterno objetivo de alargar la temporada más allá de los picos altos. Esa palabra tan repetida: desestacionalizar. Hay demasiada dependencia de un par de meses. A eso se suman asuntos como las comunicaciones con Madrid (por avión o por tren) o la falta de personal. Pero el sector gira su mirada más que nunca a otros dos temas. El primero, la inflación. Los precios se disparan. Para los hosteleros y para sus clientes. Mientras los primeros aseguran que no repercuten en su totalidad lo que les cobran ahora, los segundos se han dejado por el camino esa botella de vino especial o ese capricho de chuletón. Llenan mesas, pero miran más lo que piden. Por ahí se va mucho beneficio. Sin embargo –segundo–, la gran batalla está ahora en el tema de los pisos turísticos. Según Hostelería hay 10.000 viviendas en Cantabria que se ofrecen para el alquiler vacacional, pero menos de un 16% está legalizado. Por ahí se les van a los negocios clientes y euros y a las arcas públicas impuestos y control. Y ya se habla –no sólo por los pisos turísticos, ojo– del riesgo de masificación.
LOS DEBERES
1. Desestacionalizar La palabra milagro. El Barómetro de la Economía de Cantabria advierte de que aquí el empleo y la rentabilidad dependen demasiado de la temporada.
2. Atraer turismo extranjero. Gasta, de media, más. Pero hay que ofrecerle un servicio adecuado (idiomas, por ejemplo).
3. Empleo. Atraer trabajadores a un sector que demanda personal y que, ahora, no parece atractivo.
4. Poner orden. Los pisos turísticos ilegales o el tema de las autocaravanas requieren soluciones claras. Lo que hay no funciona.
5.Comunicaciones. El garbanzo negro del aeropuerto está en la ruta con Madrid. La más importante. Y el tren es caso aparte.
Este es el panorama que debe manejar el nuevo Ejecutivo. El turismo gana peso en los gobiernos porque lo gana en el PIB regional. Con su parte buena (compensa lo que se pierde por otro lado, tira del empleo y hasta ofrece una salida a un mundo rural cada vez más debilitado) y mala (cada vez se escucha más eso de que «nos estamos convirtiendo en una región de camareros»). La gestión política en este campo es un juego de equilibrios. Está bien llenar la región, pero importa el cómo. En resumen: el turismo es un activo determinante, pero ojo con morir de éxito.
La radiografía puede empezar con los números. Los del año pasado fueron muy buenos, aunque se quedaran ligeramente por debajo de los de 2019 (que fueron excepcionales). Incluso, pasado el verano, la temporada se alargó en septiembre y octubre y diciembre fue bueno. Esto es importante teniendo en cuenta que, según el Barómetro de la Economía, el empleo y las ganancias están mucho más centradas aquí en unos pocos meses que en otras comunidades del país.
El tirón de Cantabria, en general, parece incuestionable. ¿Amenazas? Los expertos ya hablan del fin del 'turismo de venganza', el que disparó los viajes tras la pandemia para recuperar el tiempo perdido. De hecho, centrado aquí en Cantabria, esa idea de que muchos de los que vinieron por primera vez buscando espacios abiertos tras el confinamiento repetirían parece que se quedó por el camino. Todo esto enlaza con el primero de los asuntos peligrosos. La inflación. Lo de «las ganas de viajar pueden al bolsillo» llega hasta cierto punto. La evidente pérdida de poder adquisitivo de las familias hace que tiren más de menú del día que de carta y, también (segundo asunto), de piso turístico que de hotel. Y esos pisos (un asunto que también tiene que ver con los problemas para llegar a fin de mes y el temor al alquiler convencional) crecen como la espuma. El decreto de 2020 para que esa fórmula se hiciera con todas las de la ley registrándose en Turismo ha fracasado. La nueva dirección en la Consejería se ha comprometido a tener nueva normativa antes del verano próximo. Habrá que ver (también con otro fleco pendiente hace tiempo: las autocaravanas). Pero, más allá de la regulación, es evidente que hay un cambio de modelo. De forma de organizar un viaje y de elegir alojamiento. Los que ya trabajan en empresas dedicadas (legalmente) al alquiler vacacional advierten: «No se puede luchar contra la economía colaborativa». Esto viene para quedarse.
10.000 viviendas de uso turístico se ofrecen en Cantabria en verano, según los datos que maneja Hostelería, que ha convertido este asunto en su máxima preocupación actual. Sobre todo, porque menos de un 16% está en situación regular (registrados en Turismo).
1.277.108 viajeros registrados en establecimientos de la región durante el pasado año.
170,91€ precio medio habitación doble en Cantabria en el puente de agosto, según eBooking.
Eso –más allá de las decisiones políticas– va a suponer a los empresarios de los negocios tradicionales un esfuerzo. Nuevas ideas. Cambios de mentalidad que, seguro, dejarán a alguno por el camino. También parece evidente que se avecinan cambios (ya se dan) en la gestión de las plantillas. La hostelería –sobre todo, la restauración– demanda empleo y no encuentra profesionales. Camareros de toda la vida y profesores en las escuelas de hostelería reconocen que el sector no resulta atractivo para las nuevas generaciones. Y es otro problema serio.
La formación, precisamente, juega aquí un papel decisivo. El papel de los ciclos de FP (los que acaban se colocan normalmente sin problema) parece llamado a ganar peso. Pero hay otros 'debes' como el de los idiomas, por ejemplo. Cantabria –es la realidad– no ha sido un destino habitual para extranjeros. Al menos, en grandes cantidades. Pero este sector, que deja, de media, más dinero, va subiendo en protagonismo. Atraerlo es otra asignatura pendiente. Pero para eso hay que estar preparado. Cartas traducidas, señalización, profesionales que puedan atender en inglés... Se ha mejorado, pero estamos lejos de otras comunidades mucho más acostumbradas a recibir foráneos.
22% de los turistas que eligieron Cantabria durante el año pasado fue extranjero.
185€ gasto medio diario por turista según el INE en Cantabria este verano.
El aeropuerto, además, lo pone fácil. Este año apunta a récord y son precisamente las rutas internacionales las que compensan una conexión con Madrid peor que antes de la pandemia. A la espera de un tren que sigue pareciéndose más al de la bruja de las ferias que al de la alta velocidad prometido, el Seve Ballesteros es un recurso valioso.
Eso también es gestión. Aprovechar puntos fuertes. Las comunicaciones aéreas al alza, el patrimonio de las cuevas prehistóricas (con la sensación permanente de que pueden ser más importantes), la etapa dorada de la gastronomía con Estrellas Michelin, las nuevas ideas con Cabárceno y los proyectos culturales en el horizonte (Mupac, Reina Sofía, Santander...). Incluso, un Año Jubilar que, pese a los grandes esfuerzos, no parece –dicen– 'calar' del todo.
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