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A lo largo de esta semana en los alojamientos de Cantabria les han faltado manos para responder a todas las llamadas y consultas de turistas ... en busca de habitaciones libres para pasar el fin de semana en la región. Algunas incluso de clientes habituales que han dejado para última hora la reserva. Una mala idea. Más cuando se trata del «fin de semana más fuerte» del año, resume David García, del Hotel Ramona, en Laredo. La popularidad de estos días no la ha cambiado ni la pandemia. No obstante, además de ser uno de los mejores días, este verano se ha juntado otro fenómeno: la ola de calor que ha afectado al resto de España y que ha disparado las temperaturas. Ocurre siempre. En cuanto el calor llega a comunidades como Madrid o Castilla y León, la gente hace las maletas y emprende rumbo al norte. Si a las reservas que ya estaban hechas desde hace semanas, se suman ahora las de quienes intentan huir del calor, el resultado es el que ha sucedido, que muchos hoteles llegan al fin de semana con el cartel de completo colgado en la puerta.
Ocurre siempre: «Cada vez que el calor aprieta, el teléfono suena más. Sin duda», comenta Ángel Cuevas, presidente de la Asociación de Hostelería de Cantabria. La gente conoce el clima que ofrece la región y «nos escoge». Así que la llegada de la ola de calor «nos beneficia». Claro que, una vez el visitante está en la región, la lluvia o un cielo demasiado gris durante varios días, puede llevar a que el cliente «acorte su estancia». Hace falta un equilibrio. Porque el sol y la temperatura agradable se traducen en preguntas en la recepción para justo lo contrario, alargar alguna noche más. La fortuna de esta semana es que la previsión parece jugar a favor de la región.
La combinación del fin de semana con las altas temperaturas ha hecho que, para los más rezagados, haya sido «complicado» encontrar habitaciones libres estos días. Habrá quien se haya quedado sin la suya. De hecho lo más probable es que los últimos huecos se llenen a la par que lee estas líneas. «Nosotros estamos llenos y podríamos haber dado más habitaciones» de las que tiene el alojamiento, reconoce el responsable del Hotel Ramona. El resto de instalaciones pequeñas del municipio casi pueden presumir de lo mismo. Quien quiera probar suerte, mejor que llame directamente a los grandes.
El panorama en las zonas de costa y en el resto de Cantabria es similar. A pesar de la oferta, tampoco en Santander es tarea fácil encontrar sitio. «Este fin de semana ronda el 84% de ocupación», dice Sergio Peón, director del Hotel Bahía. Insiste en la misma idea: si hay días clave en el verano y en el cómputo anual, son estos. Es decir, las cifras «son buenas», pero están dentro de lo que puede esperarse de estas fechas. Aunque reconoce que aún no llegan a los números que registraban antes de la llegada del covid. Y sí, también han notado la ola de calor, lo tienen estudiado desde hace tiempo. «Siempre que hay temperaturas altas, nuestra ocupación crece», resume.
Cerca de allí, en le NH Ciudad de Santander, su director, Álvaro Liébana es rotundo: «Estamos completos». Los contactos estrechos y las cuarentenas están provocando un goteo de cancelaciones que no es habitual en verano, pero son habitaciones que «las abres y se venden», añade. Así que, a pesar de lo negativo de recibir una llamada para anular la estancia, la demanda hace que el susto dure poco. En su página web lo dice claro: no hay habitaciones disponibles. Es cierto que, en su caso, han percibido menos la ola de calor porque ya tenían casi todas las habitaciones llenas, pero en la recepción los clientes siempre cuentan lo «a gusto que están con el tiempo», reconoce. Es un comentario que se cuela en la mayoría de las conversaciones.
Por seguir la ruta por la capital cántabra. En el Gran Hotel Victoria tampoco han notado demasiado los efectos de la ola de calor porque «ya teníamos todo lleno», explica la directora, Menchu Guadalupe. Muchos son clientes habituales que sabían de sobra que repetirían su visita a la región. Tal es el porcentaje de ocupación que ha habido quien se ha vuelto a casa con las ganas de prolongar su estancia. No había sitio. Quizá este año les ha pillado sin habitaciones, pero sí es algo que «en otras épocas puede pasar». Y también coincide en el goteo de cancelaciones que han tenido estos días. Aun así, en general, la ocupación del mes está siendo «buena».
Siguiente parada: Hotel Chiqui. «Este fin de semana estamos completos», resume Ruth Cervilla. El éxito viene de atrás porque es, de hecho, «el primero que se empezó a llenar con tiempo». Todavía ayer recibieron algunas llamadas durante la mañana. Alojarse allí imposible. En un intento por facilitar la reserva del cliente intentaron dirigirle a otro alojamiento pero la búsqueda por localizar algún sitio se convirtió en casi misión imposible. Y en el Gran Hotel Sardinero y el Hoyuela, parte del mismo grupo, también arrancan estos días con una ocupación del 90%. Su directora, Cristina Martínez, confía en que las últimos huecos se completen si se confirma el buen tiempo previsto para las próximas jornadas. Y es que hay dos factores que se repiten antes y después de la pandemia. Uno de ellos es el éxito de este fin de semana con la fiesta de La Asunción y la posibilidad de alargar la escapada. Y el segundo que siempre que el calor no da tregua en otras comunidades del país, Cantabria se convierte en la diana de los turistas.
No importa dónde preguntar, las respuestas terminan pareciéndose. En Isla, Emérito Astuy, del Hotel Astuy, es claro: «¿En nuestro alojamiento? No hay sitio. Están llamando, pero estamos completos». Ni un hueco ni en el hotel, ni en los apartamentos ni mesas en el restaurante. Pero en el resto del pueblo la situación es similar. «Está complicado», resume. Eso sí, su comentario sobre la temperatura en las demás comunidades autónomas ayuda a entender una parte del turismo: «Muchas veces no es sólo el clima que haga aquí, también el del resto de España. Cantabria tiene un aire acondicionado natural», explica. Y eso es lo que vienen buscando la mayoría de visitantes. Aunque el factor que determine cómo cierra la temporada será «el mes que viene», añade Astuy.
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