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«El otro día entró por la puerta una mujer que acababa de llegar de Ucrania con su bebé en brazos. Sin zapatos. Casi pesaba más la niña que la madre. Horrible», cuenta Eva Hernández, una de las once mujeres, vecinas de Peñacastillo, que ayudan ... desde hace nueve meses a los refugiados ucranianos residentes en Cantabria y que no se encuentran bajo el paraguas de ninguna asociación ni institución. «Parece que el tema ha pasado a un segundo plano. Pero los ucranianos siguen necesitando ayuda». Junto a Eva están Marián Huerga, Blanca Medina, Maite Fernández, María José Pellón, María Isabel Gómez, María Jesús Ramírez, Montse San Martín, Carolina Santos, Mari San Miguel y Cloti Villota. Un equipo que, con «dedicación», se organizó desde el inicio de la guerra para «facilitar la vida» de las personas a las que ya se les había complicado «demasiado».
«Fue todo tan rápido que acudimos a las naves de Cajo, desde donde salían los camiones con material para Ucrania». Allí se dieron cuenta de la situación de necesidad en la que se encontraban los refugiados recién llegados. «Pensamos en crear un espacio al que pudiesen acudir siempre que lo necesitasen y proporcionarles ropa, comida y juguetes». A pesar de que eran conscientes de que era complicado, se pusieron manos a la obra. «Nos comentaron que había un local en el barrio que estaba vacío desde hace tiempo y nos pusimos en contacto con el dueño, Antonio Salazar, que nos lo cedió», un acto de «generosidad y empatía» que quieren recalcar ya que les ha facilitado muchísimo la tarea. «Actualmente ayudamos a 80 familias ucranianas».
Eva Hernández
Voluntaria
Pero nada de lo que han conseguido es fruto de la casualidad, sino del esfuerzo diario de un grupo de vecinas que, aunque muestran siempre su mejor cara a todo el que entra por la puerta, no terminan de acostumbrarse a las tragedias que escuchan a diario. «Nos cuentan situaciones muy duras. Aquí hemos llorado con las familias. Es muy doloroso ver a niños tan pequeños descalzos, sin ropa de abrigo. O mujeres que llaman cada día a sus maridos para saber si siguen con vida. Es complicado», dice Maite, otra de las voluntarias, que atiende a Yuliia, una de las ucranianas que acude semanalmente a por ropa y juguetes para sus hijas.
Maite Fernández
Voluntaria
En esta ocasión, fue acompañada por su marido. «Nos ha dicho que él está de permiso dos semanas pero luego se tiene que volver a Ucrania. Le han dejado porque a ella le han detectado un linfoma en el cuello», explica Eva muy emocionada. «No me lo puedo creer. Llevaba tiempo diciendo que le dolía mucho. Tiene que empezar con el tratamiento ya», lamenta. Pero no todo es malo. «Hay personas que venían a por comida y ropa y ahora, a través de contactos nuestros, han encontrado trabajo. También vienen refugiadas ucranianas que llevan más tiempo viviendo en Cantabria y nos ayudan a organizar. Incluso se han hecho amigas entre ellas. Para nosotras es una alegría y una tranquilidad».
Es el caso de Aliona Sidnieva y Kateryna Viun, que abandonaron su país de la mano de sus hijos en febrero de este año. «Ahora estoy más integrada y quiero ayudar a los que llegan y se encuentran perdidos. Como yo hace nueve meses», cuenta Kateryna, que desde que comenzó a colaborar en Peñacastillo, no se separa de Aliona. «Es una suerte poder contar con alguien que te entiende de verdad porque psicológicamente es necesario desahogarnos».
Se acerca la Navidad, «unas fechas muy especiales que van a pasar lejos de sus familias por primera vez». Y no quieren que ninguno de los 75 niños con los que colaboran se quede sin regalo. «Vamos a hacer una fiesta con las familias para que todos los pequeños puedan abrir su propio regalo. No queremos que se sientan solos», cuenta Eva. Y añade: «Hasta el 30 de noviembre, todo el que quiera, puede participar en esta iniciativa acudiendo a la Calle San Martín del Pino 23, local B. De lunes a viernes de 10.00 horas a 14.00 horas. Cualquier otro material o alimento también es bienvenido». Junto a estas vecinas colaboran –además de los vecinos de la zona– la iglesia Evangélica Nueva Vida, Asociación Nueva Vida, Asociación Todos Somos Iván, Oberig, el Banco de Alimentos, la tienda ucraniana Katiusha, Hermanos Ceballos y Gráficas Bedia.
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