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Este 2020, en el que la incertidumbre y la perplejidad son ya factores cotidianos por el coronavirus y sus consecuencias, se inició con problemas para la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) que ya lastraron su engranaje. En enero surgieron las sombras sobre la continuidad ... de la rectora, Luz Morán, la primera mujer al frente de la institución académica. Tardaron varias semanas en despejarse las dudas hasta que el titular de Universidades, Manuel Castells, confirmaba en el cargo a Morán. A continuación la UIMP, con el Palacio de la Magdalena en obras, especuló con el posible retraso del inicio del periodo académico que, en cualquier caso, por razones de calendario iba ya a concluir una semana antes de lo habitual. Hace apenas dos semanas este periódico adelantaba la nueva decisión de reajustar el curso, tras conocerse la evolución de la pandemia.
La actividad comenzaría el 20 de julio, tal como se comunicó por carta a los directores de cursos. El pasado viernes, sin embargo, Universidades, por indicación de Sanidad, notificaba la imposibilidad de realizar cursos presenciales con alumnos. El vicerrector de Extensión Universitaria y Relaciones Institucionales, Andrés Hoyo, confirmó el pasado lunes a El Diario que la actividad, a día de hoy, sólo podrá realizarse desde el 17 de agosto y por internet. No obstante la evolución de la pandemia y las medidas y regulaciones que se adopten por los citados ministerios, pueden aún condicionar y modificar los calendarios.
Lo único cierto es que la sede de La Magdalena, que vertebra el sello histórico de la decana de las universidades de verano, no acogerá ni la vida académica ni las actividades culturales habituales, ni el paso de miles de alumnos. El equipo de luz Morán deberá desde ahora estudiar el modelo lectivo que puede adoptarse para ese exiguo periodo académico oficial.
Ninguno de los compartimentos habituales y convencionales que definen la identidad de la UIMP serán válidos en esta ocasión. El vicerrector cree que un modelo especial de seminarios podría centrar la forma de impartir y abordar contenidos entre los que, como es lógico, el propio análisis sobre la situación actual estará en el epicentro académico. La UIMP, institución octogenaria, no experimentaba una situación similar desde la Guerra Civil, cuando suspendió su actividad durante nueve años.
Ahora, tras adoptar la decisión más difícil, la ausencia de alumnos en las aulas, se abre un periodo de especulación, dado que todo está sujeto a la evolución de las medidas sanitarias. No obstante, Luz Morán y su equipo han tenido siempre claro que al menos era necesario un programa alternativo al convencional que mantenga vivo el sello histórico de la UIMP.
Una de las propuestas que se barajan, siempre en función de la pandemia, es contar con el resto de sedes y trasladar actividades previstas en verano a los últimos meses del año. La alcaldesa de Santander, Gema Igual, subrayaba ayer que «no es momento de cuantificar» el impacto de la falta de cursos presenciales, aunque admitió que sin la actividad convencional se perderían «muchos intangibles, además de lo meramente económico».
Hasta ayer, según pudo comprobar este periódico, la UIMP no había comunicado a directores de algunos cursos el nuevo calendario. La docencia por internet, no obstante, ni se ajusta ni convence a organizadores de cursos que suelen formar parte del programa oficial. Además, a medida que se han conocido las restricciones y limitaciones generadas por el coronavirus, se han reducido de forma notable los patrocinios y era previsible el descenso de matrículas. La presencia de ponentes en el aula pero sin alumnos para fijar esa docencia virtual es tan solo una de las opciones ante la velocidad con la que muta la realidad de la crisis.
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