
Carlos Andradas | Rector de la UIMP
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Carlos Andradas | Rector de la UIMP
«Es mi último año de mandato pero creo que es bueno que haya rotación al frente de la UIMP»Se muestra convencido de que la Universidad Internacional Menéndez Pelayo es «un valor que trasciende mas allá de cualquier fuerza política». Y antes de completar ... el círculo de sus cuatro años de mandato al frente de la institución académica, Carlos Andradas (Reus, 1956) sostiene que es partidario de un relevo. No obstante, deja cualquier decisión sobre su futuro como rector en manos del Patronato y del Ministerio. Al mirar atrás destaca que la UIMP ha superado la imagen de «decadencia» y se ha revitalizado su identidad histórica. Este verano, como gran novedad, el curso estará vertebrado por la presencia de un país invitado: Chile.
-Hace apenas unos días tuvo lugar la sesión del Patronato de la UIMP en la sede del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. ¿Qué se abordó en esta cita?
-Pues fue una reunión especial. Este ha sido mi cuarto patronato correspondiente a los cuatro años en los que está fijado el mandato de rector. Además de informar de la memoria y balance del pasado curso, como es habitual, al cumplirse este ciclo me encargué de compartir una visión general de este periodo de gestión. La evolución, lo que había funcionado mejor y peor. Y, en este sentido, fue un Patronato diferente.
-¿Y cuál es esa radiografía del presente de la institución que tiene en la cabeza como máximo gestor?
-Le he hemos dado un vuelco en cuanto a su actividad más visible y representativa que es la de los cursos de verano. Y es más que una impresión personal porque está avalada por los datos como haber ido creciendo en el número de estudiantes. Objetivo que también está entre lo prioritario para este año. En esa reunión lo que sí hice fue señalar las dificultades estructurales que estamos teniendo. Y, por ello, expresé un llamamiento sobre la necesidad de ir haciendo una serie de cambios precisos que empiezan por el del estatuto. Y el repensar si la naturaleza jurídica que tiene la UIMP es la adecuada o no, en todo lo relativo a lo jurídico administrativo. La institución tiene 90 años y su estatuto es de 2002 por lo que hay que 'aggiornar' esa situación para que no nos quedemos anclados.
-¿Pero cada año permanecen factores enquistados?
- Hay otras cuestiones que siguen sin resolverse del todo como la gestión del posgrado, las dificultades en inmersión en lengua inglesa, o de gestión de algunos casos de los cursos de verano. La actividad, en todo caso, es ahora más visible y reconocida de lo que me propuse y que me encargó el ministro (Manuel Castells). La prueba de ello es, como decía, el aumento de estudiantes y tenemos instituciones llamando a nuestras puertas para hacer programas de posgrado conjuntos. Nos ven como un socio apetecible y atractivo pero lo que hay que hacer es encontrar la forma de potenciar y aportar a la universidad una estructura y una naturaleza jurídica más acorde con los tiempos. El ministerio tiene que determinar la naturaleza jurídica más adecuada. Lo que yo he defendido es que queremos ser más universidad. Ahora somos un organismo autónomo de la administración general, adscrito al ministerio, pero deberíamos ir encaminándonos a esa 'más universidad' con la categoría de especiales características. No somos estándar ni al uso. Debemos conservar nuestro ADN. Espero dar pasos en esa dirección, mientras el Ministerio trabaja en un nuevo estatuto y con reformas a largo plazo.
-Lógicamente, al afrontar su último año de mandato, ¿se habrá planteado su posible continuidad?
-No es fácil que yo pudiera prorrogar la gestión. Por razones biológicas de edad de jubilación no me daría tiempo a cumplir un segundo ciclo de gestión. Una dificultad objetiva y muy determinante. No obstante, es al Patronato, primero, y al Consejo de Ministros, después, a quienes compete cualquier decisión frente a mi propia especulación. Existe ese hecho objetivo de la edad de jubilación y creo, además, que está bien que haya una rotación, un cambio para que todas esas cuestiones que he venido diciendo de reforma y futuro, sean abordadas por alguien con una perspectiva diferente. En la vida nunca se puede decir definitivamente lo que va a suceder. E insisto, las renovaciones pueden tener efectos positivos y es mejor que alguien con tiempo por delante pilote el proceso estructural en el que entramos.
-Cada curso de alguna manera ha estado vertebrado por un lema o una cuestión dominante. ¿En 2025 en qué se ha puesto el foco?
-Barajamos varios, pero una idea que llevábamos acariciando desde hace bastante tiempo es la de dar presencia a un país a modo de invitado. Y este año ya estamos trabajando en tener a lo largo del verano a Chile. Ello se extendería también a los temas abordados durante el curso con participación de personalidades de ese país. Y es Chile porque era bueno empezar con alguien con quien tenemos una relación ya estable en el tiempo, caso de la Fundación Chile España. Estudiamos varias alternativas porque esto es muy complejo. A ver en qué cristalizan con la ayuda de la embajada; nombres, actividades, iniciativas; y cuáles pueden fructificar, dado que hay que conjugar calendarios y agendas.
-¿Hay otras acciones previstas?
-Al margen, seguimos consolidando y tratando de incorporar otras. Es el caso de las escuelas (el pasado año fueron cuatro), el foro de comunidad científica, el de neurotecnologías de Rafael Yuste, o las del área de Inteligencia Artificial. Los grandes temas de la preocupación social de un modo u otro tienen que estar presentes. Es el caso del problema de la vivienda..
-¿En ese contexto la reforma de los estatutos es clave?
-Hay dos, una puntual y otra global. La primera es muy urgente e imprescindible y está ahora mismo moviéndola el Ministerio para arreglar la situación de los cargos académicos. Reitero, es urgente e imprescindible. Es verdad a nivel global que los requerimientos exigidos a la hora de gestionar diversas actividades nos han mojado las alas, pero seguimos volando.
-¿Y en cuanto a los problemas que se arrastran de personal? En la memoria 2024 alude claramente a «la escasez».
-Seguimos igual que el pasado año en cuanto a las condiciones y ahora estamos cerrando la incorporación mediante concursos pendientes. La plaza de ofertas de empleo público tiene mucho que ver con esa capacidad de poseer más autonomía para gestionar. Ahora mismo estamos resolviendo esas plazas de promoción, estabilización, eliminando los fijos discontinuos que teníamos, lo que no supone un aumento de personal laboral pero sí una mejora y mejor utilización de las plazas. Y con todo hay un problema grave de personal que debemos abordar porque seguimos teniendo más bajas que altas. El saldo neto es inferior al del pasado año al jubilarse más personas que las que se han incorporado. Hay que intentar cambiar esa tendencia y suplir esas vacantes. Porque por otras vías resulta muy difícil cubrir las plazas.
-El pasado año el curso se clausuró con la presencia del Nobel de Literatura Jon Fosse. ¿Qué personalidades están ya en la agenda de 2025?
-El cartel de este año será realizado por un artista cántabro internacional: Juan Uslé. Además es el protagonista de la exposición del Puerto en verano (Palacete del Embarcadero) y posteriormente en el Museo Reina Sofía. En otro ámbito tendremos a dos mujeres que serán investidas Honoris Causa: la científica, biofísica, Eva Nogales, y la escritora Irene Vallejo. Y, por supuesto, tendremos los premios habituales de la institución. Como avance de galardones el Taller de Poesía será otorgado a Mario Obrero. Otras personalidades que participarán en cursos y actividades son el escritor Manuel Vicent, el cardiólogo Valentín Fuster, y, por supuesto, el curso del político Josep Borrell que este año cambia sus fechas tradicionales de agosto a julio.
-¿Qué señalaría como aspecto más positivo y cuál ha representado su mayor frustración?
-Mi mayor satisfacción, sin duda, ha sido la reacción de la sociedad cántabra y santanderina. La respuesta ha sido extraordinaria. Y creo que los cursos y nuevas iniciativas se han ido consolidando después de esos años de la pandemia y de ese periodo en el que se transmitió una cierta imagen de decadencia. Eso lo hemos revertido. Y también haber atraído a instituciones como el Banco de España o los encuentros de Hispasat. Mi mayor frustración está en lo estructural. La falta de un cambio en la naturaleza jurídica que permitiera una agilidad en el desarrollo de los instrumentos de la UIMP. Esa visión global que contemplé desde el año 2022 y que se la planteé a Joan Subirats (entonces ministro) y que no se ha podido materializar. A ver si se pueden dar pasos para encauzarlo.
-¿Cómo define lo que representa socialmente la UIMP?
-Debería representar un 'think tank' (laboratorio de ideas) sobre los grandes desafíos a los que nos enfrentamos, caso de la Inteligencia Artificial, o el mundo cuántico y otros disruptivos. Y ello, acompañado de dimensiones éticas como representó en 2024 el pensador Markus Gabriel, quien regresará este año para impartir un curso.
-¿La UIMP puede contribuir a generar un nuevo humanismo?
-En contra de lo que a veces se piensa, la mayor parte de las escuelas integradas en la UIMP eran científicas. Así que siempre pensamos en reforzar las humanidades y de ahí la Escuela de estudios clásicos, o la de ciudadanía que esperamos que finamente salga adelante porque hay un déficit en la participación de los ciudadanos en la sociedad. Todo acuciado por los avances tecnológicos que se nos meten en la vida y hasta en la privacidad, cada vez más amenazada. Por eso hace falta ese nuevo humanismo que permita revelar qué es lo auténtico del ser humano y que no debe perderse.
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