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A partir de medianoche, los cántabros recuperan la libertad para moverse y reunirse al decaer el toque de queda y el cierre perimetralA lo largo de toda la pandemia, tanto el Gobierno central como los autonómicos han tratado de revestir de lógica sus actuaciones, justificando incluso las improvisaciones y cambios de criterio más sorprendentes con los comodines del bien común y la necesidad de combatir al ... virus. Pero esta noche, que marca el fin del estado de alarma, deberán buscar algo más ocurrente para explicar una situación absurda: los ciudadanos deberán estar en sus casas a las once, pero podrán salir otra vez a las doce. Con todos los bares cerrados, eso sí.
Ese aire de imprevisión rodea todo el fin de esta anómala situación: cuando faltan horas para que concluya su efecto, las comunidades siguen sin saber bien a qué atenerse, huérfanas de la tutela del Estado, y muchas, como Cantabria, esperan a que otras den el primer paso.
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En realidad, el fin del estado de alarma deja a la región, como al resto, sin cuatro medidas que han estado condicionando la vida de los cántabros desde hace medio año: el cierre perimetral de la provincia, el toque de queda, la regulación del tamaño de los grupos que pueden reunirse y el aforo en los lugares de culto; las dos primeras son las que, sin duda, más han afectado al ciudadano, impidiéndole desplazarse a otras comunidades autónomas, salvo causa justificada, y manteniéndole cada noche encerrado en su casa entre las once y las seis de la mañana. Se trata, en todos los casos, de cuestiones que afectan a derechos fundamentales, que sólo pueden restringirse en ese tipo de situaciones excepcionales. Todas ellas dejan de tener efecto a partir de este sábado a medianoche.
Estas limitaciones se han combinado con otras que el Gobierno de Cantabria, concretamente la Consejería de Sanidad, tiene autoridad para decidir. Estas seguirán vigentes y responden al documento acordado por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, en el que participan el Ministerio de Sanidad y las comunidades, y que determina una serie de restricciones en todos los ámbitos en función de la situación epidemiológica del lugar. Todas se mantienen de manera indefinida mientras continúa la alerta sanitaria, salvo la que afecta al cierre de los espacios interiores de la hostelería (y a casinos, establecimientos de juegos colectivos de dinero y de azar, salones de juego, salones recreativos, rifas y tómbolas y locales específicos de apuestas), que ha sido una de las más controvertidas, y que se va prorrogando.
Será al concluir la vigente prórroga, el próximo 11 de mayo, cuando se compruebe si el Ejecutivo regional se decide a utilizar el 'semáforo covid' en la gestión de la pandemia, como adelantó el jueves el vicepresidente, Pablo Zuloaga. No deja de ser una novedad sorprendente, sobre todo porque un día antes Reinhard Wallmann, director general de Salud Pública, no dijo nada que hiciese prever tal cambio de estrategia.
Según parece desprenderse de las pocas pistas ofrecidas por Zuloaga, Sanidad se olvidará del 'café para todos' que ha estado sirviendo durante tantos meses y procederá a aplicar las limitaciones por municipios, en función de sus índices epidémicos. Claro que después de insistir tantas veces en que parámetros como la incidencia acumulada casi carecen de sentido en ayuntamientos pequeños, donde hay que atender otras variables y no una simple cuenta, será necesaria alguna aclaración extra, pues de los 102 municipios de la región sólo una veintena cuenta con más de 5.000 habitantes.
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Álvaro Soto Melchor Sáiz-Pardo
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Preocupa especialmente lo que ocurrirá a partir de mañana en los municipios de la comarca oriental receptores de visitantes vascos: el fin del cierre perimetral también supone que los ciudadanos de otras comunidades pueden viajar a Cantabria. Si es cierto que buena parte de la actividad económica en muchas de estas localidades depende de la presencia de ciudadanos de la región vecina, ya sea como visitantes o cuando acuden a sus segundas residencias, también lo es que la preocupante situación sanitaria del País Vasco puede afectarlas, provocando un incremento de contagios.
Pero puede que esto sea adelantarse mucho a los acontecimientos. De momento, bastante tiene Cantabria con vigilar cómo se toma la gente el fin del estado de alarma: cuando se impuso fue recibido con algaradas callejeras en Santander, principalmente, que incluyeron quema de contenedores, porrazos y detenciones. En previsión de que a alguno se le suba a la cabeza la libertad recuperada, el Ayuntamiento de la capital ha decidido reforzar los servicios de la Policía Local «para garantizar la seguridad y salud de los ciudadanos», según explica el concejal de Personal y Protección Ciudadana, Pedro Nalda.
Nalda insiste en la dificultad de controlar aforos, hacer guardar la distancia social recomendada y poder garantizar el uso obligatorio de mascarillas y hace un llamamiento a la colaboración ciudadana, en especial a los jóvenes, a quienes pide que sean «prudentes y conscientes de la gravedad que suponen para toda la ciudadanía las aglomeraciones». Por si acaso, esta noche habrá más de veinte policías vigilando que así sea.
Hasta la medianoche no termina el estado de alarma, así que se mantienen las limitaciones que han estado en vigor durante los últimos meses.
-Toque de queda. Cantabria mantiene el horario de 23.00 a 06.00 horas, pero con el fin del estado de alarma se interrumpe a las 00.00 h.
-Cierre perimetral. Ocurre exactamente lo mismo: hasta la medianoche no se pueden traspasar los límites de la comunidad autónoma.
-Hostelería. Si alguien quiere brindar por el fin del estado de alarma, deberá hacerlo en el horario 'habitual': hasta las 22.30 horas y en la terraza.
-Grupos. El tamaño máximo de los grupos es de cuatro personas, aunque excepcionalmente en las terrazas de hostelería se permiten seis.
Con el fin del estado de alarma desaparecen las cuatro restricciones que sostenía: toque de queda, cierre de la comunidad, limitación de grupos y aforo en lugares de culto.
-Madrugada en la calle. A partir de la medianoche los ciudadanos podrán salir de sus domicilios sin que la Policía pueda poner objeciones.
-Grupos. Se acabaron las limitaciones con el número de personas que pueden reunirse en espacios públicos y privados. Luz verde a los guateques.
-Hostelería. Sigue sujeta a las mismas normas en cuanto a horarios, aforo de terrazas y cierre de interiores.
-Libre circulación. Los límites territoriales de la región ya no están blindados para los cántabros ni para los visitantes y se puede circular libremente.
Sanidad prepara un nuevo modelo de gestión de la pandemia a partir de esa fecha, planteando restricciones por municipios, no al conjunto de la región.
-Hostelería. Aún hay pocos detalles de cómo se aplicará el sistema, pero en las localidades con mejores índices podría autorizarse la apertura de interiores, a pesar de que Cantabria sigue en riesgo sanitario alto.
-Aforos. El mismo planteamiento se aplicará a la hora de restringir aforos en comercio, equipamientos culturales y deportivos, etc. Unos datos epidemiológicos mejores permitirían abrir la mano.
-Dudas. Quedan muchos detalles por precisar: ¿podría celebrarse un gran banquete de boda, con invitados de todas partes, en un municipio con buenos datos?
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