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Alegría y alivio fueron las dos emociones dominantes este jueves en la puerta de 'Llegadas' del aeropuerto Seve Ballesteros. La cruzaban los ocupantes del vuelo de Ryanair procedente de Londres. A pesar de los contratiempos surgidos en las últimas horas a raíz de la aparición de una nueva y peligrosa cepa de covid que condiciona los viajes fuera de tierras británicas, llegaban a Cantabria a tiempo para la cena de Nochebuena. «Ha sido muy complicado, pero aquí estamos, por fin», resumía Humphrey Agudelo. Salían de la terminal con todos los papeles en la mano: la PCR negativa, el formulario de residencia en España y el documento de identidad. Y tras un control de temperatura, se lo acababan de requerir después de aterrizar. También hubo registros en suelo británico. «Está todo muy controlado», decía Alejandro García mientras enseñaba todos los papeles obligatorios.
«Uno a uno, a todos los pasajeros les revisan si tienen todos los papeles obligatorios. El que no tiene esto no puede pasar», explicaba Alejandro. Él estaba «muy satisfecho porque, ya que nos obligan a gastarnos el dinero en las pruebas, así se justifica el gasto». Como el resto de sus compañeros de viaje, que eran españoles (muchos cántabros, pero también de otras comunidades cercanas) o residentes en España, Alejandro tenía «muchas ganas de volver a casa y estar con la familia».
En el Seve Ballesteros esperaban los familiares y amigos, que no ocultaban su preocupación por vivir el final de una preocupación creciente durante los últimos días. «Han sido muy intensos», confesaba Magdalena Pérez, que esperaba a su hija y dos amigas junto a los padres de éstas. «Nos habíamos hecho la idea de que no venían y el momento en el que, ayer, dieron negativo en la PCR fue un subidón de alegría porque tenemos muchas ganas de verlas, claro. Hasta ayer por la noche, a última hora, estaban preparando los papeles», comentaba Magdalena segundos antes de abrazar a su hija.
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Venía con sus amigas. Nahia, Sitota y Eva hablaban a la vez, se pisaban, y no podían dejar de mostrar lo contentas, relajadas y satisfechas que aterrizaban en Santander. Un cúmulo de emociones que liberaron en escasos segundos tras resguardarse en el abrazo de sus padres. Volvían a casa. Algunos de estos viajeros llevaban meses y años sin viajar a España y, después de «un año difícil y solitario», como lo definía Humphrey, «por fin» están en casa. Los últimos de Londres pasarán las Navidades en familia.
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Álvaro Machín | Santander
Guillermo Balbona | Santander
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