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Primero fueron los tres diputados de Podemos los que permitieron la aprobación de los Presupuestos 2016, al año siguiente recogieron el testigo los dos parlamentarios de Ciudadanos y en el presente ejercicio el salvoconducto lo extendió el voto solitario del diputado Carrancio. Este Gobierno PRC/ ... PSOE en minoría, que ha hecho de la flexibilidad negociadora su gran divisa, ha explorado alianzas diversas y hasta de signo contradictorio para sacar adelante las últimas cuentas de la legislatura. La tremenda crisis interna ha desactivado a Podemos como interlocutor del PSOE para un pacto presupuestario con acento en el gasto social, así que el Ejecutivo tiene las manos más libres para llegar a otros acuerdos políticos que permitan congelar o bajar los impuestos. No conviene tocar el bolsillo al ciudadano el año en el que se le va a pedir el voto.
El calendario presupuestario, similar al del año pasado, se iniciará en la primera quincena de noviembre y culminará en el Parlamento en vísperas de Navidad. Un presupuesto de corto recorrido, hasta las elecciones, con el objetivo principal de dar lustre de estabilidad al Gobierno, esa capacidad de sacar adelante las cuentas en cada ejercicio de la que presume el presidente Revilla, el ya autoproclamado una vez más candidato del PRC.
De puertas hacia dentro, cada cual a lo suyo. El PRC aprieta para dotar las obras públicas, el desarrollo rural y la industria y para blindar, en la Ley de Acompañamiento, los fondos municipales de eventuales recortes como los que ejecutó el PP en 2012, y así tener contentos a los 41 alcaldes regionalistas. El PSOE pone el acento en lo que controla: la sanidad, la educación, la dependencia, las políticas sociales, el medio ambiente…
De puertas hacia fuera se ha constatado todavía más la teoría de los dos gobiernos en uno. Socialistas y regionalistas han buscado por separado socios presupuestarios en función de sus intereses electorales. El PSOE ha publicitado a todo trapo su interés en pactar las cuentas con Podemos. Como lo intentó sin éxito el año pasado. Como este año lo han acordado Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en los Presupuestos del Estado.
En realidad, lo que le interesa al PSOE, en España y en Cantabria, es hacer todo suyo el discurso de la izquierda y quedarse con sus votos cuando toque. Podemos asume ese riesgo evidente, pero al menos su líder nacional, Iglesias, ha cobrado un gran protagonismo, no sólo en la negociación presupuestaria sino que también ha marcado el paso al precario Gobierno socialista en asuntos de gran calado político vinculados al régimen constitucional de 1978, desde la unidad territorial y el independentismo hasta la Corona.
El escenario regional es bien distinto. A Podemos Cantabria también le habría gustado imprimir su sello al modelo de gobernanza de la comunidad, pero no le era fácil extraer un rédito político. Mucho menos con la gravísima crisis que afecta a la dirección del partido y al grupo parlamentario. Hasta tal punto de que el PSOE de Pablo Zuloaga ha visto que ni siquiera tiene un interlocutor autorizado en Podemos para hablar de los Presupuestos 2019. Probablemente ya ni siquiera le interesa tenerlo, ahora que el partido morado camina decidido –él solo, sin que nadie le empuje- hacia la debacle electoral.
En el PRC observan estos días con retranca el fiasco que ha resultado, incluso antes de empezar, la negociación presupuestaria de los partidos de la izquierda, al estallar el escándalo de la denuncia por acoso contra el diputado podemita José Ramón Blanco, quien hizo el ademán de renunciar al escaño y ahora prefiere quedarse para dar la batalla interna desde adentro. En todo caso, los 17 diputados que apoyan al Gobierno PRC/PSOE necesitan un voto más para alcanzar la mayoría en la Ley de Presupuestos.
Así que el Gobierno hablará de las cuentas con todos los partidos de la Cámara. Hasta con el PP, del que naturalmente no esperan gran colaboración, y hasta con Podemos, si sus representantes encuentran un momento libre en la reyerta y se muestran prudentes en sus reivindicaciones sociales, sin subirse a la parra como el año pasado con vetos a proyectos importantes que impulsaba el Gobierno. Los impuestos son la clave. El PSOE asegura que no subirán, pero el PRC no se conforma con eso, quiere bajarlos en el año electoral. El reciente rechazo regionalista en el Parlamento al impuesto al diésel del Gobierno socialista de Pedro Sánchez ilustran bien sus intenciones.
A Ciudadanos se le ve receptivo a negociar un proyecto presupuestario que atenúe la presión fiscal, el PRC maneja todas las opciones verosímiles y cabe suponer que el PSOE prefiera contar con el apoyo del único diputado del partido de Rivera, el de Rubén Gómez, antes que el de Juan Ramón Carrancio. Los socialistas le tildaron de tránsfuga el año pasado, pero luego cuando falló, también entonces, el acuerdo con Podemos, tuvieron que sonrojarse y aceptar a Carrancio como salvador de los Presupuestos 2018.
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