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Cantabria y Madrid siguen estando igual de lejos que en 2005, cuando el Ministerio de Fomento dio los primeros pasos de la autovía A-73, una carretera para unir Aguilar de Campoo y Burgos y con la que el viaje entre la capital cántabra y ... la del país se iba a ver reducido en 33 kilómetros y unos 20 minutos de viaje. Pero cuando las máquinas comenzaron a moverse llegó la crisis, las administraciones pararon en seco la inversión en infraestructuras y las constructoras tuvieron problemas para seguir adelante. Las adjudicatarias de esta autovía, después de completar los dos primeros tramos de los siete existentes, directamente quebraron.
Hasta 2017 todo el mundo en la zona daba por hecho que allí no verían asfalto, pero en mayo de ese año se retomaron los trabajos en el tramo Báscones de Valdivia-Pedrosa de Valdelucio, el único donde ahora mismo hay actividad. La cosa es que sus 12,2 kilómetros deberían ya estar finalizados y en funcionamiento y lo cierto es que sólo está completado el 39%.
Burgos-Quintanilla El enlace con la circunvalación de la capital funciona desde 2015.
Quintanilla-Quintanaortuño Desde hace seis años se puede circular por estos 8,5 km.
Quintanaortuño-Montorio Sometido a información a efectos de expropiación en 2019.
Montorio-Santa Cruz del Tozo En proceso de actualización el proyecto de trazado.
Santa Cruz del Tozo-Pedrosa Como el caso anterior, sus 14,3 kilómetros de recorrido se están repensando.
Pedrosa-Báscones Ferrovial trabaja en su construcción.
Báscones-Aguilar El anterior contrato se resolvió y se está actualizando el actual proyecto.
«A simple vista se ve que está muy retrasado. No sabemos si no les habrá dado tiempo o si no tienen dinero para ir al ritmo que deberían. Aquí siguen trabajando», apunta Mari Carmen González, vecina de Báscones y trabajadora de Áridos Aguilar, una de las empresas que suministra material a la empresa Ferrovial. La multinacional española ganó el concurso para construir ese tramo por 40,45 millones y tenía un plazo de ejecución de 24 meses, plazo que ya se ha agotado. Desde Fomento afirman que existe una explicación. Y es que los ingenieros tuvieron que cambiar varios aspectos del proyecto para adecuarlo a la situación actual y a la normativa vigente cuando la obra se retomó después de un lustro en el dique seco. Ese modificado se firmó el pasado mes de diciembre. Y el Gobierno añade que en el último año se han hecho obras por valor de más de 10 millones de euros, un 25% del presupuesto total.
A fecha de hoy se han ejecutado la totalidad de las grandes estructuras, pero el dibujo de la autovía todavía no se aprecia, tan sólo varios desvíos provisionales. Según el ministerio, también «se ha realizado el desbroce de toda la traza y actualmente se sigue trabajando en los movimientos de tierras». Hay más avances en el capítulo de drenaje y en la reposición de las líneas eléctricas, tuberías y abastecimiento de agua. «Los puentes y poco más», resumen los vecinos, que no disimulan su enfado con este cuento de la lechera en que se ha convertido la A-73. Mientras tanto, lamentan que en la carretera nacional que sigue este mismo trazado se acumulan los atascos durante el verano y también que el gran número de camiones que la transitan y el hecho de que atraviese diversos pueblos la convierten en «muy peligrosa».
Si se hubieran cumplido los plazos previstos inicialmente la obra de toda la autovía tendría que estar ya en funcionamiento; en cambio sólo circulan vehículos por el 15% del trazado -el total suma más de 70 kilómetros-, la parte más cercana a la capital castellana. La última buena noticia al respecto llegó en abril, cuando el Boletín Oficial del Estado aprobó provisionalmente el proyecto Quintanaortuño-Montorio, el que conectaría con los dos ya acabados. Este paso -que estaba pendiente desde comienzos de 2017, cuando salió a información pública la obra de 11,7 kilómetros y unos 92 millones de presupuesto- implica que ha arrancado el proceso de expropiaciones.
Fomento está ahora actualizando los proyectos de trazado de los tramos Montorio-Santa Cruz del Tozo y Santa Cruz del Tozo-Pedrosa de Valdelucio (ninguno se llegó a empezar), y por el lado contrario ya se ha aceptó el de Báscones de Valdivia-Aguilar de Campoo, que estuvo adjudicado pero decayó por las quiebras. Ahora, está de nuevo pendiente de concretar y licitar.
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