Secciones
Servicios
Destacamos
Los mapas que representan hechos culturales son algo engañosos. Tendemos a interpretar sus signos como si fueran aquellos otros que, en un mapa físico, nos ... indican altitudes, vegetación, líneas de costa. Pero no podemos hacer eso, porque no estamos tratando objetos, sino vivencias. Junto con los omnipresentes mapas políticos, los que reflejan la difusión de las creencias religiosas están entre los más utilizados. En la voz ‘religión’ de una enciclopedia no puede faltar el correspondiente mapamundi indicando a grandes rasgos la distribución geográfica de la fe.
Hay dos precauciones necesarias. La primera de ellas se refiere a la escala. Podemos ver en un cierto mapa que Francia es un país católico, en la medida en que la mayoría de sus ciudadanos profesan esa creencia. Naturalmente, es una simplificación didáctica y estética. En el vecino país hay también numerosas personas orientadas a otras variantes religiosas: protestantes, ortodoxos, musulmanes, judíos, budistas. O a las variantes-cero: agnósticos, ateos (categorías estas crecientes entre los jóvenes, según los sondeos). En puridad, deberíamos representar el reparto territorial detallado de toda esta pluralidad. Sin embargo, un mapa demasiado complejo puede llegar a ser ininteligible y pierde su interés. Toda expresión es un artilugio económico y, si deja de serlo, también cesa de expresar.
La segunda precaución es que muchas veces los mapas no reflejan la intensidad del fenómeno. Francia y Lituania pueden concordar en un color que indica que son de preeminencia católica. Pero no se representa la intensidad de la creencia. Y eso, sin duda, tiene su importancia. Acudí en la tarde de un domingo de junio a la basílica de San Pedro y San Pablo en Kaunas, la segunda ciudad de Lituania, y me sorprendió un lleno hasta la bandera: familias completas con numerosa gente joven. El ‘dejad que los niños se acerquen a mí’ se practica allí literalmente: los más pequeños juegan impunes en las naves laterales sin que nadie se moleste por ello. El momento de fraternal apretón de manos se desarrolla con insuperable afabilidad. Y la administración de la comunión a los fieles dura unos 15 minutos, tal es la cola que se forma delante del altar, adonde muchos padres incluso llevan a sus hijos en brazos. La música tiene un gran protagonismo y el ambiente general es de celebración cívica (con su ribete de nacionalismo, en mi periodística impresión).
Así pues, Lituania no solo es un país católico, sino que lo es intensamente (algo llamativo en un lugar que fue pagano hasta el siglo XIV). ¿Cómo trazar estos mapas de intensidad? Un expediente inicial sería partir de encuestas como las del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y adjudicar signos diferentes en función de porcentajes de población. Según el Barómetro de septiembre, un 70,2% de los españoles son católicos; no creyentes, un 15,1%; ateos un 9,9%; y creyentes de otras religiones un 2,6%. Pero solamente un 16% de los creyentes en alguna religión son practicantes habituales de los ritos; hasta un 60% no participa nunca.
Un estudio por autonomías indica que Cantabria presenta un porcentaje de población católica cercana al 75%, ligeramente superior a la media. Lejos de las regiones super-católicas como Murcia, Canarias, Aragón o Galicia, pero también de las más despegadas como País Vasco, Cataluña y Madrid. Participa casi todos los domingos y festivos un 16,4% de los cántabros frente a una media española de 12,1%.
Estamos entre los católicos más practicantes, dentro de un contexto general de pobre participación. Curiosamente, en Murcia o Canarias la altísima catolicidad coexiste con una bajísima participación en oficios religiosos. No los hay más católicos ni menos practicantes. Entre no creyentes y ateos suman en Cantabria el 21,8%, algo menos que el indicador español general (en Lituania solo un 9%). Y un reducido 2% de cántabros profesa otra religión.
Con ser esto interesante, todavía no tenemos medios para representar la intensidad psicológica de la creencia. En Kaunas no solo se llena el templo, sino que se participa muy emotivamente en la ceremonia. Medir emociones no es sencillo, pero el tiempo consumido en la eucaristía era bastante representativo: un porcentaje muy alto de los presentes deseaba comulgar. Si bien se piensa, todo el guión de la misa tiene precisamente este objetivo supremo de comunicación física con la divinidad. ‘Comulgar’ viene del latín ‘communicare’, que no era exclusivamente compartir un mensaje. Más bien era «hacer o tener en común». En Cicerón hay aplicación de ‘communio’ a las leyes y el derecho, a la sangre u origen étnico, a la época. En el historiador Tácito, a la ‘communione parietum’ o comunidad de paredes entre edificios contiguos, que fue prohibida por razones de seguridad en Roma. El término poseía un fuerte sentido de contacto.
Es posible que el porcentaje de comulgantes sea un signo de la evolución desde una creencia de comunicación directa a otra de comunicación indirecta y simbólica. Si de ese 16% de cántabros practicantes solo la mitad comulga, tendremos que únicamente un 12% de quienes declaran creer en la transubstanciación optan por la comunión. No podemos tomar, pues, la mera declaración del sujeto a los encuestadores como una medida suficiente de la intensidad de la creencia; las prácticas reales pueden ser más reveladoras. Lo que se piensa está acaso mejor reflejado en lo que se hace que en lo que se dice.
No me acabo de representar a un antropólogo en Santa Lucía echando cuentas del porcentaje de ‘comunicantes’ dominicales, pero si los párrocos llevasen el cómputo y pasasen informe al obispo, quedarían servidas al tiempo la religión y la ciencia. Como decía Ortega, las ideas «se tienen», pero en las creencias «se está». Un ‘credómetro’ sería uno de los instrumentos científicos más importantes, no solo en este ámbito, sino en muchos otros, como la política, donde un gradiente de discrepancia entre valor declarado y conducta real es más la regla que la excepción.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.