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Shakira, Piqué, y los dos niños de la popular pareja, Milan y Sasha, han disfrutado de unos días de vacaciones en la región, donde han aprovechado para practicar surf y mejorar un poco su estilo. El futbolista barcelonés y la cantante colombiana, acompañados por ... un numeroso séquito, alquilaron durante unos días una casa situada junto a la playa de Oyambre, un lugar perfecto para relajarse en familia, tranquilo y a solo unos pasos del mar.
De cómo lo pasaron dan prueba las imágenes que ilustran estas páginas, obtenidas por Javier Rosendo, donde se les ve jugando sonrientes con las olas. Lástima que la tarde no terminara tan bien como empezó y que el jugador barcelonista mostrara su cara menos amable ante el fotógrafo colaborador de El Diario Montañés, que se las tuvo que ver con los guardaespaldas y acompañantes, que le arrebataron la cámara, borraron -mal, como se ve- las imágenes y acabaron dando explicaciones de su comportamiento ante la Guardia Civil. Pero eso es adelantar acontecimientos.
Piqué, Shakira y su familia alquilaron un chalé llamado 'La Gaviota', situado junto al monumento al Pájaro Amarillo y que, según la inmobiliaria que gestiona su arrendamiento, Wishome, cuenta con siete habitaciones y capacidad para albergar a treinta personas. La reserva mínima es por tres días, cada uno de los cuales sale, según los vecinos de la zona, «por dos o tres mil euros».
Días atrás, la intérprete del 'Waka Waka' se había desplazado con los chiquillos a Aizarnazábal, una localidad guipuzcoana donde la empresa Wavegarden ha construido un prototipo de piscina que produce olas artificiales, cerrada al público pero abierta a los elegidos, y se ve que tras poner a prueba allí sus habilidades sobre la tabla quisieron intentarlo en mar abierto.
Rosendo, a quien le habían dado el soplo de que el famoso matrimonio se encontraba por la zona, se acercó hasta Oyambre para conseguir una exclusiva para el periódico. Efectivamente, el jueves, a eso de las siete de la tarde, los Piqué-Mebarak (así se apellida ella), salieron de La Gaviota, directos al agua, y allí se pasaron unas horas. Cuando los chavales se cansaron, volvieron a la casa, mientras que sus padres aguantaron hasta que empezó a anochecer.
Fue entonces, al salir del mar, cuando Rosendo se dirigió hacia ellos, y les preguntó si podía sacarles una fotografía con la hija de unos amigos. Shakira, según cuenta, reaccionó tapándose con la tabla y echando a correr, mientras Piqué se limitó a poner mala cara, sin detenerse.
Pero la cosa no terminó ahí. Inmediatamente llegaron sus acompañantes, un grupo de ocho tiarrones que rodeó al fotógrafo y empezó a increparle. «Empezaron a decirme que de qué vas, que qué haces, que borres las fotos...», recuerda Rosendo.
Al final optó por llamar a la Benemérita, porque la situación empezaba a ponerse seria. Primero, Gerard Pique volvió por allí y le dijo que de acuerdo, que accedía a hacerse una foto con la niña, como antes le había pedido, pero que tenía que borrar todo lo demás. Como al fotógrafo no le pareció buena idea, se marchó y le dejó con su tropa.
«Volvieron sus acompañantes, me rodearon y yo no opuse resistencia cuando me quitaron la cámara; mantuve las formas en todo momento. Con ellos había un fotógrafo que les había estado sacando fotos en el agua, y fue el que empezó a enredar con la cámara. Les dijo a los otros que miraran en Google dónde llevaba la tarjeta de memoria para borrarla. Yo les pedí que no lo hicieran, porque tenía guardados otros trabajos, como fotos personales y de una boda, y mientras tanto los demás no paraban de gritar '¡borra! ¡borra!', y le decían que me tirase la cámara al mar. Entonces aproveché para llamar a la Guardia Civil: les dije que me estaban acorralando, que me habían cogido el equipo y estaban borrándome el trabajo». Eso es lo que creyeron que habían logrado antes de devolverle a Javier Rosendo su cámara, pero a la vista está que, entre todos ellos, no acertaron. Y se fueron.
Cinco minutos después llegaban los agentes, Rosendo les explicó lo sucedido y fueron a La Gaviota a identificar a quienes tuvieron parte en la bronca. Según parece, su versión, y la del propio Piqué, no fue exactamente igual, pero en la playa hubo testigos de todo.
Lo más alucinante del caso es que ayer mismo, el programa 'Ya es mediodía', de Telecinco, que presenta Sonsoles Ónega, se hacía eco del jaleo, sin que nadie se explique cómo se han enterado, y recordaba otras escenas parecidas protagonizadas por el defensa azulgrana.
Puede que él esté acostumbrado a los líos, pero Javier Rosendo no. «Yo me considero un fotoperiodista local, con una trayectoria de 25 años con la cámara, y es la primera vez que me pasa algo así. Soy el primero en respetar la privacidad de las personas, y solo hay que ver cómo son las fotos que les hice, pero esta gente parece que quiere pasar por encima de cualquiera».
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