Vacaciones en la granja
Crónicas de estío ·
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Crónicas de estío ·
Muchos turistas que visitan la región se sienten atraídos por la vida en el medio rural, el contacto directo con los animales y la huertaCantabria es un destino turístico que ofrece una combinación muy especial entre playa y campo. El olor a vaca, prado, huerta, maizal y mar, todo junto, es una seña de identidad. Muchos turistas que visitan la región se sienten atraídos por la vida en el ... medio rural, el contacto directo con los animales y la huerta. Una experiencia que ya ofrecen algunas familias de ganaderos, que dan alojamiento con el 'plus' de compartir el día a día con ellos en la granja. Un gancho turístico que está alcanzando un gran éxito, sobre todo, enfocado al público familiar, donde los niños que no viven en pueblos pueden conocer de primera mano de dónde vienen los productos o, incluso, asistir en directo al nacimiento de un ternero, si coincide.
En Galizano, funciona desde hace dos años este modelo: el establecimiento se llama Pura Agro Vida. Ramón Crespo y Carolina Lavín son ganaderos de toda la vida, con 160 vacas de leche, pero vieron que se quedaban sin relevo generacional. Su hija Carolina, técnico infantil, y su hijo Alfonso, jinete, le han dado una vuelta de tuerca para poder continuar con el legado convirtiéndolo en granja escuela con apartamentos turísticos.
«La inmensa mayoría de las familias viene de ciudades. Son niños que no tienen pueblo y desconocen el medio rural. Aquí ven cómo se cuidan los animales, las clases de gallinas que tenemos, cogen huevos, les dan de comer. Es muy bonito y les encanta. Siempre repiten. Y a nosotros nos encanta este público. De cada familia aprendes algo», asegura Carolina Lavín. Así, a sus vacas se han ido sumando caballos frisones, cobayas, conejos, gallinas de varias clases, gallos, cabras, burros, cerdos, un pavo real, un halcón y ponis.
«Les sorprende la manera en la que tratamos a los animales. Su bienestar es una prioridad para nosotros. Siempre lo ha sido, no solo ahora por este negocio de turismo. Como ganaderos también lo es», señala Lavín.
Su hija Carolina, que tiene experiencia trabajando con niños, se ocupa de organizar talleres y les acompaña en la ruta por la granja, donde les enseña datos curiosos como qué es una gallina clueca, por qué hay un huevo azul o cómo coger a un conejo, entre otros divertidos asuntos. «A nuestros clientes no les importa que huela mal, ni que haya moscas o se escuche cantar al gallo por la mañana. Nunca se han quejado de nada. Ponen en la balanza las sonrisas de sus hijos y verles disfrutar tanto», destaca.
Mientras, Ramón se ocupa de los ponis, donde monta a los niños y les da una vuelta. Asegura que la idea de alojamiento que incluye la experiencia de vivir en la granja está suscitando mucho interés y, personalmente, la están disfrutando. «Nos encanta conversar y conocer a gente de todo tipo. Con la ganadería estás más aislado, pero ahora se forman muchas tertulias en el patio. La gente se va muy contenta y siempre pensando en volver, y esto nos agrada mucho. Hay mucho trabajo, pero solo es cuestión de tener paciencia y organizarse».
Otro negocio con un planteamiento similar es la Ecogranja Sierra Hermosa, en Ceceñas. La madrileña Sara Martín se estableció en Cantabria hace once años, junto a su marido y su hijo. Compraron una propiedad con huerto y animales y decidieron que era «un paraíso que tenían que compartir». Así nació está granja de agricultura ecológica y pastoreo regenerativo, que comenzará en septiembre con novillas pasiegas.
«Ofrecemos vivir en Cantabria como vivimos nosotros. Los huéspedes nos ayudan a plantar, a regar y a recolectar. Ellos no han tenido huerta ni animales, y lo valoran. Además, ven a sus hijos alejarse de las pantallas y se convierten en niños de verdad», indica Sara. «Las familias se llevan esta experiencia en el corazón. No es un negocio, es nuestro hogar y mostramos cómo vivimos. No es un hotel, tenemos dos habitaciones familiares con siete plazas», resalta.
A orillas del pantano del Ebro se encuentra El Palacio del Campo, en Campoo de Yuso, otro de los lugares que ofrecen la experiencia turística de conocer este modo de vida. «Hay niños que piensan que la leche sale del brick. Esta experiencia directa con el medio les cambia. Conocer cómo funciona y de dónde vienen los productos les deja poso», asegura la ganadera al frente del proyecto, Amaya López, que proviene de una familia que se dedica a la ganadería desde hace varias generaciones. «Alguno entra y se tapa la nariz, pero al final la vida en la granja siempre les compensa por encima de los inconvenientes».
Otro ejemplo es la Fuentona de Santillana, un establecimiento que cuenta con dos hectáreas donde animales variados pastan libremente. El espacio se dedica a organizar eventos. «A la gente le encanta esta experiencia, que es única en Cantabria, de celebrar una boda y poder ver estos animales alrededor», destaca Beltrán Somohano, gerente. Tienen caballos, una llama, una avestruz, cabras, cerdos... Muchos de ellos son de acogida porque sus dueños no podían hacerse cargo de ellos.
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