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A Manuel Cañedo no hace falta que le convenzan; él ya sabe que con la llegada del otoño el paso por el centro de salud para ponerse la vacuna antigripal es «obligado». Y ayer, aunque acudía a consulta para curarse una pequeña herida en la mano, «en cuando me ha dicho la enfermera que ya podía vacunarme he dicho 'pues venga', cuanto antes, mejor». Manuel, ya jubilado, es de los que no falla a la llamada de la prevención. «Llevo bastantes años vacunándome, porque estoy operado de coronarias y siempre me lo han recomendado para evitar complicaciones, y la verdad es que me viene bien», dice nada más salir de la consulta de enfermería del centro de salud de Santa Cruz Bezana. En el arranque oficial de la campaña, fue uno de los primeros pacientes en recibir el pinchazo, aunque la escena del brazo al descubierto para ponerse el antídoto ya se empezó a ver de forma esporádica en la red del Servicio Cántabro de Salud desde el 25 de octubre, coincidiendo con la primera fecha anunciada y después retrasada por la Consejería. A la gente que ya tenía cita concertada la semana pasada se le ha puesto la vacuna «sin problemas», porque las dosis ya estaban esperando en las neveras, confirman distintos profesionales.
Concretamente, se han distribuido por los centros y hospitales de la región 119.200 vacunas con una composición similar a la del año pasado, que han costado a la Administración 345.529 euros. El objetivo de la campaña es superar las 104.487 dosis administradas el año pasado, porque eso significará que se ha aumentado la protección, especialmente entre la población más vulnerable a las complicaciones desencadenadas por este virus «imprevisible, que nunca se sabe cuando puede mutar y volverse más agresiva de lo esperado», como recuerdan desde Salud Pública. Los mayores de 60 años representan el principal grupo para el que está recomendada la vacuna -Cantabria es una de las pocas comunidades que amplía la cobertura que recomienda el Ministerio (a partir de los 65)-, por eso, es el perfil que más desfilará por las consultas de Atención Primaria hasta el 22 de diciembre, que finalizará la campaña antigripal.
1 Lavarse las manos tres veces al día reduce hasta un 50% la transmisión de la gripe.
2 Utilizar pañuelos desechables y protegerse la nariz y la boca al toser y estornudar ya que se transmite por vía aérea.
3 Si la temperatura corporal es mayor de 39º C y se mantiene durante 2-3 días, debe pedir cita con su médico, no ir a las urgencias de los hospitales.
4 Si tiene síntomas, no acudir a lugares cerrados (trabajo, colegio, etc) para evitar el contagio.
5 La vacuna es la única medida eficaz de prevención.
Para esas fechas, el nivel de contagios empezará su ascenso hacia la epidemia, que se prevé para las primeras semanas de enero. Los expertos coinciden en que durante las Navidades se da el ambiente más propicio para la propagación de la gripe (reuniones familiares, cenas de trabajo, vacaciones escolares...). Y cabe recordar que la vacuna surte efecto a los quince días de administrarla. María Candelas López ya está «preparada» para la llegada de la gripe. A sus 70 años, lleva participando en cinco campañas consecutivas.
«Desde los 65, que me dijeron que me convenía vacunar, no he dejado de hacerlo», pero reconoce que nunca ha logrado animar a su marido. «Él es reacio a vacunarse, pero a mí me va muy bien. Y mis dos hijas, que son asmáticas, también se vacunan y notan que a lo largo del invierno si las da el asma es de forma más floja», subraya. Como ella, otra de las más madrugadoras es Adelaida Hierro (71 años), que también tiene claro que «la vacuna me viene de maravilla. A la gripe la tengo respeto, porque a nuestra edad puede causar una cascada de complicaciones, por eso valoramos mucho la vacuna, nos ayuda a protegernos, nos da fuerzas frente a la gripe y así no tenemos tantos achaques». Entre consulta y consulta, el personal sanitario aprovecha para inmunizarse frente al virus por excelencia del invierno. Silvia Gutiérrez, responsable de enfermería del centro de Bezana, que ya tiene la tira de esparadrapo en el brazo -«Me la he puesto hace un momento»- es quien da el pinchazo a su compañera Irene Otero.
Las dos acostumbran a vacunarse, pero admiten que los profesionales sanitarios, que figuran entre los grupos de riesgo por estar expuestos al contagio y, a la vez, convertirse en potenciales transmisores, «están por lo general poco concienciados, especialmente en los hospitales. En los centros de salud es verdad que la participación en la campaña suele ser más alta». El año pasado la cobertura entre el personal de Atención Primaria fue del 40%, casi el doble que el dato que registró Valdecilla (21%), que es la gran asignatura pendiente de Salud Pública.
Sin embargo, la plantilla de los hospitales de Laredo y Sierrallana responden mucho mejor a la campaña, con tasas de participación por encima del 40%, que es el objetivo marcado por la Organización Mundial de la Salud. Según el informe de evaluación del año pasado, las mayores coberturas se concentraron en el colectivo de médicos, seguidos del de enfermería, pero el resultado también dista de un centro a otro. «En lugar de ir a más, la tasa de vacunación desciende», apunta Gutiérrez, quien anima a desterrar «falsas creencias como el típico comentario de que 'me vacuné y justo ese año cogí la gripe', que escuchamos a veces. No es así, por eso tenemos que incidir en que la vacuna es muy eficaz y pedimos tanto a los enfermos crónicos, como a las embarazadas (en cualquier trimestre de gestación), al personal sanitario y de los centros de atención a la dependencia, a los maestros... a que acudan a los centros de salud y participen activamente en la campaña».
13.025 asos de gripe se registraron en Cantabria la temporada pasada.
Como enfermera del área de pediatría, destaca que «prácticamente todos los niños a los que se recomienda la vacuna, la reciben, porque en ese caso los padres sí que están más sensibilizados y buscan la mayor proyección para sus hijos». Sofía ha sido una de sus pacientes de la mañana. Lleva tantas vacunas antigripales como años cumplidos. Cinco. «Es asmática, tuvo su primera crisis a los dos meses, así que está incluida entre los pacientes de riesgo porque cualquier infección respiratoria podría llegar a provocarle una neumonía», explica su madre, María Jesús Collantes. Además, como aconsejan que su entorno más cercano se vacune, su hermano, de 7 años, también sale con el pinchazo en el brazo. «Lo tienen asumido y vienen tranquilos, para ellos es una consulta más».
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