Las vacunas reducen al mínimo los casos entre las franjas de edad ya inmunizadas

En este punto, esta última arremetida del virus acaba de tocar fondo, y es difícil que los contagios desciendan más. En todo caso, son lo suficientemente escasos como para que la pandemia se dé por contenida, que la región en su conjunto se sitúe en un nivel de riesgo medio y que en la inmensa mayoría de sus municipios el grado de alerta sea aún menor, permitiendo que la vida recupere un ritmo casi normal, al menos el más normal desde hace muchos meses.

En realidad, las vacunas pasaron su reválida a principios de año, cuando después de administrarse entre los usuarios y trabajadores de las residencias de ancianos de Cantabria, que el covid convirtió en auténticas ratoneras durante el peor periodo de la crisis sanitaria, la enfermedad desapareció. Para verlo más claro todavía: desde el 24 de febrero no ha vuelto a registrarse un fallecimiento en estos centros por coronavirus, que hasta ese día fue la causa de 276 muertes.

El 27 de diciembre dio inicio la campaña de vacunación, que estrenó María Dolores Luzuriaga, residente en el CAD de Cueto, y que se centró en residencias de mayores y dependientes, por ser las que mantenían a las personas más desprotegidas ante el covid. Aquella jornada se contaban 192 casos activos entre sus usuarios.

Hoy, cinco meses después, todas están limpias. No hay un solo positivo entre los usuarios, casi 6.000 personas. Ese hito, el de poner el marcador de contagios a cero, se logró por vez primera el 13 de abril, después de un descenso en picado de las infecciones.

Otro tanto podría decirse del colectivo de trabajadores de la Sanidad, el otro gran grupo prioritario en la estrategia de vacunación, en su caso tanto por la exposición al mal como por su papel esencial en la lucha contra él: del medio centenar largo de casos activos con que empezó el año se llegó al cero a principios de marzo. En este momento, son dos los profesionales afectados.

La vacunación por tramos de edad arrancó en la segunda quincena de febrero, coincidiendo con la inmunización de los dependientes. Al ser la edad uno de los grandes factores de riesgo al contraer el coronavirus, fueron los cántabros de 80 años en adelante la primera franja a proteger. Con ellos se empleó la fórmula de Pfizer, que también recibieron los usuarios y trabajadores de las residencias de mayores y los profesionales sanitarios.

Según el cronograma de Sanidad, este grupo de edad se terminó de inmunizar a finales de abril, tras la administración de todas la segundas dosis. En el periodo transcurrido desde que se le empezó a vacunar hasta ahora, el número de contagios semanales ha descendido de 21 a uno.

El plan de vacunación diseñado por el Ministerio determinó que, tras los más ancianos, se continuara por los trabajadores que, según su criterio, resultaban esenciales: fuerzas y cuerpos de seguridad, emergencias y Fuerzas Armadas, y docentes y personal de educación infantil, primaria, secundaria y especial. Conviene recordar que hasta el segundo trimestre del año no se ha alcanzado una relativa normalización en la llegada de dosis en cuanto a plazos y cantidad, y, mientras han escaseado, cada decisión ministerial sobre turnos de vacunación ha estado acompañada de su consiguiente polémica.

La vacunación del siguiente grupo de edad en la región, el de las personas de 70 a 79 años, dio comienzo sobre la segunda semana de abril, al mismo tiempo que la de las personas con condiciones de muy alto riesgo (trasplantados, inmunodeficientes y pacientes oncológicos, entre otros), y la de la población entre 60 y 65. Las autoridades sanitarias determinaron que los primeros debían recibir los preparados de Pfizer y Moderna. La inmunización de este grupo de edad concluyó esta misma semana, y también se da por cerrada. La semana en que se inició esta labor se diagnosticaron 18 positivos entre los cántabros de 70 a 79 años, que han descendido a cuatro en el último balance.

Los problemas de trombos asociados a la vacuna de AstraZeneca, de los que se ha dado cumplida cuenta en estas páginas, obligaron al Ministerio a adoptar una postura sobre su uso: decidió que se emplease entre las personas de 60 a 65 años, a quienes parece no afectar este fenómeno. En Cantabria, adonde han llegado dosis contadas de esta marca, se empezó a vacunar antes a quienes estaban incluidos en ese grupo de edad que a los inmediatamente mayores, de 65 a 69 años. Estos últimos reciben Pfizer y Moderna. Cuando comenzó a administrarse la vacuna al sector de población entre 60 y 69 años, se registraban 58 positivos a la semana, que han descendido a siete, según los datos más recientes.

Las segundas dosis de quienes han recibido Pfizer y Moderna terminarán de inocularse durante la segunda semana de junio. AstraZeneca las espacia más, de modo que hasta finales de agosto no completarán la pauta.

Los cántabros de 50 a 59 años comenzaron a vacunarse durante la segunda semana de mayo con Moderna y Pfizer, y las primeras dosis terminarán de inyectarse la segunda semana de julio. El cierre del grupo con la inmunización completa está programado para finales de ese mismo mes. En cuanto al cómputo de contagios semanales de esta franja de edad, ha descendido de 33 a 22 durante este lapso de tiempo.

Observando los dos gráficos que se muestran junto a esta información, no resulta demasiado fácil establecer un paralelismo entre las líneas que dibujan los contagios y las que dan cuenta del progreso de la vacunación, ya que no es que esta suba y aquella baje como si fuera el reflejo en un espejo. Es verdad que ahora parece que las infecciones de covid tienden a desaparecer, pero también lo es que la cuarta ola ha dejado su huella en los contagios de cada uno de los tramos de edad reseñados, pese a que en unos el proceso de inmunización estaba más avanzado que en otros. Hay otros factores a tener en cuenta, como el hecho de que, por norma general, la gente más mayor es también más prudente y adopta más precauciones para evitar contagiarse, algo que también prueba la validez del consejo de mantener las medidas de higiene, mascarilla y distancia social incluso tras haber sido vacunado.

Una vez la vacuna haya desplegado todo su efecto sobre la población de 60 a 69 años, quedará protegido el sector más vulnerable a la enfermedad, el más propenso a sufrir complicaciones y agravamiento y también a necesitar atención hospitalaria. Incluso si la tendencia de los contagios, aún descendente, rebota para empezar a crecer, una vez que han desaparecido las limitaciones en cuanto al encierro domiciliario nocturno, la movilidad entre comunidades, la apertura del interior de bares y restaurantes, y hay una flexibilización de horarios y aforos, es de prever que el porcentaje de enfermos de covid que precisen ingreso disminuya respecto a meses anteriores, pues los casos se originarán en personas cada vez más jóvenes. De hecho, la Consejería de Sanidad iniciará esta próxima semana la vacunación de la franja de edad de 40 a 49 años.

Según los pronósticos del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, España habrá alcanzado la inmunidad de grupo el próximo 18 de agosto, cuando el 70% de la población esté totalmente protegido frente al virus. Otros cálculos retrasan esa fecha hasta el 9 de septiembre. Sin necesidad de esperar hasta entonces, si se mantiene el actual ritmo de vacunación el país estará razonablemente a salvo antes; Cantabria puede sentirse bastante segura a finales de junio, cuando, como ha anunciado el jefe del Ejecutivo regional, Miguel Ángel Revilla, haya recibido su pauta completa el 60% de los mayores de 16 años.