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El vacunódromo de Santander, símbolo de la lucha anticovid, se cierra tras 182.000 dosis
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El consejero de Sanidad destaca el «esfuerzo» de los profesionales durante seis meses y el papel clave del Palacio en la vacunación masivaEl día que el Palacio de Exposiciones y Congresos de Santander arrancó como primer punto externo de vacunación masiva, estaba claro que la instalación ... nacía con fecha de caducidad aunque nadie supiera entonces cuándo llegaría ese momento. Pues fue este miércoles. En marzo, su puesta en marcha significó poder aumentar las dosis diarias administradas y dar un paso de gigante en el ritmo de la campaña contra el covid. Ahora la clausura de la actividad supone que con el porcentaje de población vacunada actualmente -el 91,4% de las personas mayores de 12 años, las susceptibles de inmunización por el momento, ya están vacunadas, al menos con una dosis- ya no hace falta un espacio en el que se han inoculado más de 182.000 pinchazos en seis meses de intenso trabajo. Desde el 31 de marzo, poco antes de Semana Santa, por allí han pasado 107.000 personas para pincharse con los diferentes fármacos disponibles. Otro dato, en el primer ensayo se vacunaron 1.400 personas con AstraZeneca.
Después de tantas semanas, poder recoger el material sanitario y poner fin a esta fase de la estrategia de vacunación masiva es, sin duda, una buena noticia. Pero para los profesionales sanitarios que han trabajado allí, la jornada de cierre tuvo también un cierto sabor amargo. La tarde de este miércoles, la última, sabía a despedida porque lo era. Y decir adiós no siempre es fácil. Sobre todo si eso quiere decir dejar de compartir turno de trabajo con compañeros que hace tiempo que se convirtieron en familia. «Ha sido una experiencia que no olvidaremos. Aquí hemos vivido muchas cosas», reconocía Alberto Birue, auxiliar de enfermería de la Unidad de Vigilancia Epidemiológica e Intervención del Hospital de Liencres. Justo en ese hospital empezó él a vacunar en enero. Luego, le enviaron al Palacio y desde su apertura ha estado en la capital cántabra inoculando dosis sin descanso. Así que ha vivido todas las fases que ha atravesado el recinto santanderino. Desde la primera prueba, hasta los problemas con las colas y «la presión de tener y querer vacunar a todo el mundo», cuenta. Ganas de avanzar que en cierto momento se convirtieron en un objetivo que perseguían «ansiosos».
Mónica Yllera | Enfermera
Al principio todos los ojos estaban puestos en ellos, en ese equipo al que ahora ya no verá todos los días. Por echar la vista atrás, ¿cómo fue aquel primer día? «Empecé motivado, sabía que era algo único», comentaba este miércoles mientras repasaba con la mirada el recinto en el que aún quedaba gente vacunándose. Como si quisiera echar un último vistazo para guardar en la retina cada esquina del Palacio a la par que aprovechaba para recordar el paso de los meses y todo lo vivido allí: «El día que vuelva contaré y me iré acordando de dónde estaba colocado todo».
Elena Vázquez | Médico
Han sido tantas semanas que se acumulan hasta las anécdotas y esas pregunta recurrentes que mucha gente les planteaba antes del pinchazo. Algunas de ellas, o la mayoría, incluso provocaban en ellos cierta sorpresa que quedaba disimulada por la mascarilla. Por ejemplo: «Nos han traído cartas de agradecimiento», recordaba el auxiliar. Palabras escritas que, de alguna manera, les recordaban lo fundamental de su trabajo y que aprovechaban para colgar por allí, donde pudieran, para tenerlas siempre a la vista. Eso sí, aunque para él termine ahora el trabajo en el Palacio, su actividad no cesa, ya que hoy mismo se suma al equipo de vacunación de terceras dosis en las residencias de mayores.
Laura Ruiz | Enfermera
En las emociones coincidieron todos. No sólo lo dijeron, además se leía en sus ojos. «La sensación es agridulce», admitía también Elena Vázquez, médico del Servicio Cántabro de Salud, que ha estado en el vacunódromo desde su arranque. Por supuesto lo positivo es poder cerrar una etapa, pero eso no oculta la «pena» de terminar el trabajo. De este tiempo se queda con el «buen equipo» que han formado juntos. Sobre todo lleno de gente joven «muy implicada», añadía, que no ha dudado en «meter horas». ¿Y alguna anécdota? «Muchas», reconocía entre risas. Por ejemplo, gente que, para dar las gracias, les ha llevado bombones, pastas... Por lo que cuentan, comida no les ha faltado. Hubo incluso un señor que llegó allí con las manos vacías, pero se arrepintió así que «después del pinchazo salió corriendo y volvió con pasteles» para todos los profesionales. Esos detalles que luego disfrutaban juntos en los ratos de descansos.
El cierre del Palacio de Exposiciones de Santander no significa que termine la campaña de vacunación. Quien tenga pendiente la segunda dosis o aun no haya recibido la primera, podrá hacerlo en los centros de salud que continuarán administrando dosis incluso los fines de semana. Así, este próximo domingo estará abierto el de El Sardinero para «cubrir las necesidades de las personas que durante la jornada laboral no pueden acudir», explicó este miércoles Celia Gómez, gerente del Servicio Cántabro de Salud. Las agendas de primeros pinchazos ya estaban abiertas «para que siga funcionando la autocita», añadió. La estrategia vuelve a Atención Primaria porque «es un volumen de vacunación que pueden manejar perfectamente». En concordancia con la caída del ritmo de pinchazos, también cambia la planificación de la llegada de dosis. A partir de ahora «pediremos las necesarias». «Salvo que haya una decisión masiva, las necesidades serán semanales», detalló.
Aunque no todo ha sido tan positivo, también ha habido que tranquilizar a mucha gente que venía «con pánico a las agujas», añade Vázquez. Un miedo que empezaron a percibirlo a medida que bajó el rango de edad de la población. Los más mayores acudían al Palacio sin nervios y convencidos de que la vacuna era el único camino para dejar la pandemia atrás. Quizá más acostumbrados. Sin embargo, a partir de las 40 años comenzaron a ser más habituales las dudas. Tantas que la frase que recuerda haber escuchado más veces es: «Me vacuno porque hay que hacerlo y que sea lo que Dios quiera», repetía la médico. Como si la suerte o la fortuna jugarán algún tipo de papel en el momento del pinchazo. A Laura Ruiz, enfermera de la UVEI, lo que más le ha sorprendido es la cantidad de gente que le ha preguntado si podía ducharse tras la vacuna. Y lo que más recuerda, «las galletas y los bombones que nos han traído».
Lorena Álvarez | Fisioterapeuta
La «incertidumbre» de los primeros días, de «si la gente vendría», quedó atrás rápido. Poco antes del verano y durante el periodo estival, hubo un «pico» en el ritmo de dosis y poner fin a los pinchazos es «cerrar una etapa», compara Mónica Yllera, enfermera. Un paso que en marzo no se veía ni en el horizonte, era un objetivo muy lejano. «Parece que fue ayer cuando empezamos», dice Enara López, auxiliar de enfermería. La calidad de los compañeros hizo que cada día se levantara «queriendo ir a trabajar» porque allí estaba encantada. Semanas en las que también ha habido tiempo de aprender a organizarse. Porque al principio se traía el material sanitario a diario. Nadie sabía cuánto tiempo estaría operativo el Palacio así que cada mañana se preparaba lo necesario para la jornada. Luego se empezó a colocar el material en estanterías al entender que el trabajo iba para largo.
Enara López | Auxiliar
Pero el sentimiento de «pena» no lo repitieron sólo los profesionales sanitarios, también lo reconoció el consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, que se acercó este miércoles al Palacio de Exposiciones para clausurar la actividad acompañado por los miembros del comité operativo que se ha encargado de coordinar y gestionar la campaña de vacunación en Cantabria. El balance de estos meses es «muy positivo», señaló, porque haber conseguido los altos datos de población vacunada ha sido «por la contribución que ha hecho el Palacio», añadió, donde, además, se ensayó el primer día de vacunación sin cita. Pero ahora las cifras invitan «a desmontar el dispositivo», resumió.
Alberto Birue | Auxiliar
Uno de los porcentajes de los que habla el titular de Sanidad es el porcentaje de población inmunizada. En concreto haber alcanzado ya el 89,4% de la gente objeto de la campaña y el 80,4% de la población global. Por lo que, en cifras, «para llegar al 85% del total de la población, hablamos de que faltan menos de 15.000 personas», cifró Celia Gómez, gerente del Servicio Cántabro de Salud. Al Palacio también se desplazó Noemí Méndez, concejala de Juventud, Educación y Salud del Ayuntamiento de Santander. La edil recordó que el Consistorio «desde el primer momento ofreció los espacios municipales» para lo que requiriese la crisis sanitaria. Y es un «orgullo» que la instalación se haya convertido en «el motor de la vacunación», reconoció. Un trabajo que ha supuesto un coste económico, reconoció Méndez, que no quiso dar cifras, pero sí añadió que es dinero «bien invertido porque la salud está por encima».
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