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La historia se repite. Con el matiz de la barrera construida con la vacunación masiva, que ha reducido la letalidad y la proporción de complicaciones graves, pero la sexta ola ya aprieta al sistema sanitario -se han duplicado los ingresados en apenas diez días ... (ayer había 63) y las consultas en Atención Primaria se disparan- y obliga a los hospitales a cambiar el paso para asumir la demanda covid. Toca, otra vez, reorganizar las estructuras y liberar espacio para ampliar las áreas de aislamiento, que se han quedado pequeñas. Valdecilla ya ha dispuesto una tercera planta en las Tres Torres y prevé abrir de nuevo la UCI del pabellón 15, porque la del 17 está rozando el lleno (en el último recuento acogía a 13 enfermos críticos). «Desafortunadamente la vamos a necesitar», admite a su pesar el gerente, Rafael Tejido.
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«En el momento que demos ese paso, que esperamos que sea en los próximos días, tendremos que suspender una parte de la actividad quirúrgica, para dedicar personal de Reanimación a Cuidados Intensivos. Lo más complicado es la cobertura de recursos humanos, porque son profesionales muy específicos», añade. En los escasos dos meses que dio de tregua la pandemia tras la quinta ola, el Servicio Cántabro de Salud puso a pleno rendimiento los quirófanos para aligerar las abultadas listas de espera. Un objetivo que competía con el despliegue de la vacunación. A principios de octubre se abrieron incluso los de Tres Mares (Reinosa), después de año y medio paralizados. Era la teórica vuelta a la normalidad poscovid. Pero el virus nunca se fue.
hospitalización
«Hemos hecho cinco veces el mismo recorrido», lamenta Pedro Herce, gerente de Sierrallana, en referencia a la readaptación al contexto covid. En el área de Torrelavega la presión asistencial hasta la fecha ha sido más contenida (acoge siete positivos y hubo algún día que incluso quedó a cero), pero el hospital también abrió ayer la planta de reserva, con capacidad para 36 pacientes (18 habitaciones dobles), y tiene dispuestos, «con posibilidad de apertura inmediata», los ocho boxes adicionales de Urgencias instalados en el antiguo gimnasio de Rehabilitación. «Hay que tener los efectivos preparados por si se pone fea la situación en plenas Navidades, que parece que es la tendencia hacia donde vamos», indica Herce.
cirugías
Ahora, aunque la incidencia acumulada a catorce días en Cantabria está por encima de los 350 casos por 100.000 habitantes, el impacto hospitalario está mermado por la vacuna. No obstante, la ocupación en UCI se sitúa ya en el 8,2% y la región ha vuelto al nivel 1 de riesgo a las puertas de las Navidades. Y en cinco municipios la probabilidad de transmisión es mucho mayor (nivel 2), según la actualización del semáforo covid. «Una situación que nos recuerda al diciembre del año pasado», declara Mónica Hernández, gerente del Hospital de Laredo. Allí fue donde primero se empezó a notar la nueva oleada de contagios. No es la primera vez que pasa, ligado a los flujos de la zona oriental con el vecino País Vasco (inmerso en la sexta onda mucho antes que Cantabria). Era cuestión de tiempo. Castro, por ejemplo, se mueve en una tasa de más de 400 casos por 100.000 habitantes. «Llevamos tres semanas muy malas», reconoce Hernández. Hasta el punto que hace días que Laredo tuvo que empezar a derivar pacientes a Valdecilla, «porque no nos entran. Aquí no tenemos posibilidad de abrir más plantas. El aumento de ingresos ha sido muy rápido y tenemos también muchos enfermos que no son covid», apunta.
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El invierno siempre es época de mayor presión, coinciden. Y la saturación de Pediatría de Valdecilla en noviembre es el ejemplo más reciente. La epidemia de bronquiolitis, sumada a otras infecciones respiratorias y a patologías en auge entre la población infantil, como los trastornos de alimentación, obligó a ampliar la capacidad de camas. «El problema es que tenemos el hospital completamente lleno», señala Tejido, lo que complica el margen de maniobra que exige ahora la pandemia. «Y aún aumentará la presión a lo largo de esta semana, es lo previsible», dice. Y eso que «aún no ha aparecido la gripe».
Desde que recurrió al auxilio del hospital santanderino, Laredo ha remitido más de una veintena de enfermos. De hecho, aunque en los datos diarios de balance, el centro pejino no suele rebasar los diez ingresados por coronavirus (ayer había bajado a cuatro), en realidad es porque no puede asumir más. Su cifra real se multiplica por tres. De ahí que el repunte de Valdecilla haya sido el más llamativo, «en parte por el efecto rebote de Laredo», como reconoce Tejido. Tal es así que ya está preparando una segunda UCI covid -la del pabellón 15, que se había cerrado en octubre- y una tercera planta de hospitalización, «porque nos va a hacer falta». «Estábamos ilusionados con que fuera suficiente con la séptima D, pero el domingo pasado ya tuvimos que añadir la C y, si seguimos así, necesitaremos la B», explica.
Rafael Tejido
Gerente de Valdecilla
Pedro Herce
Gerente de Sierrallana
Mónica Hernández
Gerente de Laredo
«Esperamos que el volumen de ingresos sea algo menor que la semana pasada, pero hay que estar preparados. Aunque el impacto hospitalario se ha reducido mucho al estar la mayoría de la población vacunada -si antes ingresaba un 13% de los positivos, ahora lo hace un 6%-, lo que no ha variado es la proporción de casos graves. El 20% de los hospitalizados acaba en Cuidados Intensivos», subraya el gerente. «Y, por supuesto, el riesgo entre los no vacunados en mucho más elevado». En este sentido, confía en que el despliegue de las dosis de refuerzo entre la población mayor de 60 años «haga de muro de cara a la Navidad. En diciembre de 2020 estábamos algo mejor que ahora, porque la tercera ola nos vino después de las fiestas navideñas. Confío en que el próximo enero estemos mejor que entonces con la ayuda de la vacuna», señala Tejido. Un deseo que comparten los dos directores de los hospitales comarcales. De ello dependerá poder mantener la programación de las cirugías.
Laredo ya funciona con un quirófano menos de lo habitual debido a las obras en marcha. «Hasta el momento, en Sierrallana no hemos tenido que suspender planificación quirúrgica. Resistimos mejor, porque aquí la presión aún no ha apretado», sostiene Herce, consciente de que la situación puede cambiar de una semana a otra. «Este virus nos ha sorprendido demasiadas veces. A estas alturas, ver la tensión que se nos viene encima otra vez es agotador». Por ello, incide también en que «las urgencias hospitalarias no sustituyen los dispositivos de atención continuada y las consultas de los centros de salud. Si nos colapsamos con casos leves, ponemos en riesgo la atención rápida a los graves», advierte.
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