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«No esperábamos esta ola tan rápida», reconoce el gerente de Valdecilla, Rafael Tejido, que ante el progresivo incremento de ingresos de los últimos días se ha visto obligado a adecuar antes de lo previsto el plan de respuesta a la pandemia para ... ampliar la reserva de camas covid, tanto en planta como en las unidades de cuidados intensivos, apoyándose de nuevo en el Hospital de Liencres, que vuelve a recibir pacientes para aliviar la carga que soporta Valdecilla.
El margen de hospitalización, siempre teniendo en cuenta que se trata de no interferir en la atención al resto de patologías, se estrechó de forma preocupante a mitad de la semana pasada, cuando el hospital empezó a recibir más de siete pacientes diarios con complicaciones por infección de coronavirus. Ese dato encendió las alarmas. El miércoles, mientras el consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, visitaba las obras de ampliación del área covid en los pabellones de Valdecilla, apenas quedaban 17 camas libres en planta. Ahí las cuentas se hacían solas. Imposible llegar al fin de semana con capacidad suficiente mientras la curva de contagios sigue disparada.
En la reunión de urgencia convocada al día siguiente por la Dirección del hospital se decidió habilitar la séptima planta del edificio 2 de Noviembre, que aporta otras 42 camas a las 72 destinadas en las Tres Torres. Y ayer el hospital ya llegó a los 92 hospitalizados, lo cual quiere decir que ha ocupado casi la mitad de la reserva de camas recién ampliada. La séptima planta de todo el complejo hospitalario ya es zona covid. Para poder realizar este cambio, la Gerencia ha vuelto a recurrir al Hospital de Liencres, aunque en esta ocasión la estrategia es diferente a la que se siguió en la primera oleada de la pandemia, cuando se trasladó allí a los pacientes geriátricos afectados por coronavirus al final de su convalecencia, como fase previa a su alta hospitalaria. Ahora, en cambio, lo que se ha decidido ha sido que Valdecilla atienda a todos los enfermos covid, recolocando a los pacientes que antes ocupaban la planta del 2 de Noviembre reconvertida, a cargo del servicio de Medicina Interna, bien en Liencres, donde se cuenta con 42 camas -los primeros pacientes ya han sido trasladados- o repartidos entre la planta octava y novena del mismo edificio, donde se han abierto doce camas más. «De esta forma llegamos a las 114 camas operativas para covid, esperamos aguantar con esto», confía el gerente, que reconoce que «después del tsunami de marzo, en el verano la pandemia había estado zigzagueando, pero siempre habíamos tenido un escenario controlado. Sin embargo, ahora asistimos a una pendiente mucho más rápida de lo que esperábamos».
VALDECILLA
SIERRALLANA
LAREDO
Es por eso que también se ha reforzado ya la disponibilidad de la UCI covid, preparándose otra unidad con 12 puestos, que se añaden a los 24 que se han estado utilizando hasta ahora (6 en una sala y los 16 abiertos este verano en el pabellón 15) y que han tenido una ocupación máxima de 16 pacientes al tiempo en dos momentos distintos, el último el pasado martes -ayer volvían a ser quince, según el último informe facilitado por Sanidad-. La tasa de ingreso en UCI de Valdecilla, que recibe a todos los pacientes críticos del Servicio Cántabro de Salud (es decir, a los derivados también desde los hospitales comarcales), se mantiene en torno al 11%, pero la clave ahora, viendo la grave situación que ya atraviesan otros hospitales del país, es por cuánto tiempo seguirá siendo así. Más teniendo en cuenta otro dato llamativo: en la primera oleada de covid el pico de ingresos en UCI llegó a los 39 y el total de pacientes con diagnóstico confirmado fue de 66 -entonces, también Sierrallana manejaba a sus pacientes críticos-. Pero desde que el coronavirus reapareció con fuerza en verano ya son 63 los pacientes positivos que han pasado por la UCI de Valdecilla.
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En la línea de lo que se vio en la primera fase, el 70% son varones, aunque en esta segunda ola la edad media es algo superior, sobre los 60 años, mientras que en la primera rondaba los 55. La estancia media aproximada es de 12 días y el cuadro clínico coincidente: hipertensión, neumonía e insuficiencia respiratoria.
«Para evitar que se vea afectada la actividad no covid, se ha preparado la zona de nueva sala UCI (no abierta aún) de tal forma que no altere la programación quirúrgica», explica Tejido. Otra diferencia con respecto a la organización de los equipos que se hizo en marzo, cuando hubo que suspender el grueso de las cirugías para atender la demanda desencadenada por la pandemia, utilizando como UCI también la Unidad de Reanimación. El reto ahora es dar respuesta a la segunda ola manteniendo «en la medida de lo posible» las intervenciones quirúrgicas. Sierrallana, por su parte, ya ha suspendido las cirugías de los programas especiales de tarde para liberar camas de hospitalización, aunque aún no ha tenido que abrir la planta de reserva extra. Su gerente, Pedro Herce, teme que «será cuestión de días». Ayer, contaba con 24 pacientes covid. Y Laredo, con una disponibilidad limitada a 35 camas, ya tiene ocupada casi la mitad. Las autoridades sanitarias miran «horrorizados» la situación de la vecina Asturias, sin quitarse de la cabeza el refrán.
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