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Extraer linfocitos (células defensoras del organismo) de la sangre de un paciente con leucemia o con linfoma para 'entrenarlos' en un laboratorio y que al volver a ser infundidos a su dueño puedan luchar contra el tumor es la base de la terapia celular CAR- ... T, una inyección de vida para un sistema inmunitario vencido por el cáncer y la última oportunidad para enfermos hematológicos que no tenían ninguna alternativa.
Tras la reciente designación de Valdecilla como centro de referencia del Norte, este tratamiento -con un coste estimado de 300.000 euros- ya se puede aplicar en Cantabria, aunque el proceso de manipulación genética de las células se desarrolla a miles de kilómetros (Estados Unidos o Alemania son los principales destinos). Pero en paralelo al boom de las CAR-T, se ha ido desarrollando otra vertiente de la terapia celular que ya está en plena producción en Cantabria, abriéndose con ello «un horizonte lleno de posibilidades por explorar dentro de la medicina de precisión».
Se trata de la 'fabricación' de medicamentos biológicos que enseñan a las células a luchar contra una de las infecciones víricas más frecuentes y graves en pacientes trasplantados de médula ósea (progenitores hematopoyéticos), las causadas por citomegalovirus, «un tipo de virus que en una persona sana apenas tiene relevancia, pero que puede costar la vida a estos pacientes». Y hasta ahora no existía tratamiento farmacólogico eficaz.
Tras año y medio de trámites y exhaustivos controles de seguridad, la Unidad de Terapia Celular impulsada por el Servicio de Hematología de Valdecilla y el Banco de Sangre y Tejidos recibió en noviembre la autorización de la Agencia Española del Medicamento para administrar a pacientes esta primera terapia celular producida en Cantabria en el marco de un ensayo clínico que se extenderá a treinta trasplantados en los próximos dos años. El primero ya ha sido tratado con éxito, puesto que no ha desarrollado la temida infección ni ha experimentado efectos adversos, y el segundo la recibirá en cuestión de días.
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La fuente de esta terapia, en este caso, son las células del donante a partir del cual se ha realizado el trasplante de médula ósea. «Cuando una persona ha pasado esta infección, se queda en su sistema inmune una parte de esa población de linfocitos que ya tienen memoria (de ahí su nombre) contra ese virus, de tal forma que, cuando se vuelva a encontrar con él, puede actuar directamente», explica José Luis Arroyo, director del Banco de Sangre y Tejidos. La terapia consiste en hacer una selecta selección de esos linfocitos memoria -«Hay uno escondido entre cientos de miles y tenemos que conseguir una cantidad suficiente para que sea efectiva»- y que trabajen en el torrente sanguíneo del paciente trasplantado.
Más que dar munición al sistema inmunitario, añade Enrique Ocio, jefe de servicio de Hematología de Valdecilla, «lo que hacemos es meter directamente los soldados entrenados, porque es un fármaco vivo que se introduce dentro del aparato circulatorio del paciente y que puede durar meses e incluso años». Y con la posibilidad de «controlar si esa célula vigilante contra la infección que hemos infundido sigue ahí o hay que volver a estimular esa capacidad defensiva», precisa el hematólogo Carlos Richard, coordinador de la Unidad de Terapia Celular y uno de los impulsores, junto a la doctora Arancha Bermúdez (directora del programa), de este avance que se lleva gestando en Valdecilla desde hace más de cinco años.
En este tiempo, las hematólogas Lucrecia Yañez y Mirian Sánchez-Escamilla se han formado como expertas en CAR-T tras su estancia en el Hospital Memorial Sloan-Kettering de Nueva York. La cadena de la terapia celular comienza en la Unidad de Aféresis, que ahora depende directamente del servicio de Hematología. Allí, los médicos Iñigo Romón y Gala Aglaia son los responsables de obtener el mejor producto del paciente para enviar al área de producción celular, que dirige Óscar Pello, en las dependencias del Banco de Sangre y Tejidos en Liencres.
«Estamos en una situación muy buena de partida. Se puede decir que hemos hecho lo más difícil, la base sobre la que ahora hay que construir un proyecto transversal basado en terapia celular», indica Ocio. Y su desarrollo va a depender de que el resto de especialidades médicas conozcan las posibilidades de estos innovadores tratamientos, avanza Richard.
«El punto clave es que la unidad tecnológica está acreditada por la Agencia Española del Medicamento como garantía de la fabricación de esta terapia celular», añade, «por lo que ahora es más fácil su ampliación a otras aplicaciones». En la actualidad, de los 25 centros de España acreditados para terapias CAR-T por el Ministerio de Sanidad -los diez últimos dados a conocer la semana pasada-, menos de una decena tiene su propia unidad de producción celular. «El Hospital Valdecilla está dentro de ese grupo de excelencia», destaca Ocio.
Y con la vista puesta en la tercera pata por explorar dentro de la terapia celular: «Somos capaces de intentar reproducir células mesenquimales, cuya vertiente más importante es que facilitan la regeneración de tejido (piel, cartílagos, huesos...), una línea de investigación que puede ser muy útil sobre todo en el ámbito quirúrgico (Cirugía Plástica, Cardiovascular, Dermatología...)», destaca Richard, que ya ha iniciado los contactos con los diferentes servicios que se podrían beneficiar de su utilización. «Es la medicina del futuro. Y es difícil de marcar los límites del abanico de posibilidades que se abren con la terapia celular», coinciden.
La terapia celular antiviral desarrollada para pacientes hematológicos se produce en el Hospital de Liencres, donde se ubican las dependencias del Banco de Sangre y Tejidos de Cantabria. El componente fundamental de esta unidad, en la que trabajan siete profesionales, es una pequeña sala estéril que aloja el equipo Prodigy, que es el que realiza esa separación celular personalizada. En él se introduce la muestra obtenida por aféresis del donante (unos 15 mililitros) y 24 horas después está listo el batallón de linfocitos preparado para prevenir la infección viral y mejorar las perspectivas de vida del paciente trasplantado de médula ósea.
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