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El Hospital Valdecilla culmina la «histórica» renovación de alta tecnología destinada a afinar el diagnóstico y mejorar los tratamientos con la ampliación del área ... de Radiología, que la próxima semana estrenará una nueva zona habilitada en la planta baja de la torre B (-3, a la altura de Urgencias, si se entra desde Valdecilla Norte) que aloja las tres salas de intervencionismo (dos para patología vascular y otra de neurorradiología, que resultará clave para salvar las secuelas del ictus) y dos escáneres -uno reubicado y otro que se añade a la maquinaria ya disponible en el hospital, que empezará a funcionar en noviembre-. Una puesta a punto posible gracias a la llegada de fondos europeos del plan Inveat gestionado desde el Ministerio de Sanidad, que ha traído a Valdecilla diecisiete equipos, repartidos entre los servicios de Oncología Radioterápica (tres), Radiodiagnóstico (seis), Cardiología (cuatro), Medicina Nuclear (tres) y Cirugía Cardiovascular (uno), más una resonancia magnética para Sierrallana (Torrelavega) y un TAC para el hospital de Tres Mares (Reinosa).
Radiodiagnóstico Actualiza sus tres salas de radiología intervencionista (angiógrafos), incorpora una resonancia magnética y un TAC adicionales y ha renovado otro de sus escáneres.
Medicina Nuclear Incorporó dos gammacámaras, que mejoran la precisión diagnóstica y un PET TC (el segundo del servicio).
Oncología Radioterápica Renovó un acelerador lineal y recibió un TAC de planificación y un equipo de braquiterapia.
Cardiología Renovó las cuatro salas de Intervencionismo (de Hemodinámica y de Arritmias).
Cirugía Cardiovascular Ya dispone de un quirófano híbrido gracias al plan Inveat.
En total, la inversión tecnológica supera los 17,2 millones de euros, a los que el Servicio Cántabro de Salud aportó además otros 3,5 millones de fondos propios para completar la factura de las adquisiciones en su apuesta por aprovechar esta oportunidad para introducir el equipamiento más puntero. En este momento, tras el despliegue de obras de acondicionamiento que comenzó en febrero en distintas dependencias del hospital, solo queda por instalar la nueva resonancia magnética recién llegada (ayer mismo) al servicio de Radiodiagnóstico de Valdecilla, que contará a partir de ahora con cuatro máquinas para realizar la prueba estrella, que es también la que más lista de espera acumula.
Asimismo, al añadirse un escáner, la dotación se amplía a cinco TAC -ya había sido renovado también meses atrás el destinado a Urgencias- y se sustituyen los tres angiógrafos antiguos (salas de radiología intervencionista en las que se utilizan catéteres y agujas guiados por técnicas de imagen para tratar patologías de forma mínimamente invasiva) por los nuevos instalados en esta zona ganada al hospital, que hasta que se ha acometido esta obra era una superficie vacía en los sótanos del edificio de las Tres Torres. De hecho, esta ha sido la reforma de mayor envergadura derivada del plan Inveat, financiada por el SCS, que encargó los trabajos a la empresa Dragados a finales de abril.
Durante el tiempo que se han prolongado las obras de acondicionamiento y reubicación de aparatos, casi 4.000 pruebas de escáner se han realizado los sábados y domingos (una media de 160 pacientes por fin de semana), con el objetivo de no engrosar aún más las demoras y compensar con esa actividad extraordinaria la máquina parada para el cambio de emplazamiento. Ese movimiento de pacientes se reducirá con la puesta en marcha de la nueva unidad de Radiología, aunque «se mantendrán las resonancias mañana, tarde y noche dada la altísima demanda», subraya el jefe de servicio, Andrés González Mandly, que destaca el «reto que tenemos por delante para sacar el máximo rendimiento a todo este nuevo equipamiento, un salto tecnológico que va a suponer mejor calidad asistencial para los pacientes y mayor capacidad de atraer profesionales», teniendo en cuenta que los radiólogos están entre las especialidades más deficitarias de personal.
17,2 millones
es la inversión en alta tecnología en el SCS.
19 equipos
incluye el plan Inveat, 17 para Valdecilla.
«Las tres salas robotizadas de radiología intervencionista están preparadas para funcionar como un quirófano híbrido. La diferencia con respecto a los angiógrafos antiguos es que mejoran la calidad de la imagen y la dosis de radiación que necesitan para generar esa imagen se reduce a una cuarta parte (es decir, un 75% menos), lo que implica que vamos a poder hacer las cosas más rápido y con mayor seguridad», explica el jefe de servicio. Al tratarse de intervenciones mínimamente invasivas, muchas veces sólo requieren ingreso en el hospital de día. En concreto, continúa, «dos de los tres angiógrafos se van a utilizar por la sección de radiología vascular intervencionista, que se encarga de intervenciones del árbol vascular (no lo neurológico, que se abordará en la tercera sala)». Eso incluye tratamientos en colaboración con los cirujanos cardiovasculares, como la reparación de aneurismas de aorta (patología muy grave en la que la arteria más importante del organismo se dilata y se rompe), que «antes obligaba a una cirugía muy agresiva y que desde hace muchos años se resuelve por vía intravascular con mejores resultados para el paciente», añade González Mandly.
Además, «con estos equipos angiográficos, los radiólogos vasculares intervencionistas pueden solucionar estrechamientos (estenosis) de las arterias de las piernas o del aparato digestivo, por ejemplo, o trombosis cuando hay un embolismo desde el corazón. Todo eso que antes requería cirugía, ahora se hace con estos tratamientos mínimamente invasivos». Con este equipamiento también se pueden resolver hemorragias del posparto que «a veces pueden ser muy graves. Antes la única opción que había era la histerectomía (quitar el útero), ahora en bastantes casos, cada vez más, podemos tratar a esas pacientes para, a través de un catéter, llegar a la arteria que está sangrando, ocluirla y evitar que tengan que pasar por una histerectomía, preservando así la posibilidad de un futuro embarazo». Y lo mismo con arterias que se hayan roto en accidente de tráfico o por cualquier otro traumatismo. Intervenciones renales y hepáticas mínimamente invasivas e incluso la administración selectiva de quimioterapia a tumores de hígado son otras de las funciones de los radiólogos intervencionistas.
La otra pata fundamental de la unidad es la del neurointervencionismo (clave en el abordaje del ictus), donde se han habilitado dos salas paralelas, aunque solo se ha equipado una, porque el cuarto angiógrafo llegado a través del Inveat se destinó al quirófano híbrido de Cirugía Cardiovascular. «En este caso, se trata de un aparato que ofrece dos planos de imagen distintos (los otros son monoplanos), lo que mejora la seguridad del procedimiento. Nos permiten navegar y llegar a zonas del cerebro que antes era imposible», destaca el radiólogo. Y es ahí donde se pueden evitar las secuelas más graves del ictus si el paciente llega a tiempo y es susceptible de una trombectomía (la técnica que consiste en retirar el coágulo que provoca la falta de riego sanguíneo en una zona del cerebro). «Esta intervención ha cambiado radicalmente el manejo del ictus y ha mejorado mucho el pronóstico», indica González Mandly, que recuerda que hay equipos de guardia localizada las 24 horas del día.
En esta sección se realizan también «procedimientos intervencionistas de columna (como fracturas vertebrales, evitando largos tiempos de convalecencia con corsé en algunos casos) o de médula, ya que somos uno de los cuatro centros de referencia (CSUR) en patología vascular raquimedular (los otros están dos en Madrid y uno en Valencia)», concluye.
«El crecimiento tanto de la incidencia de ictus como de los casos que podemos solucionar los radiólogos intervencionistas para evitar las secuelas está siendo exponencial, probablemente este año pasemos de 210 pacientes (trombectomías) en Valdecilla. Y esto empieza a suponer un problema asistencial incluso por las mañanas», expone el jefe de servicio de Radiodiagnóstico, que confía en que a futuro se equipe la cuarta sala habilitada en la nueva unidad, ahora vacía. «Cuando hacemos otros tratamientos, como aneurismas cerebrales o procesos de columna, a veces se da el caso de que en ese momento llega un paciente con ictus y no somos capaces de atenderlo porque no se han terminado esas intervenciones. Eso que antes era anecdótico ya casi pasa cada semana. De ahí que haya que pensar en adquirir un nuevo equipo».
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