Valdecilla probará en quince menores de 13 a 17 años la eficacia de la vacuna de Janssen

«Al ser tan pocos casos los que se necesitan, no hemos tenido que hacer un llamamiento, sino que han salido del propio entorno sanitario», señala Sánchez. «A todos ellos se les administrarán dos dosis -alguna será placebo-, separadas por dos meses, con otra de recuerdo al año de la primera». Los participantes han tenido que cumplir dos requisitos para ser aptos para el ensayo: estar sanos y no haber tenido contacto con el SARS-CoV-2, virus causante del covid-19. Es decir, dar negativo tanto en la prueba PCR como en el test serológico, para comprobar que tampoco presentan anticuerpos.

«Dentro de la política de desarrollo integral de nuestro ensayo, la rama de los adolescentes es un grupo más. El esquema es parecido al de los adultos, pero más sencillo, porque requiere menos visitas y menos extracciones de sangre», indica la coordinadora de la Unidad, que avanza que el seguimiento de estos menores será de un año. Entre las primeras reacciones, «algo de febrícula y dolor en la zona del pinchazo». La investigadora destaca «la disponibilidad absoluta de los adolescentes. Son encantadores. Es más, muchos han empujado ellos mismos a sus padres para poder participar. Son plenamente conscientes de lo que implica. De hecho, además del consentimiento autorizado por sus padres, los menores han firmado un asentimiento, en el que expresan que participan libremente. Ellos quieren contribuir a demostrar que la vacuna es eficaz y segura», subraya Sánchez.

Saben que es el camino para recuperar esa ansiada normalidad que hace un año saltó por los aires. «Es la forma de protegerse del virus, pero también de volver a relacionarse, de salir de ese aislamiento social que tantas consecuencias está desencadenando en estas edades», sostiene la pediatra María Jesús Cabero, que advierte de los graves efectos de la pandemia en la salud mental de los menores. «Estamos viendo más patología psiquiátrica, cuadros de ansiedad..., han aumentado los ingresos de niños y adolescentes. Es imprescindible que vacunemos rápido, porque los menores también acusan el cansancio de esta situación, de tantas normas, del estrés en el colegio, de la preocupación por las consecuencias económicas, de la falta de ejercicio...», señala la jefa de Pediatría de Valdecilla.

«Aunque a los menores no les haya afectado tanto el virus como se pensaba, son igual de susceptibles, y no sabemos si puede haber una variante que les afecte más, por eso es fundamental la vacunación, una vez se demuestre que es segura, eficaz y que no va a tener efectos secundarios, que es el objetivo de todo ensayo», añade Cabero. De esta forma, se confía en evitar las manifestaciones más graves de la enfermedad en los niños, como es el síndrome multi-inflamatorio sistémico, que aunque es infrecuente, puede dañar los diferentes órganos, incluido el corazón.

«Para llegar a una inmunidad de grupo hay que vacunar al mayor número de sujetos y eso incluye a los niños, no podemos dejar fuera a una parte de la población que vive con los adultos y que también transmite el virus», señala Alberto Borobia, coordinador de la Unidad de Ensayos Clínicos del hospital madrileño de La Paz, que es, junto a Valdecilla, el segundo centro de España que tiene activo el ensayo de Janssen, ahora extendido a población adolescente. «Nosotros vacunamos a los primeros el día 11, continuamos la semana pasada y seguiremos la próxima. En ensayo a nivel mundial incluye a 660 adolescentes (por ahora entre España y Reino Unido, aunque se unirán otros países de Europa) y es probable que recluten también otros hospitales de España, como Niño Jesús o el de Santiago», subraya Borobia. «Como todo ensayo, comienza con la cohorte de edad más alta -en este caso de 16 y 17 años- y, según vamos teniendo resultados, continuamos con las edades inferiores. Lo que vamos a comprobar es si es mejor una dosis o dos, ver cuál es la mejor pauta», explica.

Al igual que el equipo de Valdecilla, destaca que «los menores están muy involucrados, deseando contribuir al desarrollo de la ciencia. Los adolescentes son los que más han sufrido las condiciones de aislamiento derivadas de la pandemia, porque les ha coincidido en la edad en la que, precisamente, más se relacionan. Y entienden que con la vacuna se protegen ellos y a sus familias. Cuántos casos conocemos de padres y abuelos contagiados por los más jóvenes».