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Rafael Roiz vive en Bejes, en el corazón de Picos de Europa. En lo que va de año ha perdido 45 ovejas y 20 cabras, según sus cuentas, presas de las mandíbulas del lobo. «Si han sido esas ahora, no te quiero contar lo que ... va a pasar este verano, cuando suban hasta lo más alto, donde se mete la niebla, donde el monte está más lleno de matorral y el animal se puede esconder mejor», advierte el empresario. Es un temor que le quita el sueño a muchos ganaderos cántabros porque justo ahora, que es tiempo de que los rebaños asciendan a aprovechar los altos pastos, temen que los ataques del cánido se vayan a multiplicar sin remedio. Sin que nadie pueda ponerle freno, porque el lobo no se puede matar desde que el pasado septiembre fuera incluido en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (Lespre).
Lo peor es que no hay alternativa. El ganadero tiene que subir a los prados altos porque no se puede permitir desaprovechar ese alimento «y el problema es que no hay medida eficaz para frenar los ataques. No funciona ninguna salvo el control poblacional, que es lo que veníamos haciendo estos últimos años con acuerdos de todas las partes, incluidos los ecologistas». Gaspar Anabitarte, secretario general de UGAM, habla del uso de perros mastines, de los vallados o de la presencia de pastores cuando confirma que todo ha fallado. «Ninguno de ellos se ha demostrado realmente eficaz», justifica el representante de los ganaderos.
El efecto disuasorio de los mastines no siempre funciona. Sobre todo cuando se adentra la niebla en las altas cumbres o cuando es una manada de lobos la que ataca. Los vallados pueden funcionar en el interior de España, en las grandes planicies; pero en una orografía tan accidentada como la cántabra, tampoco cumplen su función». Yde hace unas décadas a esta parte no hay nadie que quiera trabajar como pastor. Las cosas no se plantean fáciles y la indignación crece en el sector, porque «las pérdidas de cabezas pueden ser catastróficas en algunos casos», avanza Anabitarte.
Gaspar Anabitarte
UGAM
Teo Oberhuber
Ecologistas en Acción
Enfrente están los ecologistas, con un argumentario opuesto. «Lo primero, no se puede dar por hecho que este verano vaya a haber muchos más ataques de los que ha habido en años anteriores», remarca Teo Oberhuber, coordinador nacional de Ecologistas en Acción. «Que esté prohibido cazar el lobo desde el pasado verano no significa que ahora el monte esté plagado de ellos. Los cambios en la naturaleza son lentos», afina en un intento por alcanzar una conciliación entre ambas visiones del monte.
En la organización ecologista tienen claro que el ganadero no debe correr con el gasto de las pérdidas. «Las Administraciones tendrán que poner de su parte para que todos los profesionales cuenten con los medios adecuados para que se dé la coexistencia con el lobo». Habla de subvenciones para comprar perros mastines, para levantar vallados acordes con las necesidades «más altos o más fuertes», y de la posibilidad de contratar pastores:«Hay cada vez más aspirantes en la escuela que hay en Pirineos, porque la imagen del pastor tradicional ya no existe. Ahora las condiciones son otras. Mucho mejores. Y además muchas personas que están llegando a España provenientes de otros países donde desempeñaban esa función, seguramente no tendrían problemas por continuarla aquí. Sobre todo si conseguimos que sea un trabajo bien pagado». Pero ninguno de esos argumentos parece convencer al ganadero de Bejes.
Rafael Roiz insiste:«Tengo 12 mastines y me ha dado igual. El lobo es muy listo y aguarda a que entre la niebla, o se esconde en los matorrales que cada vez están más presentes en los montes porque como está prohibida cualquier quema... La verdad es que todo está pensado contra nosotros. Nos van a matar de hambre y nos van a echar de los pueblos porque aquí no se puede trabajar», repite como un mantra.
Rafael Roiz
Ganadero de Bejes
José María Fernández
Arca
Algunas organizaciones ecologistas, lejos de mostrar un perfil polarizado, argumentan que quizá se pueda hacer algo para paliar estos problemas de convivencia entre el mundo salvaje y el ser humano. «Lo que ha pasado con el Lespre es que no es un plan de convivencia como tal. Es cerrar la puerta a un control y eso no tiene por qué ser lo mejor», reflexiona José María Fernández, vicepresidente de Arca. Y lo peor es que si la Administración no establece un término medio, al final es la gente la que acaba adoptando soluciones de su mano mayor. Un ejemplo claro es la reciente aparición de veneno en los montes. Dos ejemplares de quebrantahuesos y otros dos de buitres aparecieron muertos este pasado mes en la vertiente asturiana de Picos de Europa con síntomas de haber ingerido algún tóxico.
En la Consejería de Ganadería hace tiempo que su responsable, Guillermo Blanco, no se anda con paños calientes: «Nos preocupa lo que pueda pasar a partir de ahora porque es esta la época, entre mayo y octubre, en la que se producen mayores daños por el lobo», aclara el consejero, que desde un primer momento se ha erigido como punta de lanza en la 'batalla' del sector contra la prohibición de matarlos.
«Controles imprescindibles»
Consideran los técnicos de la Consejería que en este periodo, que coincide con el desarrollo de los lobeznos, «el ganado es una fuente de alimento muy accesible». Blanco insistió en que desde Cantabria se ha solicitado ya al Ministerio información sobre la posibilidad de realizar controles poblacionales. «Controles que consideramos imprescindibles y urgentes». Aunque en Madrid no se habla de abatir ejemplares, sino de 'extraerlos'.
Sea como fuere, en la región hay recelos acerca del modo en que se podrá ejecutar dicha regulación. «No quiero pensar que el Ministerio haya diseñado un procedimiento de control del lobo a sabiendas de su imposible cumplimiento», advierte Blanco. Y entre tanto los ganaderos continúan advirtiendo:«Él va ganando terreno. Es cada vez más atrevido y no podemos esperar de forma irresponsable hasta que ocurra una desgracia. Un día el animal va a atacar en un pueblo y no será precisamente a otro animal», deja como advertencia Raúl Guillarón, secretario general de la agrupación ganadera Asaja.
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