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Al PRC le suelen ir bien las campañas electorales. Sabe cómo movilizar voto en los días previos a los comicios y su líder, Miguel Ángel Revilla, es un experto en las puestas en escena. Lo volvió a demostrar este domingo en el Palacio de Festivales ... durante la celebración del acto central de esta carrera hacia el 28 de mayo. Una fiesta en la que el partido llenó la Sala Argenta –se quedaron fuera 200 personas y presumían de haber logrado lo que no consiguió a comienzos de semana Alberto Núñez Feijóo, que «pinchó» en el intento– y más de un millar de afiliados y simpatizantes se conjuraron para dar la vuelta a las encuestas y a la sensación que quieren vender en la oposición de fin de ciclo. De adiós al bipartito y de vuelco de la comunidad autónoma hacia la derecha, como en 2011.
«Os digo que vamos a ganar las elecciones. El PRC. Estamos para arriba y ellos para abajo. Que se les hace muy largo esto. No os digo que vamos a gobernar, que es seguro. Vamos a ganar. Es difícil, pero estamos cogiéndoles ya», anticipó Revilla. El presidente de Cantabria, que lo ha sido durante 16 de los últimos 20 años, pidió el apoyo para su formación apelando a la cabeza y al corazón. Por dos vías. La primera, con argumentos racionales basados en la gestión realizada por el Ejecutivo autonómico en los últimos cuatro años y, sobre todo, por el trabajo realizado por el PRC de la mano del diputado José María Mazón y del senador José Miguel Fernández Viadero en Madrid para conseguir que estén en marcha las obras del AVE o que el Estado haya comprometido financiación para los proyectos del Museo de Prehistoria y Arqueología y el centro logístico de Parbayón.
«No vamos a consentir que nos inauguren el Mupac y La Pasiega estos del PP, que no los han querido nunca. Ni que vayan montados a Madrid en el AVE los primeros cuando se ponga en marcha», aseguró Revilla antes de enumerar otros logros. Desde el pago de la deuda de Valdecilla a otras inversiones en infraestructuras. Cosas de las que no se hablarán en futuras campañas porque «ya están en marcha. Pagado o en obras». Más «gestión» hablando de la subida de tres puestos en el índice autonómico de calidad de vida, del salto del sexto al segundo puesto en el ranking de menor pobreza de España, de los datos de parodesde los 55.200 parados que había en 2015 a los 25.000 actuales... «Fijaos lo mal que está Cantabria que somos los segundos. Solo está un poco mejor el País Vasco», incidió.
La otra vía, la que mejor maneja Revilla, es la emocional. Más allá de la cuidada puesta en escena y del caluroso homenaje al presidente, que bajó las escaleras de dos en dos como si no tuviera 80 años y con el símbolo de victoria en las manos antes de emocionarse al ponerse delante del atril –«con los años me he vuelto sensible, y hasta me he vuelto llorón», aseguró–, una parte importante del discurso del candidato a Peña Herbosa tuvo que ver con lo visceral. O mejor dicho, con lo identitario ante el riesgo que observa de que el proyecto al que ha dedicado su vida se venga abajo por la entrada de Vox al Gobierno, en coalición con el PP. Que se den pasos atrás en los avances de la autonomía y que, incluso, se diluya el nombre de Cantabria –recuerda que Santiago Abascal, además de insultarle, prefiere hablar de La Montaña o la provincia de Santander– que se consolidó con la aprobación del Estatuto. «Cuidado, que esto corre peligro. Podemos volver hacia atrás. Podemos volver a perder el nombre de Cantabria y la autonomía», alertó.
Quizás fuera del ambiente mitinero la escena parezca un poco extraña y surrealista, pero Revilla levantó aplausos cuando tiró de fantasía para calmar a los presentes y asegurar que el 28M se va a disipar ese peligro. Se lo han dicho «los espíritus de Cantabria». Según el presidente, ante la amenaza de Vox, Laro el cántabro, al grito de «Cuidado, que se quieren cargar al viejo y volver hacia atrás», convocó a Corocotta, Beato y Don Pelayo. ¿Dónde? En Puente San Miguel, el lugar en el que en 1778 se fundó la provincia de Cantabria, que 20 años después se disolvió. Allí, los cuatro protagonistas, junto a los seres mitológicos –Revilla puso énfasis en la preocupación que tiene el Ojáncano con el asunto–, han acordado que eso no puede volver a pasar.
Mucho más terrenal será la política de pactos a partir del día 29. ¿Dijo que no pactará con el PP? No. ¿Dijo que pactará con el PSOE? Tampoco. Eso sí, parece que Revilla está más cerca, a día de hoy, de lo segundo:«Vamos a poner condiciones a todos muy duras. Y el partido ese –al PSOE no le nombró– con el que hemos estado bien estos cuatro años tiene que convencer en Madrid a esa señora que se llama Teresa Ribera de que no puede dejar a los lobos matar a nuestras vacas. Que tomen nota». Del PP, además de subrayar varias veces que no llenó el Palacio, se limitó a ironizar sobre el hecho de que no se atreva a poner la foto de su candidata en el cartel electoral –aparece un dibujo–. También afirmó que Buruaga y Zuloaga, «como no tienen tirón», se tienen que camuflar en los líderes nacionales. Y criticó que Feijóo quiera convertir esta campaña en un debate de asuntos nacionales. Eso sí, la interpretación de Revilla es que el 28M solo hay dos posibles presidentes:«O Buruaga, o yo». Y sobre Gema Igual, le echó en cara que no haya hecho nunca nada, porque «todo lo que está en marcha en Santander es del Gobierno de Cantabria».
En esa idea profundizó el candidato del PRC en Santander, Felipe Piña, que puso de manifiesto que los grandes proyectos del PP para la próxima legislatura (soterrar Marqués de la Hermida o la cubierta de la plaza Porticada) son históricas demandas regionalistas: «En esta ciudad llevan 44 años gobernando los mismos, una excepcionalidad que hace que se les agoten las ideas, las propuestas y la ilusión».
Frente a las insinuaciones que ha lanzado Igual sobre Piña de que no quiere ser alcalde, este domingo fue claro:«Quiero ser alcalde, la que no lo tiene tan claro es ella, que ha peleado por asegurarse un puesto como diputada en el Parlamento».
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