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Luis Carretero (Granada, 1963) sabía que la encomienda no era fácil cuando aceptó dirigir el Servicio Cántabro de Salud (SCS): las listas de espera más ... disparadas que nunca, contratos de calado en el aire –transporte sanitario, concierto quirúrgico y la obra de los protones de Valdecilla–, una macrooposición por resolver y la Atención Primaria haciendo aguas por falta de médicos de familia y pediatras. Consciente de que viene «un 2024 muy complicado», este licenciado en Económicas y Empresariales, que ya había trabajado al frente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha y ocupado diversos puestos de gestión en la sanidad balear y en la valenciana, tiene claras las directrices a seguir para «ser capaces de producir la máxima salud con los recursos que tenemos».
–¿Las listas de espera son su mayor quebradero de cabeza?
–Sí, porque empezábamos de una situación muy complicada y porque además tiene muchas dimensiones, no solo la quirúrgica sino la de consultas y pruebas. Y eso supone movilizar a todo el servicio de salud y cambiar algunas cosas de manera de trabajar.
–Tan complicada que, con los datos de junio, Cantabria tiene las peores listas de espera de España, ¿qué resultados se prevén en el balance de diciembre?
–En el verano empeoró. Desde octubre estamos mejorando pero esto es una carrera de fondo, nos queda mucho por hacer.
–¿El objetivo que se marcó la Consejería de Salud de reducir esas listas a «cifras asumibles» en un año ya va a ser imposible?
–No es imposible, lo que pasa es que tenemos que saber hasta dónde podemos llegar, pero la senda de reducción seguirá y poco a poco iremos acercándonos a lo que se considera cercano a lo normal. Luego tendremos que ser inconformistas y tratar de mejorar más.
–Pero ese objetivo era a alcanzar en un año y la mitad de ese tiempo ya ha pasado...
–Pero en los últimos dos meses ya estamos mejorando, hemos empezado ese camino para llegar a una buena situación.
–¿En qué está consistiendo el plan de choque, además de las cirugías de tarde, que no representan un gran volumen?
–Por una parte, poner toda la capacidad del SCS en funcionamiento, no sólo la actividad de tarde, sino también cómo nos organizamos por las mañanas para obtener el mayor rendimiento quirúrgico; y en trabajar con los recursos sanitarios de otros centros privados (hemos licitado ese contrato). Y por otro lado, salvo las urgencias, que no pueden esperar, el criterio es que se opere al último de la fila, estar seguro de que estamos operando las colas. Queremos que el cambio sea real. No solo mejorar el número sino el tiempo de espera.
–¿Y qué medidas se están aplicando para sacar el máximo rendimiento a los quirófanos?
–Lo primero, medir y compartir.Medir cómo está siendo el aprovechamiento, cómo están funcionando los quirófanos, y compartirlo con los profesionales, porque muchas veces son ellos los que saben cómo organizar mejor la programación para que el quirófano funcione de forma más eficiente.
–¿Pero se ha introducido ya algún cambio en ese sentido?
–Habría que ir viendo en cada centro, pero por ejemplo Valdecilla en octubre ha alcanzado la mayor actividad quirúrgica desde que tienen registros, con lo cual sí que están notando el aumento. Noviembre esperamos que sea similar; en diciembre es más difícil mantener ese ritmo con las vacaciones.
–¿Cuánto tiempo ha estado parada la derivación a centros concertados y ahora qué volumen de cirugías se está remitiendo?
–Ahora mismo, se está derivando a Santa Clotilde, que es al único al que podíamos enviar, y esperamos que el concurso se resuelva cuanto antes para poder utilizar todos los recursos, porque se llevaba bastante meses sin derivar.
–¿De cuántos pacientes hablamos?
–Todavía no son muchos, pero queremos maximizarlo también.
–La semana pasada en Consejo de Gobierno se aprobaron indemnizaciones (cerca de un millón de euros) para Santa Clotilde, Padre Menni y Mutua Montañesa, ¿a qué responden?
–Al esfuerzo que hemos hecho por no suspender la actividad, porque eso implica pacientes que se van a ver perjudicados. Cuando contractualmente no está el concurso adjudicado, pero hay situaciones que lo justifican asistencialmente, en esos centros se ha estado haciendo actividad que luego convalida el Consejo de Gobierno, actividad que venía de la legislatura anterior.
–Más allá de acortar las listas de espera, ¿qué necesidades diría que tiene por delante el SCS?
–Estamos en un momento de cambio tecnológico, están apareciendo nuevas oportunidades por la vía de la digitalización, que hacen posible abordar enfermedades de manea distinta, más personalizada. Tenemos el reto de introducir todo ese avance tecnológico en el SCS. Por otra parte, lo que me preocupa es que eso, al final, se traduzca en una mejora asistencial para el paciente. Cómo la organización sanitaria puede sacar el máximo partido, y hacerlo de manera eficiente, porque utilizamos un volumen de recursos públicos inmenso: el presupuesto del SCS está por encima de los mil millones de euros. Tenemos que ser capaces de producir la máxima salud con esos recursos, eso necesita una organización menos burocrática, menos rígida y más orientada a resultados. Es una de las líneas de fondo que queremos recuperar.
–Y toda esa teoría, ¿cuándo se va a materializar en proyectos?
–Hay muchos proyectos en marcha de digitalización, que poco a poco se van aplicando. Hay objetivos de cambios de organización de los centros que iremos viendo cómo se van materializando.
–¿Algún ejemplo?
–Hay proyectos en mejora de la historia clínica electrónica, para poder explotar los datos tanto desde el punto de vista asistencial como de indicadores de gestión; también proyectos de genómica, de laboratorio, otros para mejorar las herramientas de los radiólogos para el diagnóstico por la imagen, incorporar la inteligencia artificial para la toma de decisiones de los profesionales, para ayudarlos, no para sustituirlos...
–Lo de sustituir a los médicos sí que lo tienen más complicado...
–(Ríe). Con la escasez que hay, alguna tentación... pero la ciencia no llega a eso ni mucho menos.
–Esa falta de personal afecta sobre todo a la Atención Primaria. La oposición dice que la red «agoniza», ¿qué responde?
–Acaban de dejar el Gobierno... se les olvida pronto. Fíjate que nos llenamos la boca diciendo que Atención Primaria es la base del sistema, pero está organizada con la filosofía de cómo era el sistema sanitario hace 30 años. Ahí hay mucho por hacer, con mejor tecnología, mejores medios de comunicación, con otra forma de relacionarnos con el paciente... Hay que enfocar los cambios por ahí, a cómo empoderar al profesional y darle herramientas. Y en lo concreto, es verdad que vivimos momentos de escasez de profesionales para la organización que tenemos. España es de los países con más médicos per cápita en su sistema sanitario. Igual no estamos aprovechando la capacidad asistencial que tienen esos médicos para producir el máximo de salud.
–Ese agujero en la plantilla médica se va a agrandar en 2024 con un centenar de jubilaciones, ¿cómo se va a afrontar esto?
–Sí, va a ser un año muy duro, no salen residentes en Medicina de Familia y solo aquí se nos jubilan más de cien profesionales. Y la oposición critica, pero ellos introdujeron rigidez en el sistema (con la eliminación de la figura del médico de continuidad), cuando lo que vamos a necesitar es que los médicos se puedan multiplicar y moverse para atender distintos consultorios, bien tratados, bien pagados y con los medios para que lo puedan hacer. Pero esa rigidez que se estableció nos lleva a necesitar más profesionales y no los hay.
–¿Y qué alternativas plantea para recuperar esa flexibilidad?
–Tenemos que proponer a los interlocutores sociales nuevas formas de organizar el trabajo, sobre todo en consultorios rurales para poder cubrir la asistencia que se necesita con los recursos que tenemos. Eliminar los contratos de continuidad fue una decisión errónea, tal vez porque no estaban en unas condiciones laborales buenas y se trató de corregirlas, pero igual lo que habría que haber hecho era mejorar esas condiciones y no prescindir de una figura que era necesaria.
–Entonces los profesionales de continuidad defendían que se perdía la esencia de la Medicina de Familia, sin cupo asignado y todo el día de un centro a otro.
–Hay esencia que son tan ideales que van en contra del sentido práctico de dar servicio a una población que también quiere esa proximidad. Si queremos llegar cerca de los pacientes, tenemos que introducir flexibilidad.
–Aunque se insiste en que no se cerrarán consultorios, ¿no llegará un momento en que va a ser inviable mantenerlos todos?
–Haremos lo posible para que sea viable, pero para eso tenemos que multiplicar los recursos que tenemos para cubrir bajas, vacaciones o cualquier incidencia. Si no hay personal, tienes que priorizar.
–¿Qué va a suponer para pacientes y profesionales implantar un área única dentro del SCS?
–En ese contexto de escasez de profesionales, necesitamos la misma flexibilidad que hablábamos en Atención Primaria para todo el conjunto del sistema. El Hospital de Laredo tiene dificultades para atraer profesionales, pero si se plantea una oferta compartida para generar sinergias con Valdecilla, puede ser más atractiva.
–De entrada, la idea no ha gustado demasiado, ¿no?
–La respuesta que hemos recibido es que esto necesita diálogo y negociación, y lo tendrá.
–¿Y para los pacientes que va a implicar?
–Fortalecer el sistema sanitario. Por ejemplo, a un paciente de Laredo que tiene dificultades porque hay demora por carencia de profesionales en un determinado servicio que se le pueda cubrir con una estructura más flexible.
–¿Se ha avanzado con el plan funcional del hospital de Castro?
–Está previsto en 2024 para definir qué se necesita y cómo se encaja el binomio Castro-Laredo. Apartir de ahí se verá cómo se traduce en un edificio, qué recursos, cuántas camas...
–Han hablado de incentivar las plazas de difícil cobertura, pero ¿qué se va a ofrecer y cuándo?
–Sobre todo, se va a ofrecer contratos de larga duración y ventajas específicas, como acceso a formación y carrera profesional, para que no se nos vayan. Todas las comunidades lo hacen, no hay soluciones mágicas. Igual hay que preguntarse por qué ocurre esta escasez, porque hay gente que quiere ser médico en España y no les formamos, y tenemos médicos que no acceden a la especialidad, y eso es una responsabilidad del Ministerio que debería hacerse mirar.
–El presidente de la OMC, Tomás Cobo, habló de esas vocaciones perdidas por no pasar notas de corte, ¿coincide con él?
–Yo pensaría si realmente el perfil de un buen médico tiene que ver solo con una nota de corte de la selectividad, porque seguramente hay otras habilidades y competencias que no recoge esa nota y que son necesarias. Igual se están desechando personas para entrar en la Facultad que podrían ser mejores médicos que los que tienen la nota más alta pero no una vocación clara; y a lo mejor estamos desperdiciando otros matemáticos, físicos o ingenieros aeronáuticos que eligieron Medicina sin tener esas actitudes que se necesitan. Y lo mismo pasa con el acceso al MIR. Las primeras especialidades que se agotan no suelen ser, en muchos casos, las que tienen mayor vocación médica.
–¿Cómo va el proceso de estabilización de personal?
–Pues sufriendo mucho. Ahí hubo una decisión estratégica, antes del cambio de Gobierno, que fue gestionar el proceso con un desarrollo informático a medida, y eso conlleva problemas.
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