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Domingo, 9 de mayo 2021, 08:09
Con la situación de la pandemia en las residencias controlada gracias a la vacunación, Ana Belén Álvarez (Santander, 1962) puede centrarse ahora en dos de ... los objetivos que se marcó cuando hace dos años Pablo Zuloaga la eligió para ponerse al frente de la Consejería de Empleo y Políticas Sociales: la modernización del sistema de dependencia y la nueva Ley de Vivienda, «una necesidad vital para poder desarrollar otros derechos que son esenciales» y una norma que dota a la Administración de herramientas para fomentar el alquiler y «luchar contra la especulación».
-La inmunización está siendo un éxito en las residencias, con la única excepción del brote Quijas. ¿Saben ya qué ha pasado?
-Todavía estamos estudiando cómo ha surgido. Claro que sorprende, a mí la primera. Sorprende sobre todo por el número, con 20 contagios, la mayoría asintomáticos. En cualquier caso el efecto de la vacunación en las residencias es claro. En las olas anteriores, cuando crecía la incidencia en un municipio, entraba rápidamente en sus residencias. Sin embargo ahora no. De 82 centros, sólo ha entrado en uno.
-La Consejería relajó en abril las condiciones de las visitas a estos centros. Algunas residencias consideraban que era demasiado prematuro. ¿Cómo está funcionando?
-No ha sido algo prematuro. Para las personas que viven en una residencia esa es su casa y tienen los mismos derechos fundamentales que el resto, con independencia de su edad. Somos de las pocas autonomías que ha tenido las residencias, salvo los tres meses más duros, abiertas a las visitas siempre, aunque controladas. Desde abril se han incrementado en la medida de lo posible las visitas y el contacto tan necesario. ¿Cómo una persona que está vacunada no va a poder recibir un abrazo? Siendo una de las autonomías que ha tenido las residencias más abiertas, con control y responsabilidad por parte de todas las partes involucradas, hemos tenido una de las letalidades más bajas de España.
-La modernización de la atención a la dependencia era uno de los objetivos de la legislatura. ¿La pandemia ha cambiado algunos planteamientos?
-Ya habíamos dado algunos pasos. Lo que hemos hecho ahora es profundizar en una atención más individualizada. Aunque se vive en comunidad, queremos que la atención esté centrada en cada usuario. La nueva norma dice que los centros deben tener unidades de convivencia con un máximo de 30 personas para trabajar lo individual y lo colectivo desde un ámbito más familiar, no tan institucionalizado.
-Habrá un máximo de 120 personas por residencia. ¿Qué pasa con las que actualmente tienen más plazas, como las públicas?
-No venimos con una apisonadora. Se establece una regulación sólo para las nuevas residencias, las que se hagan a partir de ahora. Ni las que están en funcionamiento ni las que se están construyendo tienen que cambiar nada. Hay quien ha querido confundir en el sentido contrario, pero eso ni se nos ha pasado por la cabeza. Lo que sí ocurre es que las residencias que ya dan servicio tienen que adaptarse para crear esas unidades de convivencia. Desde la Consejería, con fondos europeos, vamos a trabajar en apoyar esas inversiones tanto en las públicas como en las privadas.
-Cantabria requerirá 1.500 plazas más en los próximos seis años según el estudio de la Consejería. ¿Por qué apuestan por el modelo de más conciertos y no por el de centros públicos?
-Vienen a ser entre 15 y 20 residencias nuevas. Supone una inversión de 70 millones de euros. Me gustaría disponer de ese dinero y hacer residencias públicas, pero tenemos que ser realistas. El modelo de colaboración público-privado viene funcionando en Cantabria desde hace muchos años. Se inició porque había que dar esa prestación según la Ley de Dependencia y no había recursos suficientes. Se continuará esa línea y en el ámbito de las residencias públicas seguirán las inversiones, como se seguirá desarrollando el Plan Director del CAP de Sierrallana.
-La plaza pública cuesta tres veces más al Gobierno que la concertada. ¿Con esa diferencia las empresas pueden ofrecer servicios de calidad?
-El precio se fija de acuerdo a unas ratios de calidad. Me gustaría que fueran superiores. Y vamos a iniciar el trabajo para incrementar esa ratio en las plazas concertadas antes de final de este año. Eso va a mejorar la atención de los usuarios y también las condiciones de las trabajadoras, porque son fundamentalmente mujeres. Eso requiere más financiación y sólo se puede hacer con más recaudación. En lo personal y en lo ideológico, me encantaría incrementar mucho más la ratio, ¿pero todos estamos de acuerdo en pagar más? Yo lo tengo claro, pero tengo que ser realista.
-El anteproyecto de Ley de Vivienda introduce trabas para proceder al desahucio. ¿Esto no choca con la legislación nacional y el derecho a la propiedad?
-Bajo ningún concepto vulnera el derecho a la propiedad privada. Está totalmente protegida. Cuando se habla de trabas es a los grandes tenedores y hay que explicar que son mecanismos para proteger a las personas en situaciones más vulnerables.
-Cuando una vivienda esté desocupada durante dos años pasará al parque público. ¿Cómo?
-Eso no es automático. Estamos hablando también de grandes tenedores. No del que tenga una segunda vivienda y la casa en el pueblo. Consistiría en lo que se denomina expropiación de uso, no de propiedad. ¿Es lógico que tengamos durante años, como ocurrió en Ganzo, un edificio cerrado, totalmente equipado, sin ningún uso? Yo creo que no. Lo primero que se va a buscar es mediar con ese gran tenedor para que dé opciones de alquiler. La expropiación del uso es lo último, tras un proceso muy complejo, pero ante situaciones injustas de esas características la Administración debe tener una herramienta para forzar un alquiler social.
-En vez de introducir incentivos al alquiler, parece que lo que hace es introducir penalizaciones para quien no alquile.
-Al contrario. En breve pondremos en marcha un programa de movilización de vivienda vacía en el que el propietario le arrienda al Gobierno de Cantabria y nosotros lo incorporamos al parque público. Vamos a introducir en ese programa también incentivos fiscales para animar al alquiler. Que el alquiler vuelva a desgravar fiscalmente es otra de las cosas en las que estamos trabajando. En los entornos rurales, con la lucha contra la despoblación, ya se hace tanto para el arrendador como para el arrendatario.
-¿Qué dimensión debería tener el parque público de viviendas y qué horizonte temporal se marcan para alcanzarlo?
-Ahora hay 386. El País Vasco tiene 25.000 y Asturias 10.000. Hemos incrementado en 20 meses el parque público en un 50%. Es muy escaso, pero el objetivo es seguir incrementándolo. Si tenemos un parque público potente, el control del alquiler es efectivo. Está demostrado.
-¿Cree que tiene sentido que se fijen precios máximos para el alquiler en Cantabria, como pide Podemos a nivel nacional?
-Con esta ley, tal y como está, no haría falta. Con un mayor número de viviendas en alquiler, con el parque público, se regula mejor el mercado. Hay que intervenir bien con la movilización de la vivienda vacía de grandes tenedores. Que el propio mercado se equilibre con el aumento de la oferta.
-¿Qué previsiones de empleo tiene la Consejería de cara al verano?
-Todos los indicadores que tenemos en este momento van en positivo. Poco a poco. La vacunación es la mayor esperanza y al mismo tiempo la evidencia, porque se va viendo, de normalización de la actividad económica. Pero también tenemos cautelas. Tenemos expectación, con el reflejo del verano pasado, que fue positivo.
-No hay que perder de vista que pese a la pandemia estamos en el segundo abril con un mayor número de afiliados a la Seguridad Social en Cantabria de la última década, con 216.000 personas, sólo 500 menos que en 2019. Donde deberíamos avanzar, sobre todo, es en la calidad en el empleo. Esa es mi gran preocupación como consejera. La mía y la de todo el área de empleo de la Consejería. Nos preocupa la calidad.
-Lo que se busca es que el contrato sea indefinido de inicio o que los que ya existen se transformen en indefinidos. Para recibir la subvención se marca la obligatoriedad de que duren al menos un año. Sabemos que es un momento complejo, pero la apuesta tiene que ir a este tipo de contratación. Y en el caso de los jóvenes debemos ir al contrato en prácticas para que tengan oportunidades de empleo en el ámbito de su formación.
-Las empresas recelan del contrato indefinido.
-Es más cara la contratación temporal que la indefinida desde el punto de vista de las cotizaciones a la Seguridad Social. Si un puesto se requiere cubrir de forma continua, ¿por qué lo tienen que cubrir cinco personas distintas a lo largo del año? Si el puesto es estructural, lo lógico es que sea indefinido.
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Ana del Castillo
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