Varios oseznos se pasean por Cillorigo
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Cillorigo de Liébana ·
Vecinos de los pueblos lebaniegos de Tama y Llayo fueron testigos ayer de las correrías de distintos plantígrados subadultosVarias personas y vecinos de las localidades de Tama y Llayo (Cillorigo de Liébana) fueron testigos el martes por la noche y ayer de madrugada de las correrías de varios osos que deambulaban y rondaban por las inmediaciones. Un episodio reciente que se suma a ... los contactos y avistamientos de la presencia de plantígrados que hubo la pasada semana en Luriezo y Cambarco (Cabezón de Liébana). En el caso ayer de Tama, más que por los alrededores habría que hablar para ser más exactos de en el mismo centro del pueblo, lindando con el ayuntamiento: uno de esos plantígrados accedió a una finca que se halla pegada a la carretera nacional en busca de cerezas antes de saltar una portilla y marcharse en dirección al río.
«Cuando se puso de pie calculo que debía de andar por el metro y medio o un poco más de altura. No era ni cachorro ni adulto. Estaba tranquilo, iba andando. No se asustaba, como cuando ves a uno de ellos en el zoo». Lucía Bores fue testigo de cómo este animal había estado rondando por la finca que su familia tiene en Tama y de su comportamiento. Su madre fue la primera en observar al oso, y avisó a su marido y a su hija. Previamente una pareja de la Guardia Civil también había sido visto moverse a este ejemplar por las inmediaciones. «El oso salió de encima de un remolque que tenemos para leña», relata Lucía, «y con el jaleo nuestro saltó tranquilo al suelo y se fue andando hasta la salida de la finca. Se quedó parado en la portilla, luego saltó y le perdimos de vista».
«Fue de repente. Era un oso grande. Tuve que pegar un frenazo y creo que le llegué a rozar o como mucho quedarme a cinco centímetros de él». Así narra Jesús Fuente, alcalde de Cabezón de Liébana, la experiencia que tuvo la pasada semana cuando bajaba tranquilamente de Peña Sagra en su todoterreno camino de casa y en un prado entre Luriezo y Cambarco se le cruzó un oso. Eran las ocho de la tarde.
Hecho un manojo de nervios, Jesús se bajó del todoterreno porque pensó «que le había arrollado. Pero de repente el oso se levantó y se puso erguido delante de mí». Y lejos de sentir miedo, se admiró: «Era un oso precioso, espectacular, gordo y de un pelaje bonito a rabiar». Según el alcalde, el plantígrado no hizo ningún ademán extraño de atacar; simplemente anduvo «unos metros, se giró, me miró y acabó por marcharse hacia el monte». Poco después subió por la carretera un vecino de Cahecho y juntos vieron al oso alejarse; Jesús se marchó, pero luego le comentaría aquel vecino que detrás del oso grande salió otro oso más pequeño.
La finca que visitó este oso, que se encuentra pegada a la cuneta de la carretera del desfiladero (N-621), además de huerta y de guardar algunas ovejas, tiene varios cerezos. Y según todos ése era el destino del plantígrado. De su correría, además de una imagen, quedan restos en el cierre de la finca «que quedó algo tocado, no exageradamente, pero algo sí», señala Lucía Bores, que para evaluar el tamaño del oso -debía pesar, dicen, unos cien kilos- lo compara con el perro pastor vasco de tarea que tiene en su casa: «Era como tres veces mi perro de alto y de ancho. No un osezno, pero tampoco un adulto».
La 'visita' de este ejemplar a Tama, entorno a la medianoche de ayer, no fue la única presenciada en ese contorno. Tres horas antes Benito Bustamante, vecino de Llayo, localidad situada a poco más de kilómetro y medio, divisó a dos ejemplares merodeando cerca de su vivienda. Eran las nueve de la noche del martes. Benito se percató de su presencia gracias a los ladridos de su perra. «Los vi desde la ventana de la cocina. La perra no dejaba de ladrar y estaba como asustada, me asomé a ver qué pasaba y pude verlos desde mi finca que iban por la del vecino, la cruzaron y se tiraron para el monte por la zona de La Pajarera».
Aunque Llayo se halla en plena zona osera, Benito señala que es la primera vez que ve dos osos juntos. «Eran ejemplares jóvenes», asegura, al tiempo que indica que algunos vecinos hablan de que por la zona «hay un tercer oso, pero más grande».
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