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Desde que vio la luz la película 'The Holiday', la moda de intercambiar casa ha ido en aumento año tras año. Los cántabros no han sido una excepción y se han abierto a recibir en sus casas a viajeros de todo el mundo. El auge de la plataforma HomeExchange se ha notado en estos últimos años, sobre todo desde 2022 hasta el pasado año, cuando las pernoctaciones aumentaron casi un 40% en la comunidad autónoma. Una forma de descubrir mundo sin necesidad de gastar dinero en alojamientos. A través de la plataforma, los usuarios anuncian una vivienda, muchas veces suele ser una segunda residencia, y así ver si otros usuarios están interesados en hospedarse o proponer un intercambio entre los dos hogares en una fecha consensuada. En Cantabria ya son cientos de personas las que se han apuntado a esta fórmula vacacional, y se prevé que este número siga aumentando durante esta temporada estival.
Raquel del Árbol, Marta Jiménez, José Antonio Llorente e Inma Grajal abren las puertas de su casa a turistas llegados de todos los puntos del mapamundi. Estos cuatro viajeros relatan su experiencia con la App que ya cuenta con 447 usuarios apuntados en la región. Un proceso sencillo que comienza con el registro en la página web, con una descripción del usuario y la ubicación de la vivienda. Esta información se complementa con la subida de fotografías para valorar en cuantos puntos o GuestPoints, como se conoce en el propio sistema, está valorada tu vivienda a la hora de recibir huéspedes. Así se acumulan puntos para un próximo destino. Cuando esté publicado solamente toca esperar a que otros usuarios estén interesados en conocer tu ciudad. A diferencia de otras modalidades de alojamiento, no se paga con dinero, el único pago se realiza con la suscripción anual de 160 euros, que permite realizar todos los intercambios que desees. «Tú vas a cuidar su casa y ellos, la tuya», explica José Antonio Llorente, usuario con 42 intercambios.
Uno de los motivos por lo que triunfa este modelo de viajar es que se huye de lo «impersonal» que pueden ser los hoteles y te permite disponer de elementos como la cocina para no tener que depender de bares y restaurantes. En el caso de Inma descubrir el intercambio de casas le ha brindado una oportunidad de poder viajar con sus cuatro hijos sin tener que desembolsar una suma de dinero importante. «Irnos los seis a una casa nos permite viajar mucho y estamos cómodos con todo lo que nos ofrece».
Raquel del Árbol es madrileña y afincada en El Astillero.Ahí se encuentra su primera residencia, la que intercambia cada vez que se marcha de viaje. Considera que esta es la mejor forma de visitar otras ciudades: «Viajar y conocer otras culturas, es algo que queríamos inculcar a nuestros hijos, y creo que esta es la mejor forma de hacerlo». Para Raquel, es mucho más que viajar, es sumergirte en el mundo que viven tus anfitriones, tomar su papel en el día a día. «Para mí, es la diferencia entre ser viajero y ser turista. Es una inmersión total. Compras donde compra el dueño de la casa, usas su carrito de la compra...».
Ella, su marido y sus tres hijos emprendieron su primer intercambio en 2021, a Barcelona, y la experiencia fue inmejorable. La buena relación con la familia también jugó un papel crucial para repetir. «Cuando llegamos a su casa nos habían dejado limonada casera en la nevera, mapas, sugerencias de qué visitar… Ellos estuvieron muy a gusto también en nuestra casa, les gustó convivir con nuestros gatos».
Y es que tener que dejar los gatos en casa cada vez que salía de viaje fue una de las principales razones para buscar una alternativa. De hecho, Raquel afirma que suele ser un reclamo positivo. «Es un punto a favor nuestro para intercambiar, porque hay gente a la que le gustan y no se puede permitir tenerlos en casa». Otros factores que le animaron fue, cómo no, el económico. «Al ser cinco, cualquier habitación o apartamento que cojas sale muy caro», declara Raquel.
También el sentimiento de comunidad es otra característica que hace a muchas familias optar por los intercambios. No es una simple relación de anfitrión e invitado, sino que se establece un vínculo casi familiar. «El año pasado fuimos a casa de una chica en Alemania y todavía la tengo en Whatsapp. Hubo unas inundaciones por allí hace unos meses, le pregunté qué tal todo y estuvimos hablando».
También puede ser que en alguna ocasión te lleves alguna grata sorpresa como invitado. Eso le pasó a Raquel en su 40 cumpleaños, cuando fueron a lo que en principio parecía una casa normal y corriente en Salou. «Cuando llegamos a la casa, no nos lo podíamos creer. Era amplia, tenía spa, piscina climatizada... Fue una sorpresa muy agradable».
Tras 21 intercambios, Raquel no descarta irse de hotel una semana, pero tiene claro su forma favorita de viajar. «Aunque tenga dinero para irme de hotel, seguiré haciendo este tipo de intercambios». Y ya tiene en mente varios destinos a los que organizar una escapada en familia: «Los fiordos noruegos y Orlando, para hacernos un recorrido por todos los parques de atracciones», afirma.
En la frontera con Cantabria, en Colombres, se encuentra la segunda residencia de José Antonio Llorente. Un burgalés que lleva en la App desde finales de 2018 y en la que ha realizado 43 intercambios a la espera de sumar más durante estos próximos meses de verano. «Siempre dejo de regalo de bienvenida unas corbatas de Cantabria». Aunque no es obligatorio como anfitrión, son muchos los usuarios a los que les gusta tener ese detalle con los huéspedes que visitan su casa. «Les dejo un paquetito como dulce típico de la zona para que empiecen el viaje con un buen sabor de boca. Es verdad que cuando voy a una casa no suelo dejar ningún detalle, pero hay gente que le gusta también tenerlo al marcharse», explica.
En el caso de Llorente, aprovecha su segunda residencia en la aplicación para conocer otros destinos. «Lo malo de tener una segunda casa es que te ves obligado a ir allí a veranear y acabas un poco saturado. Con los intercambios, puedes abrir un mundo de posibilidades, estar en mi casa el tiempo que me dé la gana, pero con la flexibilidad de ir a conocer otros lugares, que me parece una idea formidable».
Aunque su primer destino fue Jaca, siempre recuerda la experiencia que vivió en Berlín. «Estuvimos en una casa que parecía sacada de la Segunda Guerra Mundial, destartalada y con fotografías de caras de lo que tenían que ser antiguos familiares. En el momento parece que se te cae un poco el mundo encima, pero poco a poco le vas sacando partido y te ayuda a introducirte en la cultura alemana y ver lo que han sufrido». Pero no todo iba a ser malo, contaron con bicicletas por parte de los anfitriones para recorrer la capital alemana. «Fue una forma muy chula de conocer el sitio».
También ha tenido tiempo para conocer Cantabria con sendas visitas a Laredo y a Noja. «Todos vamos con la intención de cuidar la casa del anfitrión, de hecho, si alguna vez se rompe uno o dos vasos, te compran un juego de vasos y te lo dejan con una nota».
Entre los motivos por los que prefiere esta fórmula vacacional, el económico también cuenta. «Ir a un hotel es algo más impersonal, aquí te puedes sentir como en tu casa. Si vas con críos hay zonas para jugar, hay opción de coger alojamientos con piscina y lo mejor de todo es que no tienes que hacer un desembolso. Mi familia y yo solamente usamos la vivienda para las cenas y dormir, pero siempre se agradece llegar y tener las comodidades necesarias para planificar el siguiente día del viaje».
La ruta veraniega de Antonio y su familia no ha hecho más que empezar. Hace una semana estuvieron en Denia, próximamente se van a Tarifa y cerrarán las vacaciones en Huelva en septiembre.
Cantabria siempre es un destino atractivo para cualquier viajero. Su clima fresco, los paisajes verdes y la gastronomía es reclamo suficiente para cualquiera que quiera disfrutar de unas vacaciones agradables. Marta Jiménez y su familia, gracias al intercambio de casas, pudieron vivir una experiencia diferente en la Semana Santa de 2023.
Naturales de Huesca, cuentan con una segunda residencia en Peñíscola, la cual no daban uso antes de descubrir HomeExchange. «Nos planteamos hacer algo con la casa, así que empecé a buscar por foros plataformas para intercambiar viviendas», explica. Hasta la fecha, llevan un total de 26 intercambios y «es la manera más cómoda de viajar». Otra de las razones que más atrajo a Marta y a su familia fue la flexibilidad que ofrece la plataforma. A mitad de viaje, puedes ampliar o reducir el tiempo de la estancia, siempre que te pongas de acuerdo con el anfitrión. «Cuando fuimos a Londres, decidimos acortar el viaje porque ya habíamos estado, y queríamos visitar otros lugares de la zona. Investigamos un poco y decidimos coger otra casa en Costwolds, en la campiña inglesa». Al final, ese cambio de última hora resultó una de las experiencias más gratificantes. «Nuestro anfitrión nos recibió con una cena típica de la zona, también tenía ovejas y pudimos disfrutar de ellas».
En uno de esos viajes, su destino fue Cantabria, aunque en este caso fue un intercambio no recíproco. Marta, su marido, su hija, sus padres y su hermana visitaron la región en la Semana Santa de 2023. Y asegura que les encantó. «El verde de los paisajes y la hospitalidad fue lo que más nos gustó de Cantabria». También dice que si se tuviera que quedar con un pueblo sería Liérganes, por el encanto de «sus casas de piedra» y su característico puente de postal. Lo más curioso fue su visita a una granja de alpacas en Penagos. «Eso es algo que sólo tienes aquí», indica. Y es que eso es precisamente lo que busca su familia, hacer actividades propias del sitio, que solamente se puedan hacer allí. «Cuando fuimos a París, en Versalles podías ir por la noche a un espectáculo de luces y música clásica de la época, fuegos artificiales… Es una cosa especial, que igual sólo ves una vez en la vida».
Los intercambios también se basan en la hospitalidad, otro punto a favor. «Dejas un regalo de bienvenida en tu casa, y cuando te vas de la suya, haces lo mismo». En el caso de Marta y su familia, el sistema de puntos les ha favorecido, ya que gracias a contar con una segunda residencia han podido acumularlos. Esta es otra razón por la que se decantan por los intercambios. «Al final, siempre podemos acceder a la casa que más nos gusta, por eso estamos mejor que en un hotel».
Inma Grajal es una veterana en esto de los intercambios. Empezó hace siete años y lleva a las espaldas un total de 35 experiencias. Por su vivienda de Castro Urdiales han pasado gentes de todas partes y le ha dado la oportunidad, junto a su marido y sus cuatro hijos, de viajar a distintos puntos de Europa. «Hemos estado en lugares como Escocia, Islandia, bastantes veces por Madrid y este año tenemos pensado irnos en el Puente de la Constitución a Alicante», cuenta Inma, que reconoce que hubiera sido imposible hacer alguno de los viajes sin la plataforma.
«Hospedarse seis personas en Islandia durante una semana en un hotel habría sido un gasto muy grande, esta cadena de favores te permite ahorrarte bastante dinero», señala. En su caso, la vivienda que tiene en la plataforma es un apartamento en una urbanización con piscina, por el que han pasado familias de distintas comunidades del país, pero que también ha sido destino vacacional de escoceses, franceses y, próximamente, de ingleses. «Fundamentalmente, la gente quiere venir estos meses de verano, pero tenemos peticiones durante todo el año. Al estar tan cerca de Bilbao y Santander, tenemos muchas solicitudes», explica.
«La primera vez siempre puede dar un poco de reparo, pero el hecho de intercambiar mensajes y poder ver el perfil y las valoraciones que tiene esa persona da bastante seguridad. No tengo miedo de dejar mi casa, la gente es muy cuidadosa y yo no he tenido ningún problema», sostiene Inma. Uno de los intercambios que recuerda con más cariño es el de Escocia. De hecho, con la dueña mantiene una relación muy estrecha. «Fuimos a una casa de estilo británico, con tres plantas y muy antiguas. La anfitriona había quedado viuda recientemente y no tenía hijos, por lo que decidió hacer algo más con su hogar. Ella se marchó a casa de una hermana para dejarnos la vivienda. Todos los días nos mandaba planes que podíamos hacer con los niños, como ir a ver las focas y los delfines. Se preocupó porque estuviésemos a gusto y luego ella ha venido un par de veces a Castro».
Una de las historias más curiosas que le ha sucedido durante estos años de intercambio fue en Ciudad Rodrigo: «Durante una semana decidimos irnos a una finca en pleno campo, pero aunque sabíamos por el propietario que había presencia de toros, nunca imaginábamos que serían tantos ni estarían tan cerca. Al principio no nos atrevíamos ni a salir de casa, pero cuando vimos que no había mayor problema, pudimos disfrutar de la experiencia». Como viaja con niños, Inma tiene especial cuidado con los objetos de valor de las casas: «Intentas que no toquen las cosas que son tan importantes para sus dueños».
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