
«Muchas veces los sueños no van de la mano del saldo de la cuenta del banco»
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Sin proponérselo, Alfonso J. Ussía Hornedo empezó a delinear su destino desde pequeño. Nieto e hijo de escritores, llevaba las letras en la sangre. Pero ... no tuvo un camino fácil hasta llegar a cumplir su sueño, escribir su primer libro, 'Cuento del norte', objetivo conseguido recientemente y presentado tras el confinamiento en Cantabria. Noble y sincero al reconocer sus errores, no se dejó arrastrar por ellos. Trabajó duro vendiendo pisos para pagar sus deudas, tras un negocio fallido. Ahora, desde Comillas, donde disfruta de su casa familiar y cuyos parajes le han servido de inspiración para escribir su novela, en la que retrata las aventuras y desventuras de Juanín, un famoso maquis, se le nota satisfecho y optimista. Se le puede ver paseando, desde El Remedio a Caviedes, «donde aún se puede ver a algún maquis (risas) y donde disfruto del buen hacer de mi amigo Samu Fernández, en su restaurante El Remedio. Es fantástico».
-¿Su destino estaba predestinado? Nieto e hijo de escritores. ¿Sabía que se iba a dedicar a las letras desde joven?
-En cierto modo, sí. En casa siempre hemos tenido los libros apilados, no por desorden sino por cantidad. Si necesitabas alguna cosa, probablemente encontraras en varios libros la respuesta. Sólo había que tener un poco de curiosidad.
-Buena parte de su camino también lo marcó el cantante y compositor Antonio Vega. ¿Cómo fue esa etapa?
-Una etapa increíble. Era muy joven y de pronto, por varias casualidades, me encontré con Antonio, sentado de copiloto, en el coche de mi madre. Fuimos inseparables durante muchos años. ¡Imagina la escuela que supuso para mí en todo! En la cultura, en la calle, en el sentir, en tocar. Fue tan duro como bueno, pero era un tipo tocado por una varita y si estabas cerca, igual te encendías un poquito tú también.
-Usted se ha reinventado varias veces, primero con un sello discográfico y después con una plataforma que conectaba a los lectores con sus autores favoritos. A pesar del trabajo, no fueron exitosas. ¿No hay que tener miedo al fracaso?
-Creo que no hay que tener miedo a poder hacer de todo, principalmente cuando empiezas a tener obligaciones que cumplir. Muchas veces los sueños no van de la mano del saldo de la cuenta del banco. Yo leo y escucho música. Son mis dos debilidades y si no vivía de una sabía que, tarde o temprano, viviría de la otra. Lo malo es que España es un país complicado para casi todo, excepto para comer y pasarlo bien. Si fracasas en un proyecto, cuesta más levantarte que reinventarte, porque suele ir asociado a unos señores encantadores que reclaman deudas e intereses, que calificaría de usura. Pero yo, lo que siempre he buscado es poder comer de la música o de la prosa. Tengo claro que si quieres algo de verdad, tarde o temprano, con esfuerzo, se consigue.
-Usted no ha tirado la toalla en ningún momento, persiguiendo su sueño de la escritura. Tanto es así que durante tres años estuvo vendiendo pisos para pagar lo que tenía a cuenta y poder dedicarse a ello.
-Así es. Fueron unos años duros, de patear calles y llegar a casa reventado, después de andar veintitantos kilómetros diarios. El tema no era vender mejor o peor, era cuestión de probabilidad. Si enseñaba tres casas, podía vender una, pero si enseñaba nueve, igual vendía tres. Así que lo tomé como una forma de salir rápido del atolladero y lo cierto es que aprendí un montón. Me permitió estar con muchas personas, que es de lo que tratan las historias, la literatura y, en definitiva, la vida. Así que solo puedo estar agradecido.
-Su premio, su novela. 'Cuento del norte' habla sobre las aventuras y desventuras de un maquis, Juanín. ¿Por qué se fijó en este personaje?
-De una forma natural, Juanín, el protagonista, es un personaje que siempre me llamó muchísimo la atención. Pero lo principal, es que las personas que decidieron echarse al monte tras la Guerra Civil, para seguir luchando. eran no sólo emboscados que huyeron de la represión y que combatían al franquismo, tras volver de la II Guerra Mundial. También había personas sencillas, que vivían envueltas en un conflicto que tenía un comportamiento vengativo, revanchista y desmedido, y muy en especial en las zonas rurales. Esa época sacó lo peor del español, tanto en uno como en otro bando. Apesta.
-Dice de su libro que está a medio camino entre el suspense y el western. Pero en territorios bien conocidos de Cantabria. ¿Me lo explica?
-Hay una trama de ficción que trata de envolverte en el suspense de lo desconocido, de lo profundo, de las entrañas del monte, donde se desarrolla la acción. No se puede obviar lo parecido que fue esa época al western norteamericano. Aquí, losmaquis caminaban en cuadrillas, las contrapartidas les hacían emboscadas, había tiros, muertos y venganzas. ¿Qué más necesita un western cántabro?
-Pocas personas aficionadas a la lectura y los medios de comunicación desconocen quién es su padre. ¿Puede llegar a ser su sombra muy larga?
-Para mí es una suerte tener un maestro tan cerca. La sombra es larga, pero son géneros distintos. Yo no me atrevería a opinar de política, porque mi opinión, en ese punto, probablemente le interesa, como mucho, a mi perra Saba. Él es una enciclopedia con manos y pies y es una suerte tenerle cerca. Además, es mucho más crítico conmigo que con nadie, así que para mí es algo tremendamente estimulante.
-Hágame un recorrido por Cantabria, si quisiera seguir los pasos de un maquis.
-Recorreríamos el Monte Corona, la ermita de San Esteban y San Antonio, escondites entre helechos y, al cruzar a Canales, en más de un colmado alguien aún recuerde a los maquis. De ahí, a Pando y después, rumbo a Potes, donde nació y vivió Juanín, antes de marcharse a La Vega, donde le mataron. Subir a Señas, a la aldea de su hermana, no tiene precio.
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