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La segadora aún permanece en la finca, empotrada contra el denso seto del que emergieron decenas de avispas «inmensas», cuentan los testigos. En cuanto Alfonso Barreiro Salgado, de 59 años y vecino de Villapresente, sintió la primera picadura en la nariz, se desentendió de la ... máquina y puso pie a tierra para correr hacia la casa más cercana. «Eran las nueve de la noche, más o menos. Él había ido a cortar la hierba y, de repente, al llegar junto al muro, en el bardal, empezaron a salir avispas asiáticas; le picaron en la nariz, las orejas, la frente... Tiene la cara acribillada», relata su hijo Manuel. Suerte que todo quedó en un susto. El hombre se recupera ahora en su casa aunque continúa con mareos fuertes tras pasar la noche del jueves en la UCI del hospital Sierrallana.
«Creo que justo tras el accidente y nada más llegar a la casa de al lado, donde por suerte viven unos conocidos, empezó a vomitar y después se desmayó». No era alérgico; de haberlo sido, cuentan los médicos, probablemente no lo hubiera contado.
Al comprobar su estado, los vecinos lo llevaron inmediatamente a Sierrallana y allí pasó la noche vigilado. «Ha tenido suerte porque se podía haber desmayado en el prado y que nadie lo hubiera visto. Al parecer lo han llevado al hospital en cuestión de minutos y enseguida le han dado tratamiento», sigue contando Manuel. Probablemente la premura en la reacción provocó su pronta recuperación, y pasadas las 10.00 horas de ayer, viernes, le dieron el alta. «Él dijo que se encontraba bien y el protocolo decía que podía volver a casa, así que regresó».
Pero ayer por la tarde, pasadas las horas del efecto del tratamiento, regresaron los mareos. «Ha empeorado y suponemos que es algo normal cuando pasa el efecto de la medicación», relataba su hijo ayer por la noche a este periódico.
Cuentan los vecinos que hace tiempo habían visto deambular algún ejemplar de 'vespa velutina', pero nadie había dado con el origen, con el inmenso nido, «tan grande como un balón de fútbol», dicen, y que se encontraba oculto dentro de un gran seto junto al muro de la finca que Alfonso explota en régimen de arrendamiento. «Era un nido imposible de ver si no cortas parte de la maleza que hay allí. Y ha dado la mala suerte de que queda justo a la altura de la cara», explica su hijo, quien en la noche de ayer se desplazó al lugar junto a expertos de Sercant-Antivelutina, una de las empresas que se ocupan de eliminar estos nidos en algunos ayuntamientos, para terminar con el problema.
«Lo quitamos hoy mismo porque es un peligro para la gente que vive al lado del muro. Está justo al lado de la carretera y junto a otra urbanización», declaró Isidro Herrera, responsable de Sercant.
Este caso recuerda al triste episodio sucedido el pasado junio en Liérganes, con la muerte de un hombre de 47 años, vecino de Lamadrid, que perdió el equilibrio tras un ataque de avista asiática en una zona de gran pendiente. La víctima, un trabajador forestal, se precipitó desde unos doce metros por un talud en un monte.
Más allá de sucesos como estos, en los que la mala suerte juega un papel crucial, los expertos aseguran que el picotazo de avispa asiática sólo es mortal para alérgicos y enfermos.
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