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Suecia, país donde se inventaron los implantes dentales a finales de los 80, acogió durante cuatro años a un joven odontólogo cántabro que iniciaba en ... aquel entonces su especialización tras su paso por la Universidad de Barcelona y una formación en EE UU. Con posterioridad, Arturo Ruiz-Capillas fundó su clínica en el Paseo de Pereda. De eso hace ya más de tres décadas. En ella se han tratado 15.000 pacientes y trabaja un equipo de veinte personas. Ahora, este profesional ha recibido la medalla de oro de la SEPE (Sociedad Española de Prótesis Estomatológica y Estética), que es la sociedad científica de odontología más antigua de España, en la que ocupó la presidencia durante tres años.
–¿Qué ha significado para usted recibir esta condecoración?
–Recibir la medalla de oro de la SEPE ha supuesto un honor extraordinario para mí, ya que lo que más valoro en mi vida laboral es, por este orden, el reconocimiento de mis pacientes y el reconocimiento de mis compañeros. En este caso, que mis colegas de profesión hayan valorado mi trayectoria me ha emocionado profundamente. Se concede a aquellos miembros que han contribuido de una manera específica al desarrollo de la especialidad. En mi caso, he contribuido como dictante en distintos cursos, conferencias y másteres universitarios, además de organizar varios congresos.
–¿De qué se ocupa la SEPE?
–Es una de las sociedades científicas más importantes y con más años de existencia de la odontología en España. Agrupa a los dentistas que se dedican a reponer los dientes perdidos o a restaurar los dañados. Es decir, de los que procuran que los pacientes mastiquen o puedan sonreír sin complejos.
–¿Qué objetivos persiguió en su etapa como presidente?
–En 1996 fui elegido presidente de la sociedad por tres años y en esa etapa contribuimos a modernizar la sociedad científica, instauramos una sede fija con personal administrativo e informatizamos todos los archivos, entre otras muchas cosas. También fui elegido presidente de la Sociedad Europea en el año 1998 y vicepresidente del congreso mundial y eso supuso una mayor proyección internacional para la organización.
–Durante su carrera, ¿cuáles han sido las revoluciones del sector?
–La primera gran revolución en la odontología es el tiempo de tratamiento de los implantes dentales. Si tardábamos un año, ahora en una mañana un paciente puede resolver su problema de implantes y salir de la clínica con todos los dientes puestos. La segunda gran revolución ha sido la técnica de preservación de la encía para que se mantenga sana en el tiempo. Esto, que hoy es conocido a nivel mundial, fue descrito por un dentista de un pequeño pueblo de Cerdeña.
–¿Cómo incide el avance tecnológico en su campo?
–Actualmente, yo destacaría la irrupción de los procesos digitales en nuestros tratamientos. Utilizamos la tecnología de una cámara 3D para tomar medidas, sin pastas, para diseñar y fabricar piezas dentales con mayor precisión. Colocamos los implantes de forma guiada digitalmente. Diseñamos las sonrisas y decidimos la ortodoncia por ordenador siendo más precisos. No obstante, todavía las máquinas no han podido eliminar la necesaria intervención de tratamientos artesanales, que tienen sin duda un gran componente artístico.
–¿Están surgiendo problemas por la compra online de ortodoncias?
–Sí, es el problema más novedoso que ha surgido en el sector, y la comunidad de odontólogos está alertando sobre los riesgos que entraña. Se trata de la patología más frecuente: nos llegan casos dramáticos de pacientes que vienen después de haber usado las férulas que han comprado online y que les han enviado directamente a casa, sin la supervisión de un dentista en ningún momento. Vienen a la clínica después de unos meses de uso y la mordida se les ha alterado y no les coincide en un solo diente. Hemos visto auténticos dramas.
–¿Es posible el diagnóstico de enfermedades a través de las encías?
–Así es, se trata de un programa novedoso puesto en marcha en el sector de la odontología teniendo en cuenta a todos los pacientes que vemos y se pueden aportar datos. Está comprobado que es posible hacer un diagnóstico precoz de la salud a otros niveles a través de las encías y se está trabajando en esta línea para anticiparse a enfermedades de diabetes, cardíacas, pulmonares...
–¿Cuál es el nivel de la odontología en España?
–Es una de las más desarrolladas de Europa, alcanzando niveles de calidad superiores a las de otros países con mayor renta per cápita, como por ejemplo Gran Bretaña, Francia o los países nórdicos. Actualmente el ejercicio profesional está muy fragmentado entre dentistas autónomos de consultas formadas por un profesional, es decir, lo que hemos conocido siempre, o consultas más grandes, como la nuestra, que agrupan varios especialistas de distintas disciplinas de la odontología. Y por otro lado se sitúan las cadenas, cuyos propietarios son generalmente fondos de inversión.
–¿Cómo ha cambiado el sector con la llegada de grandes cadenas?
–Las cadenas dentales han dado una primera oportunidad a los recién licenciados, ya que no todo el mundo puede asumir el coste o el riesgo de montar una consulta. Esto es bueno porque los jóvenes adquieren mucha experiencia, aunque quizás tanta rotación no es bueno para los pacientes. Las cadenas basan parte de su negocio en la financiación de los tratamientos, la publicidad y en una más que discutible política de precios, donde utilizan un precio 'gancho' sobre el que después se van añadiendo otros costes. Además, desgraciadamente, al ser el cobro por anticipado se han producido algunas quiebras muy sonadas que han dejado a muchos pacientes sin tratamientos y con créditos a sus espaldas.
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