«No vemos ni un móvil en el centro. La clave no ha sido tanto prohibir como convencer»

Como el Marqués de Santillana, otros centros de Secundaria habían replanteado el uso del móvil en sus instalaciones antes de que la Consejería de Educación, FP y Universidades diese el paso definitivo: prohibir los dispositivos –móviles y relojes inteligentes– en los colegios de Infantil y Primaria, así como restringirlos al máximo en los institutos. Firmadas por el director general José Luis Blanco, Educación elaboró unas instrucciones específicas de inicio de curso para regular este asunto. En ellas quedan recogidos los argumentos que inspiran la medida, su alcance –espacios, horarios, tipo de actividades–, las sanciones o las excepciones. Según apuntan los centros consultados, la instrucción les ha dado «más protección y seguridad» y ha «han reforzado» sus planteamientos.

En la Consejería no constan incidencias en estos primeros quince días de clase a cuenta de la prohibición del uso del móvil y relojes inteligentes. El curso ha comenzado con «normalidad» en este aspecto, apuntan fuentes del departamento que gestiona Sergio Silva. En al menos una decena de institutos también ha sido así. «En Secundaria está funcionando muy bien», resume Ángel Merodio, director del IES Santa Clara (Santander), que ya regulaba el uso del móvil en las aulas y que ahora, con las instrucciones, lo ha extendido al resto de instalaciones. En La Salle (Santander) han cambiado únicamente «detalles» de su normativa previa, dice José Manuel Merino, su director, cuyo móvil está siempre en 'modo avión' en el centro.

«Para nosotros no ha supuesto mucho cambio porque ya éramos un centro libre de móviles [atañe a alumnos, profesores y familias]», apunta Almudena Pajares. La directora del Colegio Sagrados Corazones de Torrelavega sí que ha notado un cambio –«para bien»– en que alumnado y familias están al tanto de que es una medida de la Consejería. «Saben que es una cosa seria y lo cumplen mejor que nunca. Queremos que se puedan concentrar en clase y disfrutar de las clases y de sus compañeros».

En los Sagrados Corazones han requisado un único móvil en estos primeros días de clase. En el CIFP La Granja de Heras ninguno. Están en fase de preaviso, informa Carlos Micó, su director, y eso implica señalar una conducta inadecuada antes de pasar a mayores. «Los chicos están colaborando y el profesorado y el personal laboral también facilita que se ponga en marcha la medida». El 90% de la comunidad educativa respaldó la conversión de La Granja en un centro libre de móviles el curso pasado. Las únicas salvedades, por razones de seguridad, son el personal de finca y el de prácticas en el campo.

«Nosotros lo tenemos regulado hace 15 años. Los chicos ya lo saben y están acostumbrados. Hay semanas en las que tenemos que quitar algún móvil, pero no es nada excepcional. El mayor problema es en las entradas y salidas, pero nada que nos sorprenda», interviene Javier López, director del IES Muriedas, que solo espera resolver igual de bien la situación en las actividades extraescolares y complementarias. «Es hablar con ellos, que se den cuenta».

Y si bien en la norma tiene mayor impacto en los institutos, en los colegios también han trabajado con familias y alumnos. «En nuestro caso no nos afectan tanto los móviles como los relojes digitales», dice Irene Donate, directora del Cisneros (Santander). Algunos escolares los usan para llamadas de emergencia o localización y «eso ha generado ciertas dudas entre las familias». Pero se han aclarado. «Ha sido una forma de reflexión para todos, para los adultos también».