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Los ríos son como las venas que recorren el paisaje: si los analizas conoces todo lo que le pasa a la naturaleza, llevan su ADN», explica José Barquín, doctor en Ecología fluvial por la Massey University (Nueva Zelanda) y máximo responsable del grupo de Ecosistemas ... Continentales del Instituto de Hidráulica Ambiental (IH). Junto al de Ecosistemas Litorales, es uno de los dos pilares del área de Hidrobiología, en concreto el dedicado a investigar y determinar los principales mecanismos biofísicos que confieren resiliencia a los ecosistemas acuáticos continentales (ríos, principalmente, lagos, pantanos...) y los terrestres adyacentes (vegetación), permitiendo que mantengan su funcionamiento y biodiversidad frente a perturbaciones naturales o producidas por la actividad humana. En definitiva, los ríos -y sus entornos- están en sus manos y hasta han desarrollado aplicaciones para móviles que permiten conocer en tiempo real el nivel de los caudales, la temperatura del agua...
Una de sus principales líneas de trabajo es el estudio de los cambios que se producen en la estructura del paisaje y la alteración que provocan en los ecosistemas acuáticos de agua dulce. Un objetivo para el que se apoyan en la teledetección: a través de los satélites son capaces de detectar cambios producidos en los últimos 30 años, como los ocurridos en la Cordillera Cantábrica por ejemplo (en las masas forestales, en los pastos, en los matorrales, los provocados por el uso del fuego...). Cambios que llegan al medio acuático a través de la escorrentía.
Responsable del grupo José Barquín.
Integrantes Alexia María González, Mario Álvarez, Edurne Estévez, Marta Sainz, Ana Silió, Ignacio Pérez, Jose Manuel Álvarez-Martínez, Hoang Thi Binh Minh, Cassia Rocha.
Áreas de trabajo Ecología del agua dulce; Seguimiento y evaluación del estado de ecosistemas y especies; Caracterización de servicios ecosistémicos; Conservación y gestión de ecosistemas, hábitats, comunidades y especies; y Teledetección y modelado ecológico.
De la teledetección a ponerse las botas para el trabajo de campo y analizar en el laboratorio desde las algas que recubren una piedra hasta un parche de suelo secado o manipulado para comprobar cómo mutan sus características ópticas. Trabajos que les permiten determinar finalmente a qué se deben los cambios que revelan los satélites. En este área destaca el proyecto 'Ivercam' que desarrollan en los parques nacionales de Picos de Europa, Sierra de Guadarrama y Sierra Nevada, a través del que intentan conocer qué ha sucedido con la cobertura vegetal en el pasado con el objetivo de desarrollar un modelo y proyectarlo al año 2050 en un escenario de cambio climático, para comprobar qué sucedería si no se toman medidas y proponer a los gestores una serie de soluciones (repoblaciones de laderas, restauraciones de llanuras, mejoras de riberas...).
Una segunda línea muy activa de su faceta investigadora es el seguimiento y evaluación del estado de ecosistemas y especies, que tiene su mejor exponente en la Red de seguimiento del cambio global en el Parque Nacional de Picos de Europa, en la que trabajan desde hace siete años.
Barquín destaca la potencialidad de otra de las líneas que desempeñan, la caracterización de servicios ecosistémicos: todos aquellos recursos de los ecosistemas naturales (bienes y servicios) que benefician -o pueden hacerlo- a los seres humanos. Pueden ser servicios de regulación, por ejemplo el mitigar el riesgo frente a una crecida (como los trabajos realizados aguas arriba en Reinosa); de aprovisionamiento (la cantidad de agua o pesca que puedes obtener de un río); o turístico-culturales (pone como ejemplo 'La Fuentona' de Ruente o los puntos de pesca). «Intentamos modelar cuál es la previsión de servicios ecosistémicos de la naturaleza a día de hoy y cómo podríamos aumentarla y mejorarla», explica el máximo responsable de este grupo que aúna a biólogos y científicos medioambientales y marinos.
Unos servicios que están muy ligados a la actividad económica, por los beneficios directos que reportan... o por los perjuicios que pueden generar. «Si una zona es industrial o de expansión urbanística y no mira los recursos naturales que tiene alrededor, si no tiene en cuenta las previsiones que apunta el cambio climático a medio plazo, las probabilidades de que el casco urbano se inunde o de que haya problemas de agua van a aumentar». El gran objetivo en esta área, «en el que queda mucho trabajo por hacer», es «intentar introducir los servicios ecosistémicos en la planificación del territorio».
«En el río Pas tenemos uno de los grandes desastres ambientales de este país», señala Barquín cuando aborda otra de las líneas de trabajo de este grupo de Ecosistemas Continentales, el centrado en el estudio de las alteraciones hidrológicas: cómo impactan a la biodiversidad y el funcionamiento ecosistémico los cambios en el uso del suelo, la existencia de presas, los grandes abastecimientos de agua a las poblaciones... «Todos los veranos se seca, pero no naturalmente, sino por las intervenciones humanas. ¡Santander se bebe el Pas! Y es un río salmonero...». En el lado contrario pone como ejemplo del buen hacer al Deva. En este campo se incluye el proyecto 'Hydra' que desarrollan en embalses (de regadío e hidroléctricos) y presas de la Cordillera Cantábrica, que ha desencadenado en el programa europeo 'Euroflow'.
También de carácter transfronterizo es el proyecto 'Alice', consistente en la mejora de la gestión de los paisajes atlánticos, con casos de estudio abiertos en Portugal, España, Francia y Reino Unido-Irlanda.
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