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Las luces llevan días encendidas. Sin embargo la gente ha tardado algo más en llegar y llenar los asientos. Lo hizo ayer por la tarde. Sobre las 18.00 horas, los primeros espectadores del Circo Italiano de los hermanos Rossi, ubicado en ... el aparcamiento de El Sardinero, entraron en la carpa para disfrutar del nuevo espectáculo 'bellissimo'. Tras una semana de incertidumbre, entre los vecinos de la capital cántabra había ganas de verles. «Somos mucho de circo, venimos todos los años», contaba Susana justo antes de entrar a la carpa. También Andrea Fernández, acompañada por una amiga, reconocía ser una apasionada del circo. «Me encanta todo, el ambiente, las actuaciones...». Siempre va el día del estreno, por eso quiso ir en marzo -cuando el circo llegaba a la ciudad-, pero el estado de alarma y el confinamiento se lo impidieron. La siguiente opción fue acercarse el fin de semana pasado porque el circo regresaba a Santander. «Quise venir el primer día, como siempre», comentaba a las puertas de la instalación. Pero no pudo ser. Sanidad revocó el permiso de apertura y eso volvió a frustrar sus planes. Y es que si algo ha marcado el debut del circo italiano han sido las idas y venidas con el permiso para actuar.
Por resumirlo. El 10 de noviembre Sanidad les dio la autorización para abrir. Quince días después, el jueves pasado (apenas 24 horas antes de debutar), la Consejería la dejó sin efecto. Y ya esta misma semana, tras reunirse y revisar la instalación, les han concedido de nuevo el permiso. Una incertidumbre que no ha afectado al ánimo de la gente. «Nosotros no tenemos miedo, con las medidas adecuadas es factible ir a cualquier sitio», decía Susana. Y así abrió sus puertas, con todas las medidas de seguridad. Esas que forman parte del día a día y que ya no sorprenden.
A la entrada la primera parada es el termómetro para tomar la temperatura. De eso se encargan dos vigilantes. Y después toca desinfectarse las manos. Justo a la entrada hay colocados dos dispensadores de gel hidoalcohólico para que nadie se olvide. Y los carteles de 'mascarilla obligatoria' recuerdan lo que ya casi no hace falta avisar. O no debería.
Una vez en el interior, los sitios se reparten por unidad familiar. Cada grupo de convivientes ocupa asientos juntos dejando libres uno a cada lado para separarse del siguiente núcleo. Además unas cintas rojas y blancas marcan las filas que no pueden ocuparse y que permiten controlar el aforo y garantizar las distancias de seguridad. Todo en orden y preparado para arrancar.
Mientras llegaba la hora del estreno, las 18.30, la gente se repartía entre quienes fueron directos a buscar su sitio y quienes prefirieron hacer una parada previa en alguno de los tres puestos de 'snacks' y crepes de la entrada. También de palomitas. Un olor que impregnó la primera carpa. En general, los más pequeños tiraron de sus padres hacia estos estantes y atravesaron la entrada cargados.
Lo cierto es que, aunque también la gente joven se dejó caer por el circo, la mayoría de los visitantes fueron familias. Antonio e Isabel se acercaron con los críos de 3 y 5 años. Sobre todo «por desconectar de la rutina» y divertirse juntos. ¿Cómo ven las medidas? Como el resto de espectadores: «Parece que las cumplen y eso da tranquilidad».
Al otro lado del escenario, entre los artistas, había también muchas ganas de abrir y, sobre todo, ilusión por acercar al espectador su trabajo. Ayer por la tarde el goteo de gente fue constante y la venta de entradas parece que avanza bien. «Hay muy buena preventa para el lunes. Están ya casi todas vendidas», explicaba Ronni Rossi, el director de la gira.
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