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Este año, la venta de la lotería de Navidad «no puede ir más lenta» y en las administraciones de Cantabria estiman que es probable que esta campaña se pongan en circulación entre un 30 y un 40% de décimos menos que en años anteriores de ... cara al 22 de diciembre. «Falta alegría» a todos los niveles, explica Luciano García, de la Administración número 3 de Torrelavega. También han cambiado los usos sociales: la hostelería siempre ha sido un cliente principal para los loteros y ahora muchos establecimientos están cerrados o a medio gas, se sale menos y, cuando se hace, «la gente se queda en la terraza y ya ni siquiera entra en el local, así que no ve ni el número que se juega», lamenta Margarita Sánchez, de la casa de comidas 'La Farola' de Soto de la Marina. La falta de movimiento general es otra causa: «ni hay viajes del Imserso, ni se planean visitas a familiares de otras partes, ni se harán cenas de empresa. Todo resta», apunta José Luis Arrabal Horga, de La Anjana de la calle Calvo Sotelo de Santander.
Los décimos de Navidad se pueden comprar desde el pasado 9 de julio y, aunque el organismo estatal está deseando vender («Este año tenemos más ganas que nunca de repartir suerte» clama el eslogan oficial), lo cierto es que las administraciones lo ven bastante parado. Y eso que Cantabria estuvo en 2019 entre las autonomías donde más dinero se jugó por habitante en este sorteo, con un gasto de 85 euros por habitante. Tampoco a nivel nacional está habiendo colas para hacerse con un boleto ni siquiera en los negocios de renombre de Madrid o Barcelona. LaSociedad Estatal Loterias y Apuestas del Estado (SELAE) no ve «prudente hablar de cifras en el momento actual» alegando que el grueso de ventas se realiza en los meses de noviembre y diciembre. Admite, sin embargo, que «aunque aún no hemos entrado en la etapa de más demanda, es evidente es que nuestra actividad, como el resto de las comerciales, se están viendo negativamente afectadas por la pandemia, la crisis y las restricciones de movilidad».
Esto, en Cantabria, se traduce en números concretos: «Antes una asociación te llevaba 300 décimos, una peña 600, y un equipo de fútbol otros tantos. Ahora no tenemos ese movimiento», señala Luciano García desde su negocio en pleno centro de Torrelavega. García recuerda que la Lotería de Navidad es una tradición española que lleva en su raíz «a los grupos, el compartir. Si reunirse está casi prohibido desde que empezó la pandemia, quiere decir que la actividad de corales, peñas y colectivos se ha quedado casi a cero. Esos folios que te compraban las asociaciones eran el 50% de la venta de Navidad. Por ventanilla se vende muy poco a poco». Una cifra más, de la hostelería: en la Bodega San Fermín, de la calle Tetuán, a estas alturas, otros años habrían vendido ya unos 11.000 euros en décimos. «Este, de momento, me han traído 6.000 euros y está costando. Se nota muchísimo la diferencia. Antes te venía a comer un grupito y se jugaban dos o tres décimos a medias... eso ya, nada» dice el propietario del establecimiento, Francisco Arquillarena.
También lo ve lentísimo, «casi para alarmarse», Arrabal Horga en el corazón de Santander, que cree que en su tienda, «muy abierta a la calle, no da miedo entrar. Pero la gente sale menos, hay que ver lo que está sufriendo la hotelería y yo tengo muchos clientes de esta rama. Ahora mismo se prevé una mala campaña de Navidad y eso que si aguantáramos en diciembre salvaríamos el año». Sin embargo, este profesional -que repartió hace tres años más de 100 millones de euros en Santander al vender participaciones de un segundo premio- prefiere «ser optimista» y pensar que, de aquí al gran sorteo anual que llega en menos de dos meses, reaccionarán las empresas, los colegios... «No quiero ser pesimista y mucho menos quejarme porque hay sectores que lo están pasando muy mal. Habrá que pedir que se haga una buena publicidad y que el Estado se vuelque, porque de aquí se recaudan millones en impuestos».
Desde Torrelavega, García añade que no es cierto que se juegue más a la Lotería cuando hay crisis como recurso fácil para salir del hoyo. «Cuando no hay trabajo ni dinero, no hay dinero para nada, tampoco para un décimo». Por eso, en su opinión, esto es difícil de remontar «incluso por mucha campaña que se haga. Si no hay turismo, si la hostelería está como está, si no hay alegría porque la gente vive centrada en intentar librarse del bicho... El nivel de ventas seguirá en mínimos, seguro».
María del Carmen Pastora, que regenta la administración de la Plaza de las Cervezas en la calle San Fernando de Santander, no está descontenta de lo que le están comprando «en mostrador», porque está siendo «más o menos como siempre». Coincide con sus colegas, no obstante, en que ha sacado alrededor del 40% menos para la hostelería y subraya que por esta parte «estará difícil, porque está claro que no habrá cenas, ni comidas ni reuniones» de fin de año de las empresas. En su administración echa en falta a los compradores de oficinas y sedes oficiales. «La gente que trabaja desde casa y ya no pasa por aquí. Eso sí se acusa».
Sánchez, de 'La Farola', cuenta que en 2019 batió récord de venta de lotería en su casa de comidas y lo compara con 'la nada' de este 2020: «Tenemos un pliego de décimos desde hace dos meses y muy pocos clientes preguntan. Me está llamando mucho la atención» y eso que, remarca, la hostelería no cobra comisión por las ventas que hace. Atribuye el desinterés a que «mucha lotería sale ligada a grupos, de familiares o amigos», que lo compran en una comida o cena por tener una ilusión común «y ahora grupos, pocos. Además, nadie quiere gastar, por si acaso, hay mucha incertidumbre» por los trabajos, por el futuro.
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