
José María Pérez Ramos
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José María Pérez Ramos
«La corrección política no va conmigo, yo soy técnico». Y partiendo de esa carta de presentación, el nuevo gerente de Atención Primaria, el neurólogo ... José María Pérez Ramos, habla sin pelos en la lengua de la situación que atraviesa su negociado, convencido de que hacen falta decisiones firmes que, a día de hoy, resultan imposibles «porque la gestión de la salud está bajo el yugo de criterios políticos, sociales y sindicales». En un contexto tan grave de falta de médicos de familia y pediatras, considera que «hay puntos de atención que son un dispendio mantenerlos abiertos», pero no se contemplan cierres, así que advierte: «El verano probablemente sea peor que el año pasado porque tenemos menos sustitutos».
–Al gerente anterior, que estuvo apenas un año en el cargo, le tocó gestionar un verano muy difícil, ¿cuenta con que usted lo va a tener igual o incluso peor?
–Probablemente, peor. Bueno, los residentes (MIR), que el año pasado terminaron en septiembre, este verano podrán incorporarse en agosto, así que quizás lleguen refuerzos antes, pero es verdad que el punto de partida es peor porque no hay nadie en listas y el número de sustitutos para los SUAP es menor. Así que la primera mitad del verano será complicada, después ya veremos la capacidad de fidelización de la gente que termine, que también depende del interés que tengan, porque hay un porcentaje de residentes que vienen a estudiar pero no tienen en su hoja de ruta quedarse en Cantabria.
–Sabiendo que van a faltar médicos, ¿cómo se están preparando?
–Las herramientas son las que son y se discute mucho de ello porque parece que, a día de hoy, el mayor ring para echarse los trastos a la cabeza, fundamentalmente de la clase política, es el tema de la salud. El punto de partida es evidente: no hay recurso humano, pero ni aquí ni en ningún sitio. Lo más importante es que seamos transparentes y así se ha transmitido en la reunión de la Federación de Municipios. Pediremos las vacaciones con antelación para tener un cuadro con los efectivos disponibles y hay que darle publicidad para que la ciudadanía y las alcaldías sepan las posibilidades que tenemos. Con menos sustitutos, capacidad de refuerzo prácticamente no hay. Si tenemos personal, se priorizarán los sitios con mayor presión asistencial. Siempre pongo este ejemplo: nos toca gestionar para intentar hacer una cama de 1,35 con sábanas de 90.
–De las medidas aplicadas el año pasado, ¿cuáles se han descartado porque se vio que no sirvieron?
–Creo que fueron medidas correctas. El recurso del transporte se debió de utilizar poco, pero que se dé esa posibilidad para desplazar a los pacientes está bien.
–¿Se va a mantener ese plan?
–Se discutió desde Consejería y entiendo que se va a mantener de la misma manera. Del resto de medidas, no vi ninguna que me rechinase o dijese que no tiene sentido.
–¿Es preferible mantener todos los centros y consultorios abiertos, a sabiendas que habrá días o semanas que no habrá médicos, en lugar de tomar una medida más drástica y cerrar un número determinado en verano?
–Hay que tener en cuenta que una cosa es la ordenación sanitaria y otra las decisiones políticas. El mayor problema que tenemos a la hora de gestionar la salud es que hace mucho tiempo que hemos abandonado los criterios técnicos para estar bajo el yugo de criterios políticos, sociales y sindicales. Hay decisiones que probablemente tendríamos que reflexionar todos en voz alta, que son políticamente incorrectas. Yo me considero una persona neutral y cuando veo las cifras de asistencias en determinados centros o Servicios de Urgencias (SUAP)... no los entiendo. Entiendo que hay una realidad social compleja, mucho envejecimiento poblacional, mucha dispersión, lo que implica más puntos de atención, pero defender consultorios con cupos de veinte personas o SUAP que ven dos pacientes al día –sé que es meterme en un jardín pero alguien tiene que decirlo– es algo que habría que plantearse, especialmente cuando faltan médicos. El tema de la atención de cercanía está muy bien, siempre y cuando la puedas mantener. Pero, en ocasiones, cuando no hay una voluntad por parte de todos los actores políticos y sociales para poner cierta racionalidad en las cosas, se toman decisiones peores, que es mantener puntos de atención por no decir que los has cerrado. Pero entiendo que ahí, independientemente de mi opinión como técnico y que transmito a mis superiores, la última decisión está en otras manos.
–Otras comunidades, sin ir más lejos el País Vasco, que es donde ha trabajado, cierran consultorios en verano porque no tienen personal para cubrirlos.
–Es que hay que tener una cosa en consideración, a los profesionales que tenemos trabajando hay que agradecerles su implicación (la mayor parte de las cosas que surgieron el verano pasado se pudieron cubrir con gente de dentro que amplió sus horarios, que trabajó de más...) pero también tienen derecho a vacaciones. A la gente no se le puede denegar vacaciones sistemáticamente, que es algo en lo que a veces caemos porque si por otro lado tienes la obligación de mantenerlo todo abierto y no tienes gente...
–¿Qué solución plantea?
–Tenemos que llegar a un acuerdo entre todos. Habrá que decidir si durante una temporada un servicio hay que concentrarlo en un punto de atención. Esto se puede aplicar a la pediatría, que pasa por una situación dramática en toda España: no se puede hacer una sola sustitución de pediatras de Atención Primaria porque no los hay, y tienen derecho a vacaciones como todo el mundo. Si no tenemos profesionales, qué hacemos, dejamos a una enfermera sin pediatra o decidimos que durante un tiempo, que pueden ser los meses de verano, concentramos la atención en menos puntos.
–Si la decisión fuera técnica, dejando a un lado la política, ¿haría esa concentración de recursos y aplicaría esos cierres?
–No es una decisión que tenga que tomar yo, pero sí, lo haría. Es más, yo no lo plantearía solo para el verano. Creo que hay recursos en Cantabria que son claramente ineficientes, creo que todo el mundo los conoce, porque a lo largo del tiempo han gobernado personas de una sensibilidad política y de otra, y todos son conscientes de que hay puntos que son un dispendio, y no se cierran porque no interesa cerrarlos. Para una presidenta o un consejero son cosas muy difíciles de defender, pero la situación actual probablemente requiera adoptar medidas que no hubo que tomar nunca antes.
–Visto lo visto, ¿habrá días de SUAP sin médico o en los que un solo equipo atienda a cien pacientes en la misma guardia?
–Ahí hay que hacer una reflexión: SUAP en los que se ven cien pacientes al día son muy pocos, SUAP en los que se ven menos de 25 pacientes al día son muchos y donde se ven menos de 10 pacientes al día también hay, y muchos. ¿Tiene sentido que tú mantengas un punto relativamente cercano a un hospital de referencia y que atiende a tres pacientes? No, ¿verdad? Esto tendría que ser una cosa que socialmente se entendiese. Determinadas cosas que estamos haciendo las mantenemos por la propia sociedad que lo requiere, pero no son eficientes. Tendría que haber una cierta concordia política y social y que la gente entienda que las decisiones se toman para que el sistema sea sostenible a un medio plazo.
–¿Y habrá SUAP que se queden atendidos solo por enfermería?
–Lo ideal es que no pase, pero si no se cierran puntos de atención no puedo descartar que ocurra.
–¿El acuerdo que se alcanzó con los SUAP cambia en algo el panorama de cara al verano?
–Aún tenemos que hacer una explotación de los datos del resultado de estas semanas, pero la impresión es que esas medidas no han valido para prácticamente nada. El tema del SUAP es complicado, es cierto que es un colectivo especialmente afectado por las denegaciones de permisos, porque se considera esencial y hay que mantenerlo abierto a toda costa. Pero a día de hoy tenemos ocho sustitutos para SUAP, cuatro menos que el año pasado. Apenas dan para cubrir las bajas; todo lo que sean permisos se hacen gracias a que otros compañeros doblan turnos.
–¿Está encima de la mesa la posibilidad de cerrar algún SUAP?
–No. Tendría que haber un cierto acuerdo, si no eso sería una bronca política de proporciones monumentales. Yo lo he propuesto, con los datos en la mano. Por ejemplo, ¿tiene sentido mantener todos los SUAP abiertos por la noche? Puedo demostrar que los 20 SUAP con menos actividad entre semana, no suman 20 pacientes por la noche entre todos. ¿Tiene sentido mantener turnos de noche de 20 médicos, 20 enfermeras y celadores para ver a 20 pacientes? Claro, ahí entras en temas de derechos laborales, cambios de turno, etc. Si pudiéramos partir de una tabla rasa, haríamos una red de SUAP distinta, en la que, a lo mejor, en lugar de 32 bastaría con 22, 24 o 26, con lo que eso supone en profesionales para reforzar.
–Me sorprende que sea su Gerencia la que controla el transporte programado de ambulancias (Diavida), cuando esas ambulancias se mueven entre hospitales.
–A mí también.
–¿Qué explicación tiene eso?
–No lo sé.
–Cómo responsable del control de ese contrato, ¿tiene Diavida los días contados en Cantabria?
–No me corresponde responder a eso. Diavida es un servicio que tiene a día de hoy evidentes carencias, que ha generado mucho ruido social y que tenemos que intentar solucionar. Está claro que la prestación es deficiente.
–¿Qué es lo más preocupante?
–Las demoras en altas son importantes, pero me preocupa sobre todo las demoras para tratamiento, que un paciente llegue tarde a diálisis o a quimioterapia. Yeso ha pasado puntualmente.
–Del día a día de la Atención Primaria, ¿le llegan quejas de pacientes por demoras para conseguir cita en su centro?
–El tema de las agendas creo que habría que darle una vuelta, la agenda web es buena para algunas cosas pero es mala para otras, penaliza a determinados grupos sociales que tienen menos manejo de las tecnologías. Somos conscientes de que en ocasiones no es fácil que te vean en el tiempo en el que uno quiere. Aunque también hay que tener en cuenta el concepto de urgencia sentida, la gente confunde urgencia con inmediatez. Lo urgente es urgente, pero que tú quieras que se te vea inmediatamente es una cosa distinta. Tendríamos que hacer más promoción de la salud y educación sanitaria. Tenemos un porcentaje de gente joven atendida por problemas banales en los centros de salud que llama la atención. Cuando no hacemos un consumo razonable de los recursos a quien penaliza es a quien realmente necesita acceder al sistema. Tenemos una sociedad muy envejecida y estas personas tienen que tener un acceso fácil. Sin embargo, cuando me comentan que una persona joven ha ido a Urgencias de Atención Primaria con la garganta roja y cinco décimas de fiebre es que alucino.
–Y qué responde a quienes plantean esto: 'No consigo cita, voy de urgencia y está el centro vacío'.
–Aquí tenemos que ver que no toda la jornada laboral del médico está sentado en su consulta, tenemos valoración de dependencia, hay que ir a domicilios, a residencias... Y también hay que tener en cuenta que ha habido acuerdos sindicales que han mejorado las condiciones laborales, como la limitación de agendas a 35 pacientes/día.
–Esa propuesta de ampliar la jubilación de los médicos a los 72 años, ¿lo ve como solución?
–No me parece la mejor propuesta. La falta de médicos es el resultado final de un largo discurso en el que no se han tomado decisiones a nivel estatal. Se podía haber planificado para no llegar al problemón que tenemos ahora. Tomar decisiones ahora, con lo que conlleva la formación médica, implica que tendremos profesionales para 2040. Y como importarlos tampoco es una opción, entiendo que haya quien proponga alargar la jubilación. Pero probablemente no todos estarán capacitados para trabajar hasta los 72 años, por eso hay que ser cautos.
–¿La falta de enfermeras es comparable a la de médicos?
–No. En los últimos años hemos vivido dificultades para la cobertura de enfermería que antes no teníamos. Pero tiene una peculiaridad, el recambio es más rápido, porque el porcentaje de las que realizan el EIR es pequeño
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