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El covid, que andaba en el fondo del cajón de la tertulia, ha vuelto esta semana a asomar la cabeza. Sobre todo, a base ... de conocidos, familiares, amigos o compañeros de trabajo con tos o dolor de garganta. Es una evidencia que los contagios están por todas partes. La duda es saber hasta qué punto es preocupante. Una conversación con expertos permite sacar varias conclusiones. Que la nueva variante (dentro de Ómicron, la BA.5) y el contexto social de las vacaciones van a hacer de este verano el del mayor número de contagios. Se da por hecho. También que se van a infectar personas que ya pasaron por ello hace poco, pero que, en general, el positivo no se traduce en casos de gravedad. Claro, a base de disparar el número, por estadística, llegará a personas vulnerables (por edad o por padecer otras enfermedades) que sufrirán situaciones más complejas. Y que el mayor riesgo está –también por el contexto del verano– en el efecto que pueda tener en la hospitalización. En la asistencia. Si generará o no problemas sumados a las carencias que ya hay de por sí en vacaciones. ¿Medidas? En general, hay coincidencia. Las condiciones actuales no son para tomar medidas que supongan limitar los derechos de las personas. Por los propios datos –a día de hoy– y porque una vuelta atrás sería socialmente muy compleja. Pero sí que apelan a no restar gravedad a lo que ocurre y, sobre todo, al sentido común. A la responsabilidad de cada uno. Su receta: mascarilla –sin norma que obligue, cuando la situación en los interiores lo requiera–, ventilación a más no poder y evitar la vida social cuando hay síntomas.
«A nivel social volver atrás es muy complicado por el agotamiento y la fatiga pandémica que hay. No se puede parar la economía y la situación, sin restarle gravedad en absoluto, no es igual que en otras etapas. No creo que las autoridades se planteen esa vuelta atrás, pero sí creo en la conciencia de la población. Después de dos años, la gente sabe qué tiene que hacer». Es la reflexión de Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología y jefe del servicio en Valdecilla. ¿Qué recomienda? «Recuperar algunas medidas o actitudes individuales. El empleo de mascarilla en interiores en situaciones que no supone un gran problema (centros comerciales, cines, museos...) y abstenerse de vida social si tienes síntomas».
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Es la conclusión social tras un análisis científico. Habla de BA.5 (la de ahora) y deja claro que tiene poco que ver con la BA.1, la primera de Ómicron. Es «muy infectiva y escapa a los anticuerpos de la vacuna o de haberse infectado». Por eso se explica que gente que lo pasó en Navidad, por ejemplo, vuelva a contagiarse. Aunque faltan datos, López Hoyos cree que no escapa de la inmunidad celular y, como resumen, entiende que el elemento «enfermedad» «no es para ponerse nervioso», pero sí el elemento «infección». «Es importante ver lo que ocurre esta semana. Si la ola no llega pronto al punto máximo tendremos problemas en cuanto a la hospitalización». Porque, «aunque a nivel clínico no induce una enfermedad tan grave –afecta sobre todo a personas mayores de ochenta, que se descompensan, pero no vemos tanto esas neumonías tan graves que obligaban al ingreso en Intensivos–, estamos en verano, con el añadido de las vacaciones del personal y las propias bajas de los sanitarios que se contagian». Ahí está el gran riesgo.
Y justo por ahí va el análisis de Reinhard Wallmann. «Tuvimos muy mal lunes», arranca. Fue el día del susto, de ver que el crecimiento era ya exponencial y que se notaba en la hospitalización. El responsable de Salud Pública coincide con López Hoyos en que BA.5 ha «mutado tanto que casi es una variante nueva». O sea, más contagios, menos inmunidad por haber pasado ya por el mal trago... Lo dicho. También en lo referente al verano. Si el virus se hace fuerte por «las redes sociales humanas», la estructura «más estable» de grupos sociales y contactos que uno tiene en primavera o invierno, se hace «más dinámica» en estos meses. Caldo propicio. Eso añade un componente de incertidumbre en las previsiones. Wallmann explica que aquí miramos de reojo a lo que pasa en Portugal. Allí ya pasaron por esta ola, «pero no en el contexto del verano». Porque la etapa concreta del año determina también una situación especial en los hospitales (vacaciones y personal contagiado).
Llegado a esto, números. Esta semana se superó el umbral del 5% de hospitalizados. Una barrera que se concreta en más de ochenta personas. «Pero las ochenta de ahora no son las ochenta de abril. Pueden producir más sufrimiento al sistema». Ahí resulta determinante, nuevamente, calcular dónde estará el pico de la ola. El experto habla –si se cumple la tónica de los repuntes anteriores– «de una o dos semanas». Más de eso añadiría dificultad (y ya notan que esa dificultad llega, por ejemplo, a las residencias, lo que se traduce en riesgo para los más vulnerables).
«Mascarilla y ventilación», repite como recomendaciones. «Y máxima prudencia. Interacciones sociales, las justas». ¿Ir más lejos? Reinhard Wallmann añade aquí dos cuestiones interesantes. De entrada dice que el contexto actual no es el de un «riesgo como para limitar los derechos de las personas». Pero va más allá. En caso de tener que hacerlo –habla de un escenario de hospitalización que superase el 10%– recuerda las últimas sentencias ante los recursos de Hostelería. Las que, en la práctica, echaban por tierra la competencia del consejero de Sanidad para tomar ese tipo de medidas. Admite un problema «metodológico grave» y reconoce que los servicios jurídicos deberían indicarles qué hacer y cómo.
–¿Y socialmente? ¿Se admitirían nuevas medidas?
–Desde Salud Pública, yo miro las muertes y la asistencia sanitaria. Obviamente, una sociedad tiene muchos actores que obedecen a muchos intereses. Habría un choque, un debate para saber qué precio estamos dispuestos a asumir. Y ahora ese debate sería mayor.
Sí que se muestra abiertamente partidario de la cuarta dosis de la vacuna a las personas mayores. Dice que la Agencia Europea del Medicamento lo recomienda y que «en media Europa» se está poniendo. No ya para evitar la infección, pero sí como algo «altamente recomendable» para protegerse de que la enfermedad se torne grave. Como una «extraprotección».
Queda, ya que unos y otros hablan de hospitales, saber qué dicen desde dentro. «Obviamente estamos preocupados, pero, como siempre, intentando anticiparnos, siguiendo día a día cómo se evoluciona y estableciendo prioridades. Afortunadamente, el impacto en UCI no está siendo hasta el momento el de anteriores olas», resume Beatriz López, subgerente de Valdecilla. Explica que la situación de Urgencias «es similar a otros veranos» y que «lo más preocupante es, sin duda, el contagio de los profesionales, que sea tal que impida el poder cuidar de los que acuden». Y asegura que, por ahora, «en ningún caso» hay riesgo de que la atención se vea comprometida.
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