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Dos años después de hundirse en la crisis sanita-ria ocasionada por el coronavirus, conteniendo la respiración para no ahogarse en sus efectos, y en los de una gestión instala-da en la polémica permanente, el sector hostelero de Cantabria vuelve a la superficie para ... encarar este verano como se merece. Con optimismo. Y con ilusión. Y hasta con una tímida sonrisa. La que esboza Ángel Cuevas cuando se le pregunta por sus perspectivas.
–¿La hostelería ha dado por finiquitada la pandemia?
–Sí. La actividad, ahora mismo, es normal prácticamente al ciento por ciento.
–¿Cuánta musculatura cree que ha perdido el sector en los últimos dos años?
–El covid se ha llevado por delante cerca del 15% de los negocios. Quizá esto no se aprecia bien, porque muchos de esos locales no es que hayan desaparecido físicamente de esta o aquella calle, sino que simplemente han cambiado de manos, pero la herida ha sido considerable.
–¿Qué fotografía fija conserva de esta crisis?
–El altavoz, la pancarta y las caras desesperadas de los hosteleros de Cantabria.
–Pues ya que saca el altavoz, cójalo y haga autocrítica.
–Tuvimos que haber conseguido más ayudas y más rápidamente. Sobre todo en los despachos, porque es verdad que en los despachos logramos pocas cosas. Donde realmente las logramos fue en los juzgados.
–Entiendo.
–Por ponerle solo un ejemplo; en el verano de 2021, los interiores de los establecimientos hosteleros permanecieron abiertos gracias a la demanda que ganamos en los tribunales.
–¿Qué error cree que no puede volver a repetirse?
–La enorme falta de comunicación que existió. Fue muy grave. Nosotros tenemos 1.900 asociados directos y representamos a un sector con 6.800 negocios. Bueno, pues hacíamos una pregunta a la Consejería de Sanidad cuya respuesta estaban esperando casi siete mil empresas y tardaban semanas en contestarnos. ¿El cliente de un hotel puede levantarse de su mesa para coger el desayuno durante un buffete? ¿El empleado de un restaurante puede quedarse limpiando y recogiendo a las diez de la noche?
Esas preguntas se quedaban ahí al menos quince o veinte días. Fue realmente un horror, oiga. Eso, la falta de comunicación, fue un grave error que no se puede volver a repetir.
–¿Cómo se plantea el primer verano poscovid?
–Bien. Estamos muy satisfechos. Esta primavera ha sido ligeramente mejor que la del año 2019, que es con el que queremos comparar las cifras, y el verano pinta bien, muy bien, igual o mejor. La ocupación hotelera está ahora mismo entre el 70% y 75%.
–¿Y eso es buena señal?
–Muy buena señal.
–Hace unos días publicó una columna de opinión en El Diario Montañés en la que decía textualmente: 'Nuestras perspectivas de verano son buenas puesto que se nota que la gente tiene ganas de Cantabria'.
–Porque Cantabria es un destino que sabemos que sorprende. Ha pasado en los años de pandemia. Para una gran parte de los negocios de hostelería de la región –es verdad que no para todos, ojo– los de 2020 y 2021 han sido dos veranos bastante buenos, hemos tenido turistas prestados, gente que iba a Lanzarote, a Grecia o a Dominicana y que, al final, vino aquí a conocer Cantabria. Casi sin pretenderlo, esos años hicimos una operación de marketing casero buena y directa y seguramente ahora vamos a recoger peces de esas redes que echamos entonces.
–Sin embargo, también admitía que, más tarde o más temprano, 'la merma considerable del poder adquisitivo de esa gente se va a ver reflejada en sus momentos de ocio relacionados con la hostelería'.
–Sí.
–¿Teme que esa gente venga con el freno de mano echado a la hora de consumir?
–Creo que el verano va a ser bueno, pero es cierto que estamos todos con un ojo puesto en el otoño, porque, claro, el poder adquisitivo de la gente está cambiando y no puede abarcarlo todo. Si la inflación sigue desbocada como está...
–¿Subir el precio de un producto y bajar su calidad y cantidad ayuda en ese esfuerzo por atraer al turismo?
–Bajar la calidad no ayuda nunca. Pero déjeme decirle una cosa. En lo que respecta a la calidad, la línea media de Cantabria, y de todo el norte del país en general, es muy alta. Buenísima, diría yo. Es verdad que los costes se han incrementado de media un 25%, pero, con todo y eso, los hosteleros estamos siendo prudentes. La mayoría no nos hemos atre-vido a aplicar toda esa subida. A lo mejor, quizá, los precios se han subido un 12%, un 15%, un 16%, pero, en general, nadie ha aplicado subidas del 25%.
–Además de esa merma del poder adquisitivo de sus clientes, el sector hostelero de todo el país aborda ahora otro problemón; la alarmante falta de personal, camareros en particular.
–Lo cual, además de una realidad, también es una contradicción enorme estando en la situación en la que estamos en el ámbito laboral.
–¿Por qué los empresarios hosteleros de Cantabria no encuentran mano de obra cuando el mes pasado, mayo, había más de 6.500 demandantes de empleo y 5.000 desempleados dentro del sector?
–¿Y por qué no la encuentran los carpinteros ni los fontaneros ni los farmacéuticos?
–Los sindicatos sugieren buscar las razones principales en las «precarias condiciones laborales y salariales».
–La inmensa mayoría de los hosteleros de Cantabria y de España cumplen a rajatabla los convenios colectivos, y cualquier empresa que no obre de ese modo está muerta.
–¿Igual es que no están haciendo todo lo bien que deben su trabajo de captación?
–Mire. En diciembre hablamos con la Consejería de Empleo y pusimos encima de su mesa una propuesta para que los hosteleros que así lo desearan pudieran formar a dos o tres trabajadores adquiriendo a cambio un compromiso posterior de contratación, pero la iniciativa no se pudo poner en marcha porque la convocatoria salió tarde.
–Ya.
–Y le diré más. En abril, tras el estallido de la guerra en Ucrania, esta asociación contactó con todos los ayuntamientos de Cantabria, con los 102, exactamente, para proponerles formación gratuita a todos los refugiados ucranianos que tuvieran acogidos. ¿Sabe cuantos respondieron a esa oferta?
–No.
–Ni uno.
–En su día, allá por el año 2019, su asociación planteó una propuesta que puso en pie de guerra a sindicatos y Gobierno; formar y traer a Cantabria a 400 camareros del Perú.
–Bueno, aquella propuesta estaba bastante bien razonada, ¿eh? Porque no se trataba de contratar a esas personas directamente sino de hacerlo después de culminar un proceso de selección con el personal hostelero de aquí, de Cantabria.
–Lo bien que le vendrían hoy.
–Sí. Desde luego que sí.
–José Luis Yzuel, que es el presidente de Hostelería de España, ha admitido que este sector 'necesita ser más atractivo para el empleo', que, laboralmente, ustedes no son lo que se dice muy interesantes.
–Sí. Y tiene toda la razón. Claro. Hay que hacerlo más atractivo, y nosotros vamos dando pasos para que sea así.
–Dígame uno.
–Pues la mejora de los horarios. Ya hay muchos restaurantes que a partir de las tres de la tarde o a partir de las diez de la noche ya no te admiten una comanda, a diferencia de lo que pasaba antes de sobrevenir la pandemia, que te presentabas en un restaurante a las once u once y media de la noche y podías sentarte a cenar en una mesa que podía terminar a las dos de la mañana. Yo personalmente estoy encantado porque, al final, los trabajadores del sector de la hostelería llegamos a nuestras casas a unas horas razonables.
–La federación vecinal Fecav ha expresado su preocupación por la 'invasión de las terrazas' principalmente en Santander. Pide ya no solo que no se concedan nuevas licencias sino que se retiren las que se otorgaron en la pandemia.
–Los hosteleros tenemos la obligación de fomentar la mejor convivencia posible con nuestros vecinos, que, no nos olvidemos, también son nuestros clientes en la gran mayoría de los casos. Y respondemos a esa obligación cumpliendo las normativas de horarios, de ruidos y de espacios. Ahora bien, dicho esto, me gustaría subrayar que las terrazas son un gran atractivo para todos, tanto para los cántabros como para los turistas que nos visitan. Son la vida de las ciudades.
a pandemia, el paro del transporte, la invasión de Ucrania, la falta de camareros, la lluvia... ¿No está cansado?
–En verdad estoy bastante cansado; no puedo decir otra cosa. Porque, efectivamente, no acabamos de salir de un problema y ya nos estamos metiendo en otro. Pero creo en el asociacionismo, creo en el trabajo que se viene realizando en esta asociación, y creo en toda su junta directiva y en el personal que la forma. Aquí me he sentido muy arropado y eso, probablemente, sea lo que me da fuerzas para seguir. Pero sí. Claro que estoy cansado. Estos años han sido tremendos. Tremendos.
–¿Le molesta que les tomen por 'llorones'?
–Si fuéramos unos 'llorones', ahora mismo le estaría diciendo que la primavera ha ido regular, que el verano, pues ya veremos... Pero no le he dicho eso, ¿verdad? Le he dado dos datos muy concretos para indicar cual es la situación actual de la hostelería; que la primavera ha ido ligeramente mejor que la del año 2019 y que el verano pinta muy bien, lo cual significa jugar al empate o incluso mejorar el del año 2019. Y le recuerdo que aquel, 2019, fue un año histórico para la hostelería de Cantabria y de España. No, para nada pienso que los hosteleros seamos unos 'llorones'. Somos bastante equilibrados en nuestras quejas.
–Y constantes en lo tocante a las Administraciones.
–Es que no sentimos que nos estén ayudando. Pero en absoluto. Las Administraciones, las autonómicas y las nacionales, son apisonadoras que van a dos kilómetros por hora. Al menos en lo que respecta al sector hostelero, no viven la realidad.
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