«El verano tiene toda la pinta de que, al final, lo vamos a poder salvar»
Los hosteleros están «bastante safistechos» con la marcha de julio, aunque «ni la ocupación ni el precio medio son los del año pasado»
Llegados prácticamente a mediados de julio y con las medidas sanitarias y las restricciones exigidas por las autoridades, los hosteleros cántabros respiran, de ... momento, aliviados. «Estamos bastantes satisfechos porque, si hace mes y medio nos dicen la ocupación que tenemos ahora, no nos lo creeríamos», afirma Ángel Cuevas, presidente de la Asociación Empresarial de Hostelería de Cantabria (AEHC). Eso sí, para conseguir estos números han tenido que perder «mucha pluma»: «Ni la ocupación ni el precio medio son ni parecidos a los del año pasado», recalca. Por entonces el coronavirus era aún un completo desconocido.
Esta es la lectura optimista porque no todos los negocios trabajan igual y porque las perspectivas de cara al futuro, apunta Cuevas, no son nada esperanzadoras. «Tenemos miedo empresarial por si sucede algo allá por octubre o noviembre, aunque -insiste- el verano tiene toda la pinta de que, finalmente, lo vamos a salvar».
La lectura del presidente de los hosteleros cántabros se debate entre la alegría del presente -sobre todo si echa la vista atrás sólo dos o tres meses- y la incertidumbre por si los rebrotes o una segunda ola de covid pueden hacer regresar episodios pretéritos. Lo que sí quiere dejar claro es que, en el conjunto del año, los números no son buenos. «Perderemos en torno a un 40 o un 50% de la facturación total», adelanta, si bien añade: «Aunque somos unos privilegiados en Cantabria, porque nuestra situación no tiene nada que ver con la de Canarias o Levante, por ejemplo, donde el 70% de la planta hotelera está cerrada».
«Si hace mes y medio nos dicen la ocupación que tenemos ahora, sinceramente, no nos lo creemos»
Ángel CuevasPresidente de la Asociación de Hostelería
«La gente busca precios competitivos y no los podemos subir mucho, pero en volumen estamos a niveles de agosto»
Patricia Roiz Toraño - Gerente del Grupo Nueva Dársena
«A la gente le está costando más ir de bares y restaurantes; además, se percibe un aire de tristeza en el ambiente»
Mariano Mora López - Propietario de La Prensa y La Radio
Preguntado por la ocupación durante el verano, Cuevas hace una diferenciación: «En casas rurales, posadas, casonas o bungalós estamos en torno al 80 o al 85% de ocupación; y en los hoteles la cifra se reduce a un 75%». Además, relata, «se nota mucha diferencia entre los días laborales y los fines de semana».
«La gente va muy al día y las reservas las estamos cerrando jornada a jornada. Nuestros clientes deciden en función de cómo van viendo los datos de la pandemia y los rebrotes», cuenta Patricia Roiz Toraño, gerente del Grupo Nueva Dársena, que regenta, entre otros negocios, La Posada Santa Ana, el Hotel Mar Azul y Surf de Suances, o el restaurante La Dársena. «Lo bueno, y nos lo dicen ellos, es que Cantabria es un destino seguro con amplias zonas verdes y espacios abiertos donde se puede estar con seguridad», añade. Para atraer el turismo, además, ha tenido que hacer un sobreesfuerzo. «La gente busca precios competitivos y no los podemos subir mucho, pero en volumen estamos a nivel de agosto», recalca Roiz Toraño.
La radiografía positiva que realiza el sector cambia radicalmente si es comparada con la misma del año pasado a estas alturas. «Estamos entre un 5% y un 10% menos en ocupación y, sobre todo, entre un 15% y un 20% por debajo en los precios», afirma rotundo Cuevas.
Las barras, al mínimo
El optimismo de los negocios hoteleros choca, sin embargo, con los de restauración, que ven como el coronavirus les ha destrozado también la temporada alta. «El volumen está un 60% más bajo que hace un año», explica Mariano Mora López, propietario de La Prensa, La Radio y Freiduría El Rinconcito. «A la gente le está costando ir de restaurantes y bares; además, se percibe un aire de tristeza en el ambiente», añade. «Porque aquí los que mejor están trabajando son los negocios que disponen de grandes terrazas, y hay que destacar que el 60% del total no tienen», apostilla el presidente de los hosteleros. «Lo peor es que, si hacemos las cosas como se deber hacer, el 80% de la ocupación de las barras desaparece», sentencia Mora López. «Y mi modelo de negocio, en gran parte, se basa en eso. Aquí somos de muchos pocos», concluye.
La clave de la hostelería cántabra es, por tanto, seguir remontando el vuelo, sobre todo después de que han comprobado, como explica Cuevas, «que en verano se puede trabajar». Así que prefieren pensar sólo en el corto plazo. «Agosto será muy parecido a julio, yo creo que irá por la misma línea. La ocupación será menor si la comparamos con la del año pasado, y los precios, indudablemente, serán también más bajos», afirma.
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