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–El Gobierno no ha ejecutado el plan de reducción de empresas públicas prometido. ¿Sodercan debe ser una de ellas o es útil para los empresarios?
–Por filosofía, los empresarios no estamos de acuerdo con el concepto de empresas públicas. Deberían ser proactivas y ... casi todas ellas son reactivas. Sodercan ha estado durante años totalmente saturada con personal dedicado solo a gestionar ayudas. Ni lo entiendo yo ni lo entiende ningún empresario. Posiblemente tenga que darle una vuelta a su función.
–¿Sobran, entonces, empresas públicas?
–Es que no las entiendo, y mucho menos aquellas que se quedan con contratos de las privadas, como Tragsa. Eso es inexplicable. No sé si Tragsa tenía alguna función en sus orígenes, pero que ahora se esté quedando con contratos de asistencia técnica en proyectos de construcción es vergonzoso. Pregúntele a los constructores y consultores lo que piensan de eso. Es lamentable. Y encima, a veces, acaban subcontratando los trabajos. Además, el personal de estas empresas no se someten a los procesos de selección que deben pasar los de la privada. Si la motivación de una empresa pública es gestionar más rápido y eso tampoco sucede, ¿para qué existen?
–La CEOE debería proponer a Buruaga que elimine Sodercan, entonces.
–No lo habíamos pensado, pero igual hay que plantearse qué empresas tienen sentido y cuáles no. Y, además, tienen que ser rentables, por lo que el planteamiento de reestructurar su número tiene mucho sentido para nosotros.
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