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Pablo Zuloaga y mandos de la Guardia Civil, durante la rueda de prensa en el cuartel de Campogir Javier Cotera
El viaje de vuelta de los objetos robados

El viaje de vuelta de los objetos robados

La Guardia Civil trata de retornar los efectos intervenidos al 'clan de las caravanas'

Daniel Martínez

Santander

Martes, 4 de diciembre 2018, 07:07

Ordenadores portátiles, teléfonos móviles, cámaras, joyas, drones, dinero en efectivo… Fueron decenas los objetos que se intervinieron a los integrantes del 'clan de las caravanas', el grupo criminal itinerante formado por croatas y bosnios especializado en robos que fue desmantelado hace un mes cuando estaba acampado en El Astillero. Desde un simple lápiz de memoria hasta una minimoto que ya ha podido ser devuelta a su dueño. «Era de un austriaco con domicilio en Alemania y que estaba pasando las vacaciones en Cantabria. Cuando contactamos con él estaba en Cádiz y regresó para recuperarla junto a unos aparatos electrónicos y unas libretas con anotaciones. Lógicamente, estaba muy agradecido», detalla Alberto Fuertes, teniente de la Guardia Civil y responsable del operativo que acabó con la detención el pasado 17 de octubre de una veintena de miembros de esta organización a la que se le atribuyen más de cien delitos por valor de 230.000 euros durante el mes que actuó en Cantabria.

Ese día acabó la parte más vistosa, todo el operativo policial que se desplegó para cercar a 'los malos' y ponerlos ante la autoridad judicial, pero lo más laborioso del trabajo aún estaba por comenzar. En ese momento entró en funcionamiento el grupo de Patrimonio para realizar la discreta labor de asignar a cada efecto intervenido un nombre –el de su propietario– y hacérselo llegar lo antes posible. Y el ejemplo de la minimoto da idea de hasta qué punto se puede complicar esta labor.

«Estamos acostumbrados a trabajar con objetos que han sido robados por pequeños delincuentes. En este caso, el problema no era tanto que hubiera muchos efectos sino que habían sido robados a muchas víctimas diferentes. Ahí estaba la complicación», concreta. Cuando se 'caza' al delincuente con bienes que se sospecha que pueden ser robados, los agentes realizan un inventario para definirlos y clasificarlos. Para saber si están relacionados con alguna denuncia ciudadana previa, se introducen en una base de datos policial. Si hay coincidencia, la labor se simplifica y el proceso está cerca de llegar a su fin.

¿Qué ocurre cuando nadie reclama una pieza intervenida?

En ocasiones la investigación no llega a buen puerto y los agentes no consiguen averiguar a quién pertenecía una pieza robada y que posteriormente ha sido intervenida en una operación policial. Cuando no se puede identificar al dueño pero no existen dudas de que la procedencia es ilícita los bienes se quedan a disposición judicial porque constituyen una prueba de cara a un futuro juicio.

También puede pasar que, aunque existan muchos indicios al respecto, sea imposible demostrar que realmente son bienes robados. «Es cierto que los individuos del 'clan de las caravanas' no tenían ninguna fuente de ingresos conocidos, pero teóricamente pueden haber comprado alguno de los móviles o los aparatos electrónicos con su dinero. Tenemos que respetar sus derechos», cuentan en la Guardia Civil. En esos casos, la ley establece que los efectos que estaban intervenidos deben devolverse a las personas a las que se les incautó. De hecho, estas familias ya los están reclamando. Incluidas varias autocaravanas recuperadas en Santander, San Sebastián, El Astillero y Gijón. Aunque presentan muchas irregularidades, están registradas en países extranjeros y será difícil demostrar si han sido robadas o simplemente no se cambió el nombre del propietario cuando fueron compradas.

Si no es así, comienza una labor de investigación que transcurre por muy distintos caminos y que, si hay éxito, acaba con la localización del interesado. En el pasado, todos los objetos robados se exponían en una estancia y las víctimas de los robos hacían un reconocimiento visual. Ahora es más fácil gracias a la tecnología. Con mandar una fotografía o un vídeo vía correo electrónico o whatsapp la comprobación se puede hacer en el momento. En cualquiera de los dos casos, la supuesta víctima del robo debe acreditar suficientemente la propiedad. Con un recibo, una factura... «El hombre de la minimoto enseguida nos enseñó fotografías en las que aparecía con ella y después metió la clave del portátil a la primera. No había ninguna duda. Era suyo», afirma el teniente Fuertes.

El caso del 'clan de las caravanas' supone un reto muy superior a la media por diversos factores. El principal es la gran movilidad del grupo criminal y que muchas de las víctimas eran turistas que estaban de vacaciones en el norte de España. Esto ha obligado a los agentes a ponerse en contacto con personas de nacionalidad austriaca, alemana, inglesa, italiana y de distintas comunidades autónomas, principalmente de Asturias, País Vasco y Cataluña, además de Cantabria. «Eso complica la devolución de los objetos robados, pero también complicó su detención. Había que tener mucho cuidado en la investigación porque si se veían perseguidos podían coger su vehículo e irse a cualquier lugar», afirma el teniente, quien también subraya que legalmente sus caravanas estaban muy protegidas desde el punto de vista legal, debido a la inviolabilidad domiciliaria.

La Guardia Civil apunta que, normalmente, los objetos que interceptan suelen ser de poco valor porque las cosas más caras se venden enseguida. Es decir, que si no lo han vendido es porque es difícil de colocar o, por algún motivo, les interesa quedárselo. Han visto casos de personas con adicción que se han desprendido de cámaras de más de 600 euros a cambio de una dosis de cocaína. En el caso de este clan, debido a su alto grado de especialización, se desprendían muy rápido de los efectos robados. Por ejemplo, de las 30 toneladas de cobre sustraídas en Asturias o las 20 del polígono de Barros: «Recuperarlo es muy difícil porque lo pican y lo muelen muy rápido, casi siempre en establecimientos clandestinos, pero las investigaciones para saber dónde acabaron y actuar en consecuencia están muy avanzadas».

Llevan con este asunto entre manos varias semanas y todavía hay mucha labor por delante. Próximamente se reunirán en Hendaya con la Gendarmería de Francia para tratar de devolver un conjunto de joyas –tienen inscripciones en francés– que fueron robadas por el grupo a turistas de ese país. En varias de ellas aparece el nombre y la fecha de nacimiento. Con esos datos, intentarán buscar a sus propietarios investigando en el registro civil. «Es un trabajo de meses que consume mucho tiempo y recursos. Al principio le dedicamos hasta 20 horas al día, pero hemos tenido que bajar el ritmo. Sabemos que en algún momento tendremos que poner fin a la investigación, pero al menos queremos que los objetos de mayor valor vuelvan a sus legítimos dueños», concluye el responsable del grupo de Patrimonio de la Guardia Civil en Cantabria.

Fuertes reconoce la desazón que puede causar a la ciudadanía el hecho de que sólo cuatro de los casi 30 detenidos en la operación pasaron por la cárcel y que ya están todos ellos en la calle tras pagar una fianza. Con todo, recuerda que, aunque fueron muchos, casi todos los hechos constituyen pequeños delitos contra el patrimonio. El teniente pone el acento en que todos ellos están procesados y que, con independencia de lo que diga un juez, el trabajo hecho por los agentes ha dado sus frutos. La intención de estas familias era asentarse en Cantabria y ahora, aunque vienen cada 15 días a firmar al juzgado, han abandonado la región.

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