Los viajes de verano llenan las clínicas privadas para hacer las pruebas covid

No obstante, no todos esperaban turno para la prueba porque se iban de vacaciones. «Me operan y me piden una PCR», comentaba José Rodríguez, vecino de Los Corrales de Buelna. Él sí está inmunizado con Pfizer, pero aún así le piden el resultado del test antes de pasar por quirófano. En todo caso, José tenía claro su itinerario del día: salir del laboratorio y directo a casa «a aislarme», añadía entre risas.

Conforme transcurre la mañana la afluencia de gente varía, pero en la cola siempre hay seis o siete personas. La gente espera de forma paciente a las puertas del laboratorio mientras las profesionales dentro no dan abasto entre atender a los pacientes y responder las llamadas telefónicas. Es un volumen de trabajo «que se nota mucho», explica Rosa Paz González, responsable de la clínica. El número de solicitudes ha aumentado tanto estas semanas que, incluso, se han visto obligados a ampliar los turnos para responder a la demanda. «Teníamos acotada la toma de muestras de 12.00 a 14.00 horas y se amplió desde las 08.00, pero sigue habiendo la misma cola», añade Paz.

De media toman entre 150 y 180 muestras al día entre las pruebas PCR y los test de antígenos. Estos últimos son más habituales porque «son más rápidos y más baratos», comenta Paz. Aunque el test depende de los protocolos en vigor en el país de destino, por eso la recomendación siempre es asegurarse antes de arrancar el camino. En el caso de Medicantabria, al tener convenio con los gobiernos balear y canario, reciben muchas peticiones de cántabros que viajan a las islas. «La gente va a muchos sitios, pero más a esos dos destinos». Y desplazamientos nacionales más que internacionales. También hubo colas a final de año, con la llegada de las navidades y los reencuentros familiares. Actualmente el número de muestras es mayor.

A pocos metros de la calle Castilla, en Calderón de la Barca, también se nota el volumen de muestras de estos días. Al menos eso se desprende de la cola de gente frente a la puerta. Tanto vecinos de la comunidad como extranjeros. Se escuchan varios idiomas y basta con prestar atención. Como se trata de una vía más estrecha, la propia clínica tiene una sala de espera habilitada dentro. Y eso puede dar la sensación de menos trasiego, pero casi al contrario. Un trabajador llama a la siguiente persona de la lista mientras en la entrada faltan manos para llegar a todo. Los motivos para hacer el test son siempre similares. «Viajo a Gran Canaria y me piden antígenos», explicaba Lara Gómez. A su lado, una familia mexicana. «Volvemos a casa y aunque no nos la piden, nosotros la hacemos por prevención», comentaba Mariana, la madre.