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San Vicente, Doctor Manhattan
Leyendas de Aquí ·
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Junto a la playa del Tostadero habría vivido un matrimonio alemán que participó en el desarrollo de la bomba atómicaCasi a la entrada de San Vicente de la Barquera, una vez superado el puente largo y camino del centro del pueblo, una casa vigila desde la altura la costa junto a la playa del Tostadero, incrustada en alto entre la carretera y un acantilado. No es difícil de localizar.Está entre esa playa del Tostadero y la de los Vagos, que es como el ingenio popular denominó al arenal huidizo que se forma en SanVicente como consecuencia de los movimientos provocados por los rellenos, al estilo de lo que ocurre en Santander conLa Fenómeno. Lo del nombre, el de Playa de los Vagos, es muy sencillo: al lado del puente como aparece, cuando aparece, es la primera a mano para el que llega de fuera, sin necesidad de caminar o conducir hasta el Tostadero o Merón. El lugar perfecto para los perezosos, pero no estamos aquí para hablar de la habilidad de los barquereños para bautizar playas, por mucho que merezca un premio (lo de Tostadero también tiene lo suyo).
Lo que importa es la casa. Una casa que también se podía reconocer ya en los años ochenta por otra característica: los paneles solares que lucía en un momento en el que apenas se conocían ni se colocaban en España. Y no porque el Gobierno los boicoteara para beneficiar a otras empresas, como ocurrió después, sino porque sencillamente no se veían. Eso hizo de la casa un especial objeto de curiosidad en todo el pueblo. Y de habladurías, claro.
Si además se añade que los dueños eran alemanes, ya están todos los ingredientes para el cóctel. No era nada extraño que matrimonios de jubilados germanos pasaran el verano enSan Vicente. Al contrario, eran muchos los que lo hacían en el camping, y otros se animaron incluso a comprar una casa, con lo que el chalé de los alemanes tampoco era una excepción. Pero por algún motivo; por los paneles o por lo que fuera, a esa pareja, y más en concreto al marido, se le asignó una llamativa profesión: científico en el programa de investigación nuclear. Como la nacionalidad se le mantuvo intacta, sin retirarle el pasaporte alemán, no se sabe si en aquella fabulación era un nazi que trabajaba para el III Reich o un exiliado que lo hizo en Estados Unidos.
Como siempre, hay una pequeña pincelada de verdad en la historia. El matrimonio, efectivamente, existía; era, efectivamente, teutón y vivía, efectivamente, en esa casa con paneles solares. A partir de ahí, todo lo demás pertenece al terreno mitológico.Cómo nació la leyenda es un misterio, como lo es saber para qué bando trabajo él, según el mito, en el desarrollo de la tecnología atómica.
La versión más extendida era que el señor alemán había participado en sus años mozos en el Proyecto Manhattan, de modo que habría que apostar por un exiliado antes o durante la guerra que más adelante se incorporara al trabajo liderado por Robert Oppenheimer. Pero no; ni el dueño de la casa tuvo que ver con ese proyecto ni, ya metidos en faena y por despejar cualquier tipo de duda, con el doctor Manhattan. Tampoco queda muy claro si según el boca-oído se trataba de alemanes huido al calor del franquismo tras la derrota nazi en la II Guerra Mundial o si por el contrario estaban entre aquellos científicos que fichóEstados Unidos tras la guerra para seguir desarrollando su tecnología y su carrera espacial. Y ni es lo mismo ni es igual que sencillamente aprovechara el acercamiento del régimen al bloque occidental con el anticomunismo como bandera para tomar el solete o que al final de la guerra estuviera cogiendo olas nazis junto a Hitler en Somo.
El guion hace además aguas porque prácticamente todos los fichajes de aquel tipo llegaron ya con la guerra acabada y la bomba desarrollada. Y el motivo de la contradicción es el de siempre, que la teoría del rumor funciono a la perfección y distorsionó la verdadera historia. Porque como casi siempre, la verdad alimentó la leyenda.Quien sí se retiró en San Vicente fue uno de los padres del desarrollo nuclear en Francia; un tipo peculiar que terminó casi como un barquereño más por el tiempo que pasaba en el pueblo, siempre con su pequeña Movylette protegido con un casco cuando casi nadie lo usaba aún, desde la playa hasta el centro del pueblo. Monsieur Le Nouvelle. Y pese a su trabajo con la energía nuclear, una persona muy preocupada por el medio ambiente e interesada en las energías alternativas que instaló efectivamente paneles solares en su casa.
Pero si quieren quédense con que uno de los inventores de la bomba atómica terminó sus días en San Vicente de la Barquera. Lo que resulta extraño es que colocara paneles solares en lugar de un pequeño reactor nuclear para alimentar la casa y ahorrarse unas pesetas. Puede que al final fuera un converso que se pasó no de bando en la guerra, sino de la nuclear a las renovables.
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