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Si existe como individuo singular el STV (Santanderino de Toda la Vida) también –y no menos– el TTV (Torrelavegense de Toda la Vida), aunque quizás en la decaída 'ciudad del dólar' tenga más valor serlo. No tiene la capital del Besaya la bahía más ... bonita del mundo, ni la península de La Magdalena pero sí los ciudadanos más profundamente chauvinistas y amantes de su terruño. Dicen de los torrelaveguenses que vienen al mundo con un título debajo del brazo y que después cada uno estudia lo que quiere. Y aquí tenemos una TTV químicamente pura, 43 años, Olga Quintanilla Salces, quien con el título de 'portuguesa' por nacimiento se marchó a Oviedo a estudiar Derecho. Podía haberse licenciado en Santander, pero sería conocer muy poco a este personaje al que Cuatro Caminos y la Plaza Mayor se le quedaban pequeños.
En Torrelavega nació, en Torrelavega tiene su empresa, en Torrelavega paga sus impuestos, pero… un santanderino se la llevó de calle y para allá que se fue, a donde los torrelaveguenses de pro, con todo respeto, definimos como «una ciudad dormitorio de Torrelavega».
Bromas aparte, esta mujer cada mañana llega a su 'pueblo' para hacer honor al hombre que reconoce que ha sido el más importante de su vida –con todo respeto a Samuel Ruiz, su marido, y a sus hijos Fran y David– José Luis Quintanilla, su padre, un segoviano –cuellarano– hecho a sí mismo, referente en la gestión y administración de empresas en Torrelavega, que demasiado pronto les dejó a Olga y José Luis, su hermano, una firma que emplea actualmente 18 personas. Quienes la quieren dicen de la número cuatro en la lista de concejales 'peperos' pergeñada por Marta Fernández-Teijeiro que es «excesivamente sincera, excesivamente vehemente y excesivamente trabajadora». Quienes prefieren no acordarse de ella la tachan de ambiciosa. Seguro que unos y otros tienen algo de razón.
A Olga le habría gustado volar con sus propias alas, haber sido abogado con bufete, pero su padre había luchado mucho para crear una empresa y no estaba dispuesta a dejarle en la estacada cuando en 2009 un malhadado cáncer se lo llevó a los 61 años de edad: «Ahora estoy encantada de haber secundado su proyecto junto a mi hermano José Luis».
Otra cosa es la vida política y personal. Olga se enroló en 2007 en el PRC de Torrelavega de la mano de Javier López Marcano. Eso le supuso un sonoro broncazo de José Luis, «un disgusto tremendo, me puso verde», admite, porque el patriarca de los Quintanilla «había comenzado apoyando a Alianza Popular, y luego al PP, tanto que poco le importaba pegar carteles que llevar gente a los mítines». Y, precisamente, ser del PRC «me costó también alguno de los peores momentos de mi vida». Su historia vital, personal y política se entremezclaron tanto que hasta en 'Sálvame' quisieron relatarla. Divorciada, comenzó su vida en solitario –«es una mujer tremendamente fuerte», dice uno de sus colaboradores– hasta que en 2009 se topó con Samuel Ruiz, entonces delegado del Gobierno en Cantabria, con quien decidió emprender un nuevo camino. Y ahí comenzó su «calvario» político.
«Mi relación con Samuel fue rechazada por gran parte de mis 'compañeros' regionalistas, especialmente tuve enfrente a Miguel Ángel Revilla, que mezcló torticeramente mi vida personal y política, y aunque Marcano no se implicó, se puso de perfil. Me hicieron un auténtico cordón sanitario, como dicen ahora, me cambiaban las claves del ordenador, me convocaban a los eventos más tarde de la hora en que se celebraban…». «Mi decisión de abandonar el PRC la tomé tras saber que Revilla, en una comida con empresarios de Campoo, a los postres, habló de mí definiéndome como jamás se debería hablar de una mujer, con el peor de los calificativos».
Así y después de que «temiera el señor Revilla que los secretos de alcoba incluyeran información regionalista», decidió tirar la toalla y «dejar el PRC, orillando la vida política, nunca abandonándola». El día de Santa Lucía, la patrona de los invidentes, Olga debió ver la luz, dejando ese partido el 13 de diciembre de 2010. Desde entonces Samuel, Fran y David «fueron mi vida, junto a mi madre y mi hermano, Torrelavega y el imborrable recuerdo de nuestro padre», hasta que llegó Triana, la niña de los ojos de toda la familia.
Y de pronto sonó el teléfono y la farmacéutica le pidió que se uniera a ellos, en el PP, en la candidatura de Torrelavega y hubo consejo familiar y 'sus chicos' le dijeron que adelante, que tratara de ayudar «a resurgir esta ciudad a la que se lo debo todo». Y ahí está, de nuevo, con su propia definición: «Tenaz, risueña, inasequible al desaliento», o como dicen quienes se precian de conocerla, «una botella de champán, que estalla en un sordo enfado y que pronto se queda sin burbujas». Hasta el día 27 de mayo si las encuestas no fallan.
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