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Al mundo rural, a ese protagonista de la actualidad de hace unos meses por riesgo de abandono, se le mira ahora con sana envidia (si es que la envidia puede ser sana). Libre en muchos casos de contagios y en espacios con municipios de menos de 5.000 habitantes, es un paraíso más seguro, de espacios abiertos y sin franjas que afecten a la rutina de sus habitantes. Allí se corre o se pasea sin mirar la hora, esa que determina en las ciudades cuándo y quién puede salir a la calle. Estos días hay vida con franjas y sin ellas.
La barrera de los 5.000 habitantes es la que marca la diferencia. Por encima, tramos para salir a pasear o a hacer ejercicio. Horarios concretos para los niños o los mayores. Y aún así, las aglomeraciones saltan a la vista en muchas fotos. Por debajo de esa barrera de vecinos, la cosa cambia. Los de Miengo, con 4.741 habitantes, no tienen limitaciones. Lo cuentan en este reportaje y dicen que es difícil cruzarse con muchos. Unos más, otros menos y otros, envueltos en casos curiosos. En Marina de Cudeyo, con 5.125 personas, estarían obligados a cumplir con las franjas. Sin embargo, como está integrado por ocho pequeñas pedanías, dentro de cada una pueden vivir sin ellas. Eso sí, si van de un pueblo a otro les toca mirar el reloj.
Miengo - 4.741 habitantes- SI SE PUEDE
Son las once de la mañana y David Zorrilla se dirige a dar un paseo en bicicleta con su hijo Lope, que va sentado en un asiento incorporado en la parte de atrás. «Estamos muy contentos. Es el primer día que sale después de cuarenta en casa. Esto es una fiesta para él». El pequeño, que todavía no tiene los tres años, deseaba poder salir a corretear un rato, pero David ha sido prudente. «Hemos esperado un poco más y ahora podemos disfrutar casi de una libertad total al no tener horarios». Se dirigen a la playa de Mogro para poder dar una vuelta y observar el mar al mismo tiempo, pero antes han tenido que parar en la farmacia. «He venido a comprarle unas gafas de sol para niños porque ya está empezando el buen tiempo y el sol empieza a picar».
Para muchos ciudadanos cántabros, pendientes del reloj por la mañana y cuando marca las ocho de la tarde para poder salir a tomar el aire o a hacer deporte, David y Lope son unos privilegiados por poder pasear cuando quieran y sin necesidad de marcarse un horario fijo. Es la ventaja que tienen los habitantes de municipios de menos de 5.000 personas, como sucede con Miengo.
No obstante, la libertad de horario no está exenta de otras normas. Se mantienen los paseos en un radio de un kilómetro, aunque no hay límite de distancia para la práctica deportiva sin salir del municipio.
Para Cristina Llata y su amiga Teresa, la libertad de horario es un «clarísimo beneficio». «Al no haber, la gente se dispersa y te cruzas menos. Además, ten en cuenta que tenemos mucho más espacio entre prados y playa», señala mientras pasean a sus perros por los alrededores del arenal de Robayera. Las sonrisas que muestras ambas delatan un ambiente tranquilo y satisfactorio en el pueblo. «La gente está feliz. Se ve cuando te saludan con mucho entusiasmo. Casi que se podía alargar la cuarentena», bromea Cristina. Durante su caminata, no se han encontrado con ningún vecino. «Es lo que tiene el pueblo y la amplitud horaria. La distancia está asegurada y apenas hay contacto entre personas». Lo único que define su hora de salida es su perro y el calor. «Ha habido días que ha hecho tanto sol que hemos atrasado la salida hasta la tarde, aunque por la mañana he salido lo justo para sacar al perro».
En los alrededores de la plaza del Ayuntamiento, Ana González también pasea a su perro. A esa hora, apenas se ve a dos personas saliendo del Consistorio. La tranquilidad impera incluso en el epicentro de la actividad del municipio. «Teniendo en cuenta lo tranquilos que estamos siempre, esta situación lo acrecienta más. A pesar de que no hay horario, los vecinos respetamos bastante las normas. Nos apartamos cuando vemos a alguien y no ves a nadie sin mascarilla». En ese mismo lugar, pero a última hora de la tarde, se puede ver algo más de ambiente. «Por esta zona, aparecen ciclistas, 'runners' y gente andando, pero no hay sensación de aglomeración».
Los vecinos continúan acudiendo al supermercado. Nerea Goñi, empleada del Eroski City de Cuchía, asegura que, desde esta semana, están «más normalizados», aunque han cambiado cosas. La gente ha pasado de comprar más el domingo a ir el sábado y ha empezado a madrugar más. «A pesar de que no hay horario, madrugan bastante. A veces hay gente haciendo cola antes de que abramos y luego, a partir de las dos, ya vienen muy pocos».
Ana Alonso es la dueña de 'La bruja de Cuchía', un establecimiento de alimentación y loterías. De momento solo abre por las mañanas porque quiere conocer cómo se empiezan a mover los vecinos. «Se empieza a ver más trajín, pero todo relajado. Es un goteo de personas, pero muy lejos de aglomeraciones».
El alcalde del municipio, José Manuel Cabrero (PRC), cree que el primer sábado hubo más tráfico de vecinos al ser el estreno pero después se ha ido escalonando. «No hay ninguna aglomeración, pero igual sí que se concentra más gente en las playas de Mogro y Cuchía». Además, la primera teniente de alcalde, Sara Gómez (Equo), está acudiendo casa por casa repartiendo material escolar para niños o libros de lectura para entretener a personas mayores.
Marina de Cudeyo - 5.125 habitantes- NO SE PUEDE
El caso de Marina de Cudeyo es paradójico porque dentro de cada pedanía –de cada pueblo– hay libertad horaria para salir a pasear y hacer deporte. Sin embargo, si un residente en Pontejos quiere ir corriendo hasta la localidad vecina de Gajano sí se tiene que ajustar a los límites horarios establecidos estos días.
Las franjas horarias fijadas por el Gobierno para poder salir a hacer deporte de forma individual o pasear con otra persona no se aplican en las pedanías de menos de 5.000 habitantes, que en el caso de Marina de Cudeyo son todas, ya que las más pobladas, Pontejos y Pedreña, apenas supera cada una los 1.500 habitantes. «El pasado fin de semana recibimos un aluvión de llamadas y mensajes porque la gente no sabía si había franjas horarias o no, porque como municipio pasamos de los 5.000 habitantes, pero las pedanías no», explica el alcalde, Pedro Pérez Ferradas (PSOE). El regidor subraya que Marina de Cudeyo es un municipio con los núcleos de poblaciones muy separados uno de otro por lo que «es difícil que se produzcan aglomeraciones o problemas para guardar la distancia de seguridad, salvo en la senda costera que va de Pontejos hasta Pedreña, pero con la libertad de horarios es difícil que mucha gente coincida».
Su compañera en el equipo de gobierno, Cristina Gómez, concejala de Urbanismo y Medio Ambiente (Cs), reconoce que «al principio ha sido un poco caótico porque la gente no tenía claro lo que podía hacer». «El decreto aprobado por el Ejecutivo especifica que estas restricciones horarias no serán de aplicación a aquellos municipios y entes de ámbito territorial inferior al municipio que administren núcleos de población separados con una población igual o inferior a 5.000 habitantes. Pero muchos vecinos tenían dudas y desconocían si para pasar de un pueblo a otro es necesario seguir los límites de las franjas horarias».
«La verdad es que ha sido un follón durante el primer día de aplicación de las medidas. Luego ya se aclaró, pero aún así todavía hay vecinos que te preguntan cosas como: 'Tengo 70 años, ¿puedo salir a pasear a cualquier hora del día?', o muchas dudas en aquellos que salen a correr y a andar en bici», comenta el subinspector de la Policía Local, Miguel Ángel Bedia. «En realidad ahora mismo los agentes estamos llevando a cabo una labor más informativa y didáctica que de denuncia, porque somos conscientes de que cada medida nueva que se introduce tiene su complejidad, sobre todo para la gente mayor, y porque, como hemos comprobado, cada municipio tiene sus particularidades», agrega. El responsable de la Policía Local insiste en que, «a pesar de las dudas iniciales de la gente, Marina de Cudeyo no es un lugar con riesgo para aglomeraciones de ciudadanos».
Las localidades de Pontejos, Pedreña, Agüero, Elechas, Gajano, Rubayo, Setién y Orejo suman más de 5.000 habitantes, pero ninguno de ellos tiene un núcleo que supere esa población. Y ahí surgieron las dudas entre los vecinos. Javier Gutiérrez, que vive en Pontejos, dice que «es una alegría que no dispongamos de horarios porque somos muy pocos y no hay riesgo de no cumplir las distancias, pero no entendemos que no podamos ir caminando de nuestra casa a Gajano, que está aquí pegado y es el mismo municipio». Entra en la conversación Ana García, también de Pontejos. «Vamos a ver, que sí puedes ir hasta Gajano, o a Elechas, pero si te mueves de un pueblo a otro, es decir de una pedanía a otra, entonces sí tienes que ajustarte a la franja horaria», le aclara a su vecino. Y más de una han tenido a cuenta del tema.
Recapitulando, la libertad horaria rige para las pedanías, pero no se permite hacer deporte fuera de esta localidad gozando de la libertad horaria. Esto no quiere decir, a modo de ejemplo, que no puedan salir en bici de Pontejos a Pedreña o cualquier otro pueblo del municipio, pero en estos casos sí que se debe respetar la franja horaria definida fuera de la pedanía.
Lo dicho. Marina de Cudeyo tiene ambas cosas: libertad horaria y franjas, depende de lo que se tenga pensado hacer.
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