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nacho González Ucelay
Santander
Martes, 12 de febrero 2019, 07:27
La Policía Nacional ha recuperado en Antequera un reloj robado hace 18 años en el interior de una vivienda de Santander cuyo propietario ya ha sido informado de tan asombroso hallazgo. Extrañado, incrédulo y agradecido, términos que coloca en este orden a medida que avanza en su relato, el dueño de la joya rescata con ella un recuerdo entrañable de su vida que una banda de ladrones le quitó y el inexorable paso del tiempo –más de 153.000 horas de su reloj– le hizo olvidar.
La pieza, un Cartier de un enorme valor económico y sentimental, porque era un regalo de bodas, fue localizada el día 1 de febrero en el interior de un establecimiento de compraventa de oro de la localidad malagueña de Antequera, donde agentes de la Policía Nacional que efectuaban una inspección para comprobar la procedencia de los últimos artículos allí depositados se dieron cuenta de que uno de ellos, el Cartier en cuestión, figuraba como sustraído durante un robo perpetrado en el año 2001 en una vivienda de Santander.
Concretamente en la de Leopoldo Sañudo Silva, por aquel entonces secretario general de la Delegación del Gobierno en Cantabria y mano derecha del exdelegado Alberto Cuartas Galván.
«Fue el 15 de agosto de 2001», recuerda la víctima como si fuera ayer. «Sí. Me acuerdo porque se celebraba en Cabezón el Día de Cantabria y como él no podía acudir a los actos institucionales asistí yo como delegado del Gobierno en funciones», explica el hombre, que, concluida aquella ceremonia, se incorporó a un almuerzo familiar organizado a continuación.
«Comimos en una finca que tenemos en la provincia y por la tarde fuimos a picar algo a Pedreña. La verdad, pasamos el día estupendamente», dice Leopoldo, que entonces tuerce el gesto para prevenir de un giro de los acontecimientos. «Y estando allí, mi hijo me dijo que se quería ir a casa así que se despidió de todos y se fue».
Un rato después, el que se tarda en llegar de Pedreña al Sardinero, «el chaval me llamó para decirme que habían entrado a robar en casa. En mi casa y en la casa de al lado», puntualiza de seguido el hombre, que llegó a encontrar en su vivienda latas de cerveza procedentes del frigorífico de su vecino de puerta. «Se ve que se lo tomaron con calma», bromea.
Lo que no encontró fue las joyas que tanto él como su esposa guardaban en un piso que los ladrones pusieron patas arriba. Había, entre ellas, tres relojes. Un Cartier, un Rolex y un Omega, todos ellos de gran valor económico y el primero, además, de una incalculable cotización sentimental porque era el regalo que Leopoldo le había hecho a su esposa por el día de su boda.
Tras el sofocón del momento, Leopoldo se presentó en la Comisaría para prestar declaración y formular la denuncia correspondiente, en el que dejó constancia de todos los objetos sustraídos.
«Me acuerdo que aporté las características de las joyas robadas y que, apenas unos días después, tuve que regresar a hacer una ampliación de la denuncia porque rebuscando en casa apareció una factura de una joyería de Santander a la que había llevado el Cartier –no recuerdo si para cambiar la pila o para arreglarlo– y en la que constaba que en ese reloj se habían grabado cuatro números que, pensé, podrían ayudar a la Policía a identificar la pieza si en algún momento lograba recuperarla».
Cuando dice «en algún momento», Leopoldo reconoce que se refiere a las horas, a los días, a las semanas o a los meses posteriores a un robo que al año de cumplirse no era ya sino un mal recuerdo en su vida y en la de su familia.
«Lo teníamos completamente olvidado. Pero completamente», dice. Hasta que hace tan sólo unos días, 18 años después de aquel suceso, sonó el teléfono de casa y descolgó. «Llamó un hombre diciendo que era de la Comisaría de Policía de Antequera para decirnos que habían recuperado el reloj que nos robaron». Algo confuso, Leopoldo tuvo que darse unos instantes para pensar. ¿La policía? ¿Antequera? ¿Un reloj?. Luego, cuando cayó en la cuenta, prestó atención a los detalles relacionados con el hallazgo y se despidió muy agradecido con los agentes que, inasequibles al desaliento, han dado con ese Cartier tras perseguirlo durante casi dos décadas por toda España.
«Esto demuestra que nunca hay que perder la fe», recordaba este lunes el portavoz del Cuerpo Nacional de Policía en Málaga, Javier García, que alguna mala noticia tenía que dar. «Se han recuperado la pulsera y la carcasa», en la que estaban impresos los cuatro números que, al final, han resultado determinantes en la recuperación de la joya sustraída. «Pero no la maquinaria del reloj», que Leopoldo tendrá que reponer si quiere volver a escuchar el latido de su Cartier.
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