La vida sigue igual en los 'coroautos'
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La actividad no para y los sanitarios dedican un minuto por paciente para evitar colas. Una hora antes de las citas para realizar PCR, recogen las muestras de salivaA primera hora, pruebas de saliva. El resto del día, PCR. El 'coroauto' del parking anexo a la Residencia Cantabria tiene bien estructurados los tiempos para evitar saturaciones. Y juegan contra reloj, ya que tienen estipulado dedicar un máximo de un minuto a cada paciente. Aun así, siempre están dispuestos a resolver las dudas que les plantean desde los vehículos. La mayoría sale satisfecho y con la sensación de que la prueba «no es para tanto», pero hay otros que no se cortan en calificarlo como «la peor experiencia que he tenido». En lo que todos están de acuerdo es que, tras más de un año de pandemia y con la puesta en marcha de más de un 'coroauto' en la región, el trabajo fluye de manera más dinámica y apenas hay que esperar unos minutos desde que se llega al aparcamiento hasta que se sale.
La experiencia es un grado. Ya han pasado muchos meses desde que se puso en marcha el primer 'coroauto' de Cantabria, en Liencres, y durante este tiempo se han perfeccionado las actuaciones para hacerlas más eficientes. A esto hay que sumarle la proliferación de más puntos para hacer los test, lo que ha permitido repartir más el trabajo. Aunque ahora también recogen pruebas de saliva en estos espacios, eso no altera la realización de PCR porque se han separado las dos actividades en horarios diferentes.
De nueve a diez de la mañana, los sanitarios del 'coroauto' recogen pruebas de saliva. Muchos pacientes llegan en coche y otros tantos a pie a la hora a la que se les ha citado. Allí dejan la muestra y se van, mientras los trabajadores las van colocando para mandarlas posteriormente al laboratorio. «Esta primera hora es más tranquila, llegan, lo entregan, se etiqueta y tachamos su nombre de la lista. Muy rápido», explica uno de los sanitarios. «No he tardado ni un minuto. No había cola, he dejado la muestra y ya me voy. Un funcionamiento perfecto», afirmaba el jueves Ana María, que llevó a pie su muestra de saliva al cumplir el plazo marcado tras la prueba PCR.
Además de ir en coches propios, algunos se desplazan hasta el 'coroauto' en taxi. Bajar la ventanilla, entregar la muestra, y salir del aparcamiento. Desde el inicio de la pandemia, los taxistas están separados de los clientes por una mampara de metacrilato, lo que garantiza que no entren en contacto con un posible positivo. Otro paciente, Alesana, se desplazó en su patinete eléctrico. «Vivo cerca y me costaba menos venir así que en coche o andando», explicaba el joven.
A medida que se acercan las diez de la mañana, los sanitarios se preparan para las horas más intensas del día. No hay tiempo que perder, hay que hacer una PCR tras otra para garantizar la fluidez y que no se generen colas. También hay que protegerse ante pacientes que podrían dar positivo. Los sanitarios se enfundan su EPI -bata, gorro, gafas y guantes, además de la mascarilla que tienen desde primera hora-, cogen los hisopos y ya están listos para empezar. Hay pacientes muy madrugadores que, antes de la hora, ya están en el aparcamiento. En ese caso, los sanitarios les piden que aparquen en algún estacionamiento hasta que llegue el momento de hacer las pruebas. «Hay personas que creen que, si llegan antes, tendrán el resultado antes. Pero esto no es así, ya que la ambulancia que viene a recoger las PCR tiene unos horarios y hasta que no tenemos un volumen concreto de ellas, no se las lleva».
Diez en punto y el primer coche ya está preparado. La PCR se la realizan a un menor de edad acompañado de su familia. «¿Te has hecho alguna? No te preocupes, son cinco segundos. Contamos juntos», le explica el sanitario al niño. Dicho y hecho, el menor no dice ni mu y es el turno del siguiente coche. «Cinco, cuatro, tres...». «Ni me he enterado, muy rápido», dice el siguiente paciente, que rápidamente enfila la salida del aparcamiento tras realizarse la prueba. «Yo ya estoy acostumbrada, me la hago a menudo por mi trabajo», decía la tercera. En menos de un minuto por persona, la fila de coches se movía a buen ritmo y apenas llegaban a acumularse cinco o seis.
No a todos los pacientes les sienta igual de bien someterse a esta prueba que 'invade' la nariz. Rosa María llegó al 'coroauto' a pie y muy nerviosa. Viaja a menudo y ya era la tercera PCR a la que se enfrentaba, obligatoria para trasladarse a otro país. «Es horroroso, para mí es de las peores experiencias. Está muy bien organizado y te hacen la prueba rápido, pero lo paso fatal». Cinco segundos después ya está liberada y, sobre todo, aliviada. «Estate atenta al móvil que ahí recibirás los resultados», le dice el sanitario. Y rápidamente se dirige a etiquetar la muestra y atender al siguiente paciente porque no hay tiempo que perder.
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