«Vienen dos semanas de mucha presión»
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Valdecilla, que acaba de abrir una cuarta sala de UCI ante el gran aumento de ingresos, avanza que en cuestión de días tendrá que empezar a suspender cirugías«Tenemos muy claro que durante dos semanas se va a mantener mucho la presión hospitalaria y vamos a tener que reajustar y disminuir la actividad no covid», advirtió este martes el gerente de Valdecilla, Rafael Tejido, entre reuniones de reorganización para adaptar los ... recursos a las exigencias de la pandemia. El empuje del coronavirus, reactivado desde el puente del Pilar, no da tregua. El nivel de contagios sigue disparado,por encima de los 200 al día -el lunes se detectaron 221 positivos-, y la repercusión en los hospitales va en proporción. El propio consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, ya había apuntado que entre el 8 y el 10% de los infectados acabará precisando atención hospitalaria. No hace falta calculadora para medir el impacto cuando la región ya acumula casi 3.000 casos activos. Los epidemiólogos, viendo el crecimiento de ese monstruo llamado covid, ya habían avisado hace justo una semana que cuando la oleada de complicaciones empezara a entrar por la puerta de urgencias -la curva de ingresos tiene su reflejo días después de la de contagios- los hospitales iban a sufrir para poder conjugar la respuesta a esta nueva embestida con la asistencia al resto de patologías.
Ese era el reto de Sanidad ante la segunda ola, combatir al covid sin que llegara a paralizar la actividad de casi todo lo demás, como ocurrió en marzo. Los indicadores marcados por el Ministerio eran las señales que iban avisando del nivel de tensión que soportaba el sistema sanitario. En Cantabria hasta hace apenas un par de semanas la situación no estaba ni tan mal, echando una mirada a las comunidades vecinas. Pero la sacudida ha acabado llegando con fuerza, llevando a la región al nivel de alerta máxima (el 4 y último de los escenarios diseñado para el control de la pandemia). Y la primera consecuencia, que era lo que las restricciones impuestas por el Gobierno regional trataban de evitar, es la suspensión de intervenciones quirúrgicas. Síntoma claro del riesgo de saturación.
En Valdecilla, que es el gran pulmón frente al covid por volumen y porque concentra a los pacientes críticos de la región, ya se está programando más cirugía mayor ambulatoria (al no precisar ingreso permite ampliar la reserva de camas) y se cuenta con que se tendrán que empezar a anular cirugías en cuestión de días. «Planificamos en función de la tasa de incidencia de la región, del número de ingresos, tanto en hospitalización convencional como en UCI, de la presión en urgencias y de los índices de ocupación», destaca Tejido. Y todos los números han empeorado de forma progresiva. Tanto que Valdecilla tuvo que activar su plan de contingencia antes de lo previsto para adaptar sus instalaciones a la creciente demanda.
«No esperábamos una ola tan rápida», reconoció a este periódico a principios de noviembre, cuando se tomó la decisión de derivar pacientes de Medicina Interna a Liencres (allí permanecen 16 actualmente) para ampliar la capacidad del área de hospitalización covid en Valdecilla hasta 114 camas, distribuidas entre las séptimas plantas de todo el complejo, más la octava del edificio 2 de noviembre. Pero apenas diez días después, la situación, lejos de mejorar, se agrava por momentos, especialmente en Cuidados Intensivos, por donde ya han pasado más pacientes en esta segunda ola (más de 90) que en la primera (66). Este martes se alcanzó la cifra de 34 pacientes críticos, el mayor pico de esta onda, con once ingresos en apenas 48 horas. Una tendencia «muy preocupante», como reconoció el consejero, que ha obligado al hospital a ampliar sus recursos. Así, a los 16 puestos del pabellón 15 y los 6 de la sala C, se añadieron la semana pasada 14, más otros 12 este martes, al convertir la sala B de la UCI convencional en área covid. Un cambio que ha conllevado trasladar a los pacientes allí ingresados a intensivos de Cardiología y a la Unidad de Reanimación (REA). No obstante, el plan de contingencia de Valdecilla contempla que en el peor de los escenarios podría llegar a habilitar 120 puestos UCI, reservando 18 para no covid. Más otros 17 que aportaría Sierrallana.
El servicio de Medicina Interna, que gestiona tres plantas covid, con 24 camas cada una, atiende a la vez al resto de sus pacientes, repartidos entre la novena del 2 de noviembre (42), la tercera de la torre C (24) y Liencres (16). «Tenemos un volumen tremendo», señala el jefe de servicio, José Manuel Olmos. «No damos más de sí, estamos al máximo. Pero se están atendiendo todos los enfermos de forma adecuada, tanto los covid, como los no covid, que me preocupan mucho», subraya.
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Olmos reconoce que, «de momento, tenemos un colchón en el área covid, aunque ya estamos valorando diversos escenarios», a sabiendas de «lo imprevisible de este virus». «No estamos ante el estallido de la primera ola, pero está cogiendo un ritmo que sí se parece en volumen de pacientes a los que teníamos a finales de marzo». Con la diferencia, añade, de que «no se puede parar la actividad no covid, porque al resto de pacientes no los podemos desatender». El jefe de servicio se agarra a la «esperanza» de que «ya estemos en el pico de la curva, se empiece a estabilizar y en un par de semanas notemos menos presión». Pero a renglón seguido añade que «no se puede predecir qué va a pasar, así que tenemos que ir adaptándonos a lo que está ocurriendo». Y destaca el trabajo y esfuerzo de todo el personal: «Se empieza a notar el cansancio físico y mental, pero todo el mundo está haciendo lo que puede y más. Es nuestra responsabilidad».
Valdecilla está inmerso desde hace dos semanas en un proceso de adaptación continuo. Ampliar la capacidad de hospitalización, tanto en planta como en la UCI, para dar respuesta a la creciente demanda del covid implica mover servicios, trasladar pacientes, reformar equipos e intentar ir en las previsiones por delante del virus, que avanza imparable.
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