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Martes, 20 de diciembre 2022, 11:39
A primera hora, en torno a las 8.30 horas, la normalidad reinaba en el Seve Ballesteros. El vuelo desde Madrid había aterrizado a las 8.15 horas y los pasajeros del vuelo de WizzAir con destino a Bucarest aguardaban la llegada del avión.
Frente a las colas y el caos de la jornada precedente, el día comenzaba con normalidad en el aeropuerto santanderino.
Pasajeros del vuelo a Bucarest proceden a realizar el 'check in' en el mostrador de WizzAir.
Salvo un ligero retraso en el vuelo que llegaba de Viena, todo apuntaba a una jornada mucho más tranquila que la precedente.
Familias, parejas y muchos jóvenes partían del aeropuerto cántabro para pasar las fiestas con sus allegados.
Pasajeros del vuelo a Bucarest proceden a realizar el 'check in' en el mostrador de WizzAir.
Cumplido el trámite de las tarjetas de embarque, los pasajeros se dirigen a pasar el control de seguridad.
Un cuarto de hora después de que aterrizase el vuelo de Iberia proveniente de Madrid, Ryanair informó a los pasajeros del vuelo que enlaza la capital cántabra con la valenciana de que el piloto había suspendido el aterrizaje por el viento y se dirigía a Madrid. Los pasajeros abandonaron la zona de embarque y se dirigieron al mostrador de la compañía irlandesa en busca de información y alternativas.
Lo primero, avisar. Muchos de los afectados por la cancelación del vuelo a Valencia aprovecharon la espera para informar a los suyos del percance.
Disgusto y resignación. Quienes volaban desde la capital cántabra asumieron mejor la situación, pero varios pasajeros tenían que hacer un trasbordo y la cancelación del vuelo echó por tierra sus planes de viaje.
Charlas y corrillos. Antes de que Ryanair ofreciese a los afectados un vuelo para mañana a las 7.45 horas y sufragar la noche de hotel, los pasajeros comentaban la situación entre ellos.
Expectación: hasta el anuncio de Ryanair, los pasajeros se mantuvierona atentos a las indicaciones de los paneles y al movimiento en el puesto de la compañía irlandesa.
El viaje frustrado provocó caras largas y desconcierto entre los pasajeros afectados. No entendían que su vuelo no hubiese podido aterrizar cuando un cuarto de hora antes el proveniene de Madrid lo había hecho sin mayores problemas.
Tiempos muertos: los pasajeros tuvieron que aguardar una hora antes de conocer la alternativa que les ofrecía Ryanair.
Muchos jóvenes, entre ellos muchos estudiantes, aprovechan estas fechas para regresar a su casa por las fiestas.
Tres pasajeros asturianos iban a viajar a Valencia para enlazar desde allí con Bucarest. Fueron de los más afortunados, porque la compañía les reubicó en un vuelo directo que salía hacia la capital de Rumania por la tarde y al final iban a ganar tiempo de estancia en la ciudad.
Ryanair ofreció a los pasajeros volar un día más tarde. En la imagen, la cola en la que aguardan para firmar los documentos para aceptar la propuesta de la compañía.
¿Dudas? Internet al rescate. Como suele ocurrir en estos casos, los pasajeros se quejaron de que tanto la información de Ryanair como la de Aena fue confusa.
Paciencia. La tramitación de la documentación para el vuelo alternativo se desarrolló con lentitud.
Navidades... en tierra. El ambiente navideño del aeropuerto contrastó con el disgusto de quienes iban a perder al menos un día de estancia en sus vacaciones.
Aunque la mayoría optó por aceptar la propuesta de Ryanair, hubo otros pasajeros que se decantaron por comprar otros vuelos o por alquilar un coche para realizar el desplazamiento.
El vuelo de Ryanair proveniente de Viena pudo aterrizar en Santander sin problemas, aunque no se libró del viento, que el piloto afrontó con pericia.
Un aterrizaje 'sesgado': el piloto posicionó el aeroplano para que el viento le afectase en la menor medida posible.
El avión, a punto de tomar tierra.
Instante en el que el aparato toma contanto con la pista cántabra.
Un vuelo con final feliz.
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