Los vigilantes de Renfe se plantan, hartos de las agresiones que reciben
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Tras los cuatro últimos casos, se concentrarán en Santander para exigir equipos de protección individual y un plus de peligrosidadLa Federación Cántabra de Alternativa Sindical ha convocado una concentración en la Plaza de las Estaciones de Santander el 17 de mayo a las 11.00 horas. Lo hace en protesta por las continuas agresiones que soportan los vigilantes de seguridad privada en instalaciones ... ferroviarias, un problema que se ha agravado en las últimas semanas, con cuatro episodios en un mes en el que varios trabajadores han resultado heridos.
No es algo nuevo, indica el coordinador delegado de este sindicato, Jorge Fernández. Los codazos, puñetazos y patadas sufridos por varios vigilantes en los cuatro altercados de los meses de marzo y abril, que han acabado con varios de ellos en el hospital, vienen a sumarse a otros incidentes más graves ocurridos a finales del año pasado. Compañeros apedreados, tanto en la estación de Santander como en otras de la red ferroviaria -en la de Marrón en octubre-, y amenazas con machetes por parte de transeúntes que pernoctan en instalaciones de Renfe -en noviembre, en el apeadero de Valdecilla-, según Alternativa Sindical, que reclama equipos de protección individual (EPIs) y un plus de peligrosidad en sus nóminas. Añaden a sus demandas la consideración de 'agente de la autoridad', como ya consiguieron los médicos y profesores, una antigua lucha que busca una mayor protección. A esta protesta están convocados los cuarenta vigilantes encargados de la seguridad de instalaciones ferroviarias en Cantabria -de la empresa Ilunion, adjudicataria en Renfe, y los de Prosetecnisa, que llevan Adif-.
«Nuestra protesta pretende que se tomen medidas en favor de la integridad física de los vigilantes. Antes estos casos eran puntuales y los veíamos como un riesgo inherente de nuestra profesión, pero es que ahora los hechos son cotidianos», cuenta Fernández, que asegura que incluso hay grupos en las redes sociales a nivel nacional organizados para agredir a vigilantes de estaciones.
Antes de llegar a convocar la protesta, el sindicato se reunió con el exdelegado del Gobierno, Pablo Zuloaga, «que ha tomado nota de nuestras quejas», y han intentado negociar con Renfe y también con las empresas adjudicatarias de la seguridad. Pero, vistos los pocos avances, -dicen que solo hay intención de solucionar el problema en la empresa Prosetecnisa-, han decidido seguir adelante con la concentración. Están pendientes, además, de un juicio que se celebrará en junio contra Renfe, Metro de Madrid y las empresas de seguridad por presunto incumplimiento de la Ley de Prevención de Riesgos por falta de medios para proteger al vigilante.
Y hay otro temor. Las grabaciones. Dicen que les dejan en cierto desamparo. «Te encuentras con una situación de emergencia y ¿qué haces? Dejo que me den una paliza, me voy a casa, denuncio y que salga el juicio. Porque, si respondes, luego la imagen que sale es la del momento en el que el vigilante reduce y esposa. ¿Y lo que sucede antes, se graba?». Fernández lamenta que en Madrid y Barcelona «hay compañeros echados a la calle por el uso de la fuerza por vídeos aportados por el cliente. Puede llevar a dejar pasar una posible situación conflictiva, y así todos a viajar gratis, pero actuar conforme a tus funciones ha de ir en la profesionalidad de cada uno».
Entre los hechos recientes, el del 15 de marzo, en el apeadero de Valdecilla. Un vigilante esperaba al tren para interceptar a un joven que se había colado en Bezana. Se situó en los tornos y, al verlo, el chico se escabulló por el vallado de las obras del recinto. Cuando el agente salió tras él, el joven le tachó de «racista, dándole después un puñetazo». La Policía conoce al chico, protagonista ya de otros casos similares.
Otro episodio tuvo lugar el 30 marzo en los talleres de reparación de la antigua Feve, en la calle Jerónimo Sainz de la Maza. Tres guardias de seguridad resultaron heridos al intentar retener a dos grafiteros, un incidente que movilizó a una decena de vigilantes y policías nacionales. Tres agentes acabaron en el hospital con heridas de diversa consideración. Y no habían pasado ni dos semanas cuando otro suceso se sumó a esta tanda. El 13 de abril, en la estación de tren de Santander (la antigua Feve), dos menores se colaron y cruzaron las vías sin pasar por los tornos para subirse al tren con destino a Astillero. El vigilante se metió en el convoy para pedirles el billete y al obligarlos a bajar acabó recibiendo «un puñetazo en las costillas». La paciencia de los trabajadores se agotó con el, hasta ahora, cuarto y último episodio de la primavera. El 26 de abril, en la estación de Santander (esta vez la de Renfe). Un joven de 19 años protagonizó un violento altercado cuando fue sorprendido intentando colarse. Primero agredió al vigilante, luego a los policías que acudieron al lugar y, a continuación, se ensañó con el coche patrulla que se lo llevaba detenido y se lió también a patadas con la puerta de las dependencias policiales.
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