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Tenía cuatro años cuando en 1918 la mal llamada gripe española se llevó por delante la vida de dos hermanas. Poco recuerda de aquello, salvo la terrible ausencia. Más nítida y detallada es la imagen de aquella madrugada del 15 al 16 de febrero de 1941, cuando las brasas y el humo llegaban hasta su casa, ubicada en la calle Pirineos (en San Celedonio), y tuvo que agarrar a su hija pequeña y un bebé de tan solo 14 días y salir corriendo hacia General Dávila. Un incendio que quemó todo menos la memoria de Virginia Díaz Campo (Tresviso, 1914). «¿Seguro que ya había nacido mi hermano, mamá?», pregunta Azucena, una de sus hijas. «Y tan seguro», contesta con remango la centenaria.
Así de pizpireta es Virginia. Una mujer cuyo secreto de longevidad es precisamente ese, «ser alegre y siempre positiva». A punto de cumplir 107 años –el próximo martes, 23 de marzo–, mantiene casi plenas sus facultades, salvo por un poco de falta de memoria, lo propio para su edad; la ciática que la dejó en silla de ruedas hace 15 años; y algo de pérdida de audición. Ni tan mal para haber sobrevivido a dos guerras mundiales, la gripe española, las dictaduras de Primo de Rivera y Franco, la posguerra, el incendio de Santander y ahora también la pandemia del covid. Virginia recibió el pasado 9 de marzo la segunda dosis de Pfizer, lo que quiere decir que ya ha comenzado a generar inmunidad ante el coronavirus: «No me dolió nada, ni la primera ni la segunda inyección. Que no tengan miedo, a mí no me hizo ningún daño. Me sentí feliz al saber que ya estaba protegida del virus», cuenta. Una fecha más que Virginia guardará en la caja de los recuerdos. Ella y sus familiares, como su biznieto Pablo Pérez, que pidió permiso en el instituto para poder salir y dar una sorpresa a su bisabuela en el mismo centro de salud de Los Castros, donde le administraron la segunda dosis: «Me hacía ilusión estar con ella ese día porque esa segunda vacuna significa que dentro de poco podré abrazarla».
Según los datos del Icane del primer semestre de 2020, Virginia es uno de los 268 cántabros mayores de 100 años, y once la superan en edad. La primera de la lista es una persona de 112.
106 años 3
107 años 6
108 años 4
109 años 1
110 años 4
111 años 2
112 años 1
Pero seguro que no tienen redes sociales. Ella sí. Tiene Instagram. Su cuenta se llama 'La_chica_de_1915'. Se lo creó una de sus nietas y, aunque no entiende el concepto, le gusta acicalarse para posar ante la cámara. «Es muy presumida, igual hay que repetir la foto varias veces porque no queda como le gusta», cuenta su biznieto Pablo. Lo de 1915 tiene una explicación. Tanto en su Documento Nacional de Identidad (DNI) como en el libro de familia, la fecha de nacimiento es el 23 de marzo de 1914, pero no fue hasta un año después cuando se realizó la inscripción en el Registro Civil.
De pequeña, acostumbrada a caminar siempre descalza por Tresviso, cogió una enfermedad reumática y ni los baños en las pozas termales del Desfiladero de La Hermida que le daba su padre consiguieron aliviar sus dolores. Sin embargo, ese contínuo malestar que ha arrastrado a lo largo de su vida no le ha impedido dedicarse en cuerpo y alma a cuidar y mimar a su tropa: 5 hijos, 10 nietos y 15 biznietos. «Siempre ha tenido una actitud agradable, es muy positiva y nunca está de mal humor», recalca Azucena, una de sus hijas -de 72 años- y su lazarillo en los últimos lustros. Viven juntas en Monte y exprimen cada segundo de vida. «Si vais a venir a hacerle una foto avisadme antes para ponerla guapa, que es muy presumida», cuenta a este periódico. Entonces, ¿no hay más secretos para llegar hasta los 107 años? «La sonrisa», dice. Y otra cosa importante, la alimentación. «Come de maravilla, lo mismo un cocido montañés que unas albóndigas. No es la clásica anciana que toma purés», señala orgullosa su hija.
Una de las aficiones que ambas comparten es, además de salir a pasear, la lectura. Virginia se aficionó a los 95 años, cuando las piernas frenaron su actividad, pero los libros le dieron alas para volar. Ahora está leyendo 'Enamorá de la vida, aunque a veces duela', de Lamari, la cantante de Chambao, que cuenta con emoción lo que sintió cuando con apenas 30 años le diagnosticaron cáncer de mama. «También ha leído los de Revilla que hablan un poco de su pueblo, pero ya no quiere libros gordos ni con letra pequeña», cuenta Azucena. Eso sí, no hay un solo día que Virginia no rece el Rosario, por mucho tiempo que le ocupe. El Padrenuestro, los tres Avemarías y amén. Hasta mañana si Dios quiere.
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Martin Ruiz Egaña y Javier Bienzobas (gráficos)
David S. Olabarri y Lidia Carvajal
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